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No hace muchos días un podemita me
insultaba en un hilo de comentarios de una noticia de OK Diario, en el que yo
defendía que se le diera rienda suelta al excomisario Villarejo para que
tuviera que “soltar”, o hablar, todo lo que tuviera que hablar. Defendí tal
cosa porque creo que a un personaje como el excomisario, que dispone de tanta
información sobre políticos, empresarios, comunicadores y todo tipo de gente
influyente, cuando se le deja hablar, es posible que diga muchas mentiras, pero
también es posible que diga muchas verdades. A mí, ni siquiera me importa que
diga esas verdades para tratar de cubrirse, o al menos, para no hundirse solo.
Me interesan las verdades en sí, y lo que pueden sacar a la luz.
El podemita, en su argumentación, comenzó
a hablar de otros partidos, mostrando además lo que parecía una cierta fijación
por Vox. Sobre el debate, lo que menos le importaba y sobre lo que no hacía
alusión alguna, era el trasfondo en el que yo insistía: lo que realmente es
Podemos, o Unidas Podemos, o Unidos Podemas, o Porremos, o como quiera llamarse
cada vez que se aproximan elecciones: un grupo político que ha demostrado
comportarse como otro partido más del sistema, que ha incurrido en los mismos
fallos que critica sobre los demás grupos políticos, y que por añadidura parece
sentir una especial predilección por incluir en sus filas una larga lista de
indeseables a los que les va todo tipo de delitos y aberraciones.
El mensaje de Podemos, en realidad, no
tiene nada de nuevo. Puede que parezca así, nuevo y revolucionario, para una
generación joven que de política y de cultura general tiene menos idea que un
koala de ingeniería civil, pero para las generaciones de más de cuarenta años
que aún siguen votando a semejante banda de impresentables, ese mensaje de
rancio comunismo y absurdo anticapitalismo que se diluye en cuanto se examina
la trayectoria de sus líderes si debería resultarles conocido.
La penúltima “perla” de la candidata por
Podemos para presidir la comunidad de Madrid, Isa Serra, una activista que en
su currículum no incluye un solo logro laboral pero si mucho activismo y
anticapitalismo, ha decidido demostrar al mundo que como candidata, es decir,
como política, es capaz de proferir las mayores estupideces en un medio de
comunicación sin aparentemente haber reflexionado sobre el significado de
semejantes argumentos, ni sobre las consecuencias de los mismos.
En una reciente entrevista en Cadena PSOE
Carmena en Madrid, también conocida por otros como Cadena SER, Isa Serra opina
que no se deberían aceptar las donaciones de Amancio Ortega, propietario del
imperio Zara, a la Seguridad Social. Es decir, que rechaza que un hombre de
negocios de éxito pueda entregar cientos de millones de Euros a la sanidad
pública, como ya ha hecho Ortega en otras ocasiones. Por descontado, Pablo
Iglesias, el comunista anticapitalista al que le ofende que se le pregunte por
el dinero venezolano e iraní manchados de sangre que sí parece bueno para los
intereses de Podemos, ha apoyado sin reservas el planteamiento de su colega de
filas Isa Serra, y en una frase para la historia, trata de contraponer del modo
más estúpido el hecho de que sus hijos pequeños fueran tratados en la sanidad
pública con que un empresario haga donaciones a esa misma sanidad para tratar
enfermos del mejor modo posible.
Éste es el verdadero fondo de Podemos, o
Unidas Podemos, o Unidos Podemas, o Porremos, o como quiera llamarse cada vez
que se aproximan elecciones: un contenido ideológico alienante de libertades,
como es el comunismo, mezclado con una argumentación dirigida a verdaderos
tarados y mala gente a los que les importa un soberano pimiento el bien estar
social si no es para parasitarlo, y cuyas consecuencias derivadas de tales
planteamientos no pocas veces se traducen en elucubraciones económicas y
anticapitalistas que llevan fracasando y creando miseria desde hace un siglo.
¿El sonado bajón de votos que ha sufrido
la banda morada se ha debido al desengaño sincero de tantos votantes que han
percibido al fin el enorme y peligroso cuento que supone Podemos? ¿O es que
tanto votante desencantado ha preferido volver al PSOE porque se ha dado cuenta
de que para la izquierda española es más útil un partido más grande, aunque lleno
de demagogos y chorizos desde arriba hasta abajo, antes que otro partido
formado por verdaderos antisociales, no pocos de ellos completos radicales del
feminismo, del comunismo, del consumo de drogas, que parece comenzar a diluirse
precisamente por el escaso empaque político de quien ha formado sus listas
hasta ahora?
Ninguna de las posibles respuestas que se
me ocurren es esperanzadora para el futuro de la nación. Pero sí insistiré en
que Podemos, o Unidas Podemos, o Unidos Podemas, o Porremos, o como quiera
llamarse cada vez que se aproximan elecciones, es un partido de disidencia
controlada, de mensaje puramente antisocial, y que esconde entre bambalinas un
negocio amparado en la política radical del que viven muy bien unos cuantos
líderes a los que, invariablemente, un rebaño lanar de votantes justifica y
defiende como no pocos comunistas rusos seguían alabando a Stalin años después
de derribado el muro de Berlín.
Por mi parte, tan solo les haría una sola
pregunta a estos económicamente prósperos y anticapitalistas responsables
morados: ¿si estuviese en sus manos rechazar de facto las donaciones de Amancio
Ortega, se harían ustedes responsables de las vidas que podrían haberse salvado
gracias a los medios y tratamientos sufragados por esas donaciones que ustedes
han evitado?
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