Puede escuchar el texto al final del artículo.
*Nota preliminar: el
texto del “polémico” tweet de Donald Trump aparece en el vídeo al final de este
post.
No hace muchos meses estaba conversando
con alguien sobre lo que es o no es Donald Trump. Yo mantenía una posición que
llevo defendiendo muchos años, respecto a que a mí me importa un soberano
pimiento si uno u otro gobernante es o no es simpático, porque lo que me parece
realmente importante es el resultado de sus políticas sobre el pueblo que
gobierna; mientras que esa persona achacaba al actual presidente de los Estados
Unidos ser un mal encarado y un descortés, sin entrar a debatir sobre sus
decisiones y su gobierno.
Ésta suele ser una actitud muy habitual.
Si un gobernante cae bien, todo lo que hace es bueno y si comete errores es por
culpa de la oposición, que es lo peor de lo peor. Si un gobernante cae mal,
hace todo mal, incluso respirar. Semejante falta de objetividad en la opinión pública
es ya de por sí deplorable. Pero si esa falta de objetividad se da entre los
informadores, más que deplorable es miserable y nefasta.
Una vez más Donald Trump es objetivo de
todo el mundo mediático progre. No solo en Estados Unidos. No solo entre los
progres que han hecho del Partido Demócrata su cómodo nido en el que vivir de
la política. También entre los republicanos cobardes que se arrodillan ante la
dictadura de la corrección política por el miedo a qué dirán otros. También en
el resto del mundo es fácil encontrar opiniones contra Trump entre políticos y
medios de información que han vuelto a lincharle. Y en España, como no podría
ser de otro modo, la gran mayoría de diarios, radios y televisiones se han
unido a semejante desfile de ridículo moral y a la ceremonia de linchamiento de
un personaje que, como no se debe a disciplina de ningún partido, dice lo que
piensa en muchas ocasiones.
Entre los medios españoles, incluido
alguno que presume de ser independiente y se hace llamar El Independiente (yo,
particularmente, hace meses que ando con la mosca detrás de la oreja respecto a
la pretendida independencia de ese diario) los ataques contra el presidente
norteamericano han sido particularmente insidiosos, principalmente por dos
motivos. Uno, por ser americano. Otro por ser del Partido Republicano. Si
hubiera que reseñar más motivos, añadiría que el gran pecado de Trump también
pasa por ser rico, blanco, triunfar en los negocios, decir lo que piensa sin
pelos en la lengua, no parecerse a Obama, ser hombre, ser patriota, apoyar a
los militares de su país, apoyar las políticas antiabortistas…, y podría sumar
todas aquellas cosas que molestan profundamente a los progres y que hasta la
mayoría de los políticos y medios de derechas aceptan sin reparos.
En esta ocasión, el gran pecado de Trump
que ha provocado que el mundo progre esté apilando leña para encender la
hoguera inquisitorial, ha sido escribir en su Twitter lo que muchos pensamos,
incluyendo curiosamente a tanto progre que de puertas para afuera es más gay
que Boris Izaguirre, mas proinmigración ilegal que el papa Francisco y más
izquierdista que Pedro Sánchez, pero que cuando le sale un “hijo maricón”, unos
marroquíes le ocupan la vivienda o las políticas fiscales le arruinan su
negocio resulta ser más conservador que Margaret Thatcher y más xenófobo y
racista que el KKK.
Seamos serios. ¿Cuántos de nosotros no
hemos deseado que personajes como el manipulador Pablo Echenique, la indepe
catalanista monja Lucía Caram, o el impresentable Fachín, por poner unos pocos
ejemplos, se fueran a sus países a solucionar problemas, en lugar de vivir en
un lugar como España, que les acogió y al que no cesan de ocasionar problemas?
Yo soy el primero en admitirlo. Yo levanto la mano y digo en voz alta ¡que se
vayan! Y cualquiera que no se deje arrastrar por lo políticamente correcto lo
diría también, aquí o en cualquier otro país con los suficientes problemas como
para tener que aguantar además a una serie de indeseables que no han hecho nada
por su propia tierra y que llega a otro lugar a criticarlo y parasitarlo. Son
gente como ésta la que ensucia el esfuerzo de integración de los inmigrantes
que viene buscando un futuro basado en el esfuerzo y la valía personal. Aquí,
en España, en Europa, pocos se atreven a hablar así para no ser atacados por la
dictadura progre que trata de regularnos hasta el lenguaje. Pero en Estados
Unidos las voces de inmigrantes y sus descendientes que se levantan para
defender a la nación que les dio acogida a ellos o a sus antepasados no son
pocas. Porque lo que realmente pretenden indeseables como las congresistas
demócratas, demagogas y victimistas, iconos visibles del progresismo más
sectario y devotas de la agenda globalista del impresentable Soros, es que ni
Donald Trump, ni nadie que no sea progre, pueda expresarse como sea su voluntad
ni opinar nada que pueda ser incómodo para ciertos colectivos que, si no
vivieran de los subsidios ni las subvenciones, jamás tendrían la presencia
social que tienen ni el poder que los gobernantes y los medios han puesto en
sus manos.
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