¿Sería viable una gran coalición de independentistas en Cataluña?
Si sus métodos y sus fines son los mismos, ¿qué distingue realmente a partidos como ERC, ICV. o cualquier otro partido o agrupación de esos que se muestran incapaces de disimular su xenofobia y desprecio hacia lo español? El significado de las siglas de esos partidos y sus supuestas diferencias ideológicas no dejan de ser ligeros matices. Si lo que se persigue es la independencia de una comunidad autónoma, y para ello se practican estrategias de apartheid idiomático, aleccionamiento político-educacional y manipulación de la historia, en realidad no parece necesaria tal proliferación de partidos y agrupaciones.
Reconozco que, bajo las alas de un solo partido, sería muy complicado colocar a todos los líderes y acólitos que actualmente medran en esos ansiados cargos públicos que hinchan sus egos y sus cuentas corrientes. Ninguno de ellos estaría dispuesto a renunciar a su puesto de prebenda o a su tribuna pública, ni siquiera por el bien común de sus electores, pero la historia nos demuestra que, en los momentos precisos y bajo las condiciones idóneas, la figura de la coalición funciona razonablemente bien.
Cierto es que habría que pulir algunas aristas tales como el afán de notoriedad de sus diferentes representantes. No habría para todos. Pero con un poco de voluntad, todo puede conseguirse. De hecho, si analizamos lo sucedido durante estos últimos días, comprobaremos que personas significadas de diferentes ideologías nacionalistas han aunado esfuerzos para declarar su desprecio (por si quedaba alguna duda) hacia todo lo que no sea, o pretenda ser, puramente catalán.
El extremismo nacionalista (valga la redundancia, que lo es en la inmensa mayoría de los casos) nos recuerda a todos cuales son los objetivos de sus iras y odios. Para que no nos olvidemos de ninguno, ahora les toca recibir insultos a los extremeños. Ignorados estos últimos por los constantes desplantes a los andaluces, valencianos no catalanistas, baleares no catalanistas, castellanos, madrileños, aragoneses… se trata de que no se olvide, ni en Cáceres ni en Badajoz, que los extremeños no son catalanes. Ni catalanistas. O sea, que son morralla, como lo somos todos los demás, a ojos de estos iconos de la “identidad nacionalista catalana”. Y que conste que a Canarias no le toca por cuestiones de lejanía y a Ceuta y Melilla no las molestan porque las consideran marroquíes.
Si impulsó la polémica LLuis Suñé con su campaña de apadrinamiento de niños extremeños (no olvidemos que es verano y que, a falta de pan político buenas son tortas mediáticas) ha sido Joan Puig quien ha venido a echar gasolina a un fuego sobrado ya de combustible. Su boicot a Air Berlín, con la consiguiente repercusión mediática y el posterior apoyo de Laporta debió llevarle a un completo éxtasis zeroloniano, pero el flato mental de Suñé ha debido hacerle levitar de gozo y a varios metros del suelo. Al final va a resultar que todo esto es una mera cuestión de pasión.
En fin. Que mi propuesta de una hipotética coalición se basa en un simple deseo de simplificar las cosas; para que no tengamos que aprender tantas siglas y su significado y para que no sea necesario editar tantas papeletas distintas en los periodos electorales.
Y por si a alguien le gusta la idea y decide llevarla a la práctica, tengo pensadas también las siglas de esa coalición que, dicho sea de paso, considero de justicia que coincida con las utilizadas por uno de esos partidos nacional-extremistas, precisamente por ser de los que más se dejan ver en los medios.
Que se llame ERC.
Excrecencia Reaccionaria de Cataluña.
Las diferencias de estos partidos son como en la vida de Brian las del frente judaico popular, el frente popular de judea, el frente del pueblo judaico, etc... en el que cada uno tacha a los demás de disidentes.
ResponderEliminarYo los agrupaba dentro de un mismo baúl, chalana al mar, la llave en las fauces del León de Carrera de San Jerónimo y el baúl al fondo del mar. Matarile.
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