La casta gobernante lo ha vuelto a hacer. Nos ha
colado en Moncloa a otro espantapájaros cuya única misión es dejar hacer a los
que verdaderamente dirigen la nación, o lo que queda de ella.
Estábamos avisados. Pedro Sánchez es un producto
idéntico al expresidente Zapatero. Una de las escasas diferencias que hay entre
ambos es que el segundo, el que ocupa ahora a presidencia del Gobierno con el
apoyo de los más indeseables, no ha llegado al puesto gracias al pánico
desatado por ningún terrible atentado terrorista. No han hecho falta 200
muertos ni miles de heridos. Ni ensayos de movilización social promovidos por
el PSOE a la sombra de ningún desastre ecológico.
No. Para poner a Sánchez en Moncloa solo hemos
tenido que pasar una legislatura y media de vergüenza, indignación y decepción
(provocadas por la inacción del presidente Rajoy y la acción de Soraya y sus
secuaces), que a su vez fue precedida por otras dos legislaturas de un
presidente Zapatero que llegó al poder con una misión bien concreta: romper la
convivencia social en España y potenciar todas las estrategias e ideologías que
puedan promover el enfrentamiento civil como clima ideal para lograr un cambio
social sin precedentes.
Sánchez fue fabricado en el
laboratorio socialista de iconos políticos. En realidad, ninguno les sale bien.
Me refiero a que ninguno es aprovechable para la sociedad. Ninguno ha sido
beneficioso para España en ningún aspecto. Ninguno les sale bien, pero
funcionan como un tiro. Arrastran masas, repiten consignas progres que calan en
la ciudadanía lanar, y provocan enormes daños sin tener que responder luego por
las consecuencias.
Así, Pedro Sánchez fue ideado por
otro socialista indecente que terminó aparcado en el parlamento europeo debido
a sus chanchullos. El inefable Pepíño Blanco, exministro de Fomento en la era
ZP, incapaz en su vida académica, pero muy avispado a la hora de trepar y pisar
cabezas, detestado por una parte del Partido Socialista que abominaba de
mediocres y que contemplaba impotente cómo la rosa y el puño se hundían año
tras año en las encuestas para no volver a recuperarse jamás.
El actual presidente de Gobierno es el
heredero de aquella generación vergonzosa de políticos que nunca demostraron
otras capacidades que la facilidad para la intriga y la abundancia de políticas
sectarias. Los mencionados Zapatero y Pepiño Blanco, además de los entonces
ministros Bermejo, Solbes, Pajín, Aído, Sebastián, Rubalcaba… y algunos más que
conformaban un gobierno más parecido al camarote de los hermanos Marx.
A Pedro Sánchez lo inventaron ellos y
sus asesores. Un chico bien parecido y con labia que podía recordar a los
votantes lanares la ya desgastada figura de un Rodríguez Zapatero pero con las
mejoras de una segunda versión. Físicamente más alto, con un tono de voz
estudiado que trata disimular la ausencia real de contenido. Podía funcionar.
Había que revestirlo de la intelectualidad que le faltaba a Zapatero. De modo
que le inventaron un pasado académico atractivo que, muchos lo dijimos hace
tiempo, no cuadraba con la realidad del personaje.
Hoy, hasta el diario El País siervo
y a la vez amo de la izquierda, que durante días se ha negado a reconocer el
fraude que supone el doctorado, la tésis y el libro de Pedro Sánchez, ha
reconocido la existencia de plagio. Durante los pasados días, OK Diario, ABC y
El Mundo han desenmascarado minuciosamente la farsa doctoral urdida en torno al
inepto presidente, mientras los medios más acólitos al PSOE y Podemos han
ignorado el asunto, o bien han atacado a los periodistas que han publicado los
documentos que demuestran no solo los plagios cometidos por Sánchez y su
entorno; también la ausencia de ética y moral de ciertos estamentos
universitarios gobernados por amigos de políticos y docentes sin méritos y preparación
para ocupar tales puestos.
Pedro Sánchez debió creerse su papel
de líder inmaculado, porque llamó “indecente” con todo convencimiento al
anterior, y también nefasto, presidente Rajoy, y se permitía, desde su escaño
en la oposición, emitir juicios sobre la honorabilidad de otros diputados con
la misma facilidad con la que cambiaba de opinión sobre asuntos de estado
cruciales. Ahora, con su farsa, que es la de todo su círculo de poder, al
descubierto, amenaza a referidos medios con una querella que no llega, ni
llegará, y trata de desviar la atención, socorrido por sus ministros ,tratando
de levantar cortinas de humo tales como una reforma constitucional ad hoc y una
exhumación de Franco que acabará por parecerse más a un sainete que a una pretendida reparación moral.
Todo lo que fabricaron y presentaron
en nombre de Pedro Sánchez para hacer de él el gran mesías del PSOE es una gran
chapuza. Por plagiar, han plagiado hasta todas y cada una de las faltas de
ortografía de algunos documentos que han pretendido mostrar como autoría de
Sánchez.
Documentalmente demostrado está que
Pedro Sánchez en un falsario. Por los hechos quedó absolutamente demostrado que
Pedro Sánchez es un oportunista mentiroso que aseguró que jamás pactaría con
quienes posteriormente pactó para llegar a ser presidente del Gobierno de
España. En poco más de cien días el propio Pedro Sánchez demostró su
incapacidad para formar un gobierno responsable. A diario Pedro Sánchez
demuestra que es indigno de ser presidente de la nación. Y Mariano Rajoy demostró
tener una cierta capacidad de profecía cuando comentó a sus más próximos, al
día siguiente de su dimisión, que Pedro Sánchez le haría bueno a él. Y
demostrando, demostrando, demostrado está una vez más que el PSOE, más que un
partido, es una gran maquinaria de poder que jamás ha aportado a la historia de
España nada que no sea fraude, intrigas y empobrecimiento; Y si nos remontamos
al siglo pasado, crimen, y terrorismo. Aquí nada cambia, porque hay muchos
interesados en que nada cambie.
PRENSA:
0 comments:
Publicar un comentario
Cualquiera es libre de opinar aquí. Pero quien opine será responsable de sus palabras.