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El truco es tan viejo como la
política. Imaginemos un partido socialista, disfrazado de socialdemócrata pero
socialista hasta los huesos, que quiere imponer una serie de normas abusivas y
antisociales con las que dinamitar la base social de la nación para conseguir
modelar en pocas generaciones a una población hasta convertirla en un amasijo
de individuos carentes de principios y absolutamente controlables desde el
poder.
Seguramente, una de las líneas principales
de la estrategia de dominación de este
partido socialista pasaría por pensado infiltrarse en el resto de partidos
políticos con el objetivo de descomponerlos o de asemejarlos en forma y fondo
al socialismo.
Otra de sus actuaciones principales,
sin duda alguna, sería introducirse en todos los medios de comunicación que
fuera posible para ir dando un rumbo izquierdista a la información y
espectáculos que el público consumiera de dichos medios. También
la infiltración alcanzaría a administraciones e instituciones públicas y
privadas incluyendo las religiosas que más preponderancia o dominio tuvieran en
el estado. Y por descontado, uno de los objetivos más apetecibles por su
capacidad de influencia sobre la población sería el sector de la educación.
Imaginemos que los
responsables de este partido socialista ya tuvieran previsto que los alumnos de
edades más tiernas son los más influenciables. Más aún. Sigamos imaginando que el sistema educativo
actual de ese país hubiera sido desmembrado y rebajado durante décadas hasta
dejarlo como un erial en el que poder sembrar a placer las semillas de odio,
confrontación e ignorancia necesarias para preparar a las generaciones más
jóvenes para recibir la “nueva educación colectivista y pro ideología de
género” que se extiende por el mundo en los últimos veinte años.
¿Este sistema de
adoctrinamiento podría contar con los suficientes profesores para implantar
semejante ideología en los niños y adolescentes? Por supuesto. No tendríamos
más que imaginar un colectivo de profesores altamente politizado y comprado por
el poder a base de privilegios laborales y sociales como no existen en el
sector privado. Si un profesorado semejante se ha ido abonando desde el poder
durante décadas, llegado el momento la inmensa mayoría de los docentes no
tendrían reparo moral alguno en enseñar lo que el poder les dicte, sin ni
siquiera plantearse el daño y las fatales consecuencias que su trabajo
acarrearía en las generaciones de alumnos que crecieran bajo su tutela.
Por descontado, el
poder sería consciente de que los principios más abruptos que quisiera imponer
no serían admitidos a priori fácilmente, pero para que esos conceptos ya
parecieran familiares a la hora de plantarlos a los alumnos, el partido
socialista contaría con otro partido, de disidencia controlada y aglutinador
del voto más asnoide de la izquierda, que además también serviría de
soporte -como el propio partido
socialista- a todos los grupos,
ideologías y tendencias que pudieran complementar la estrategia de dominación
social: feminismo convertido en feminazismo, radicales animalistas, anarquistas
que en realidad defienden ideologías totalitarias, ideología de género
antimasculina y antioccidental y anti raza blanca, asociaciones en defensa de
la pedofilia y la zoofilia, y cualquier otro grupo suficientemente radicalizado
y antisocial que pudiera aportar algo más de trastorno mental a semejante
combinación.
Llegado el momento
oportuno, tras años de propaganda, debates en televisión, series y películas
infantiles, juveniles y para adultos, promoviendo las bondades de esas
ideologías destructivas, los intentos de implantación del nuevo orden social
podrían ser traumáticos en los primeros momentos, pero a base de insistencia y
pasado no mucho tiempo, la sociedad conformista, subsidiada e idiotizada,
admitiría de buen grado lo que el poder les presentase ante sus ojos. Así ha
sucedido otras veces a lo largo de la historia y las consecuencias han sido
invariablemente nefastas y demoledoras para naciones enteras.
A estas alturas del
relato, ya podemos salir de la ficción. Hay docentes en España que ya comienzan
a plantear a sus jóvenes alumnos posibilidades de futuro ciertamente terribles
como consecuencia de ideologías profundamente aberrantes y prácticas amorales enseñadas en los propios centros escolares. Y el movimiento ideológico y liberticida patrocinado por esta corrupta clase
política está iniciando una nueva etapa porque la anterior, la de la imposición
sexual y de género en los centros docentes y en la sociedad en general, ya está
prácticamente lograda. La nueva etapa es la de la violencia institucional no
solo contra cualquier disidente; también contra las nuevas generaciones que van
naciendo y que, como si no tuvieran bastante con venir a un mundo que sus
mayores han convertido en inseguro, desquiciado, confuso y corrupto, van a
tener que enfrentarse desde la cuna al horror de la mutilación sexual
selectiva.
¿Exageración? No.
Estamos en el periodo de presentación de la idea. Como hace veinte o treinta años
sucedía con la ideología de género o la eutanasia con cada vez mayores
supuestos para aplicarla. De momento es alguna tarada docente, y concejal del
PSOE, la que comienza a proponer a sus alumnos la idea de que los varones deberían
ser castrados al nacer “como lo hemos sido las
mujeres durante millones de siglos”. Si esta profesora tiene la misma
idea de otras asignaturas que la que tiene de historia, que la pongan a enseñar
idiomas a una manada de babuinos, por favor.
En la edición de
hoy de OK Diario se presenta la noticia. Dicha docente socialista propone a sus
alumnos adolescentes una serie de estupideces dignas de un guión de película de
terror de serie B. Lo más aberrante de todo esto es que no se trata de un guión
de ficción. Es que esta malvada y manipuladora mujer existe y trabaja como
profesora en un centro de educación, y habla abiertamente ante sus alumnos utilizando
frases tales como:
“A
través de la castración selectiva”. “Si
os cortan el pito, no os pasa nada”.
“si
tú les cortas los huevos a los niños nada más nacer, no sólo no van a poder
tener hijos, sino que no van a desarrollar una serie de hormonas, que no le van
a dar fuerza física. Porque la fuerza física está en las gónadas de los huevos.
Otra cosa es que jamás van a dejar de hablar con el tono de voz de los niños”.
“Déjame
que te lo explique, ¿vale? Sé cómo tendría que funcionar y funcionaría de puta
madre. El principal problema es cómo implantarlo. […] Pero, cortarles los
huevos a los que ya son grandes, es complicado. […] A mí me cortan la polla y
es preferible que me corten el cuello, dicen muchos hombres…”
“Cuando
esté mi sociedad implantada, aquellos hombres que no tengan huevos, estarán
felices porque no los han conocido. (bullicio) Claro. No tendrán siquiera
deseos sexuales. No los conocen, por lo tanto no los echan de menos. Vamos a
aplicar una de las ciencias para saber a quién no le vamos a cortar los
huevos”.
Como muchas de las
ideas totalitarias que han pretendido imponerse, y no pocas de ellas han tenido
éxito, la fase de presentación de la castración selectiva de la infancia
masculina ya asoma por la puerta, como ya lo está haciendo también la idea, por
supuesto patrocinada desde colectivos feminazis y abortistas, de que es
aconsejable matar a los bebés que vayan a nacer con discapacidades. Orwell era
un aficionado al lado de la indeseable docente.
Las frases
remarcadas proceden de la noticia de Ok Diario en el enlace de la imagen, en el que se
hallan también las grabaciones que uno de los alumnos hizo en la clase de
semejante profesora.
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