Puede escuchar el texto al final del artículo.
En España existe un sistema por encima
del sistema. Y si alguien alberga alguna duda al respecto, no tiene más que
buscar en las hemerotecas y llegará a una conclusión inquietante. Por encima
del sistema que conocemos, formado por partidos políticos, estamentos y
administraciones públicas, encargados todos ellos de poner límites a nuestras
libertades creando una triste ilusión de democracia y estado de derecho, vive a
nuestras expensas otro sistema menos visible pero mucho más poderoso que el que
percibimos. Un sistema de expolio y represión que abarca desde ciertas
asociaciones y estamentos religiosos, grandes corporaciones como empresas
eléctricas y de combustibles, hasta la gran banca. Un sistema en lo alto de la
escalera, intocable para quienes ocupan el reto de escalones inferiores, sean
gobernantes, jueces, políticos, periodistas, funcionarios… Un sistema que lo
condiciona todo en nuestras vidas, que maneja a sus subordinados a su antojo y
cuyas intenciones la ciudadanía ni siquiera llega a comprender porque, en
realidad, ésta prefiere ignorar que ese sistema por encima del sistema existe.
Ayer Voz Pópuli publicó un breve artículo
cuyo titular no parece que haya llamado la atención de muchos lectores, y que
era prácticamente idéntico a los que publicaban otros medios como El
Confidencial, Público, El País, ABC…, quizás porque éstos habían tomado la
noticia de Europa Press y EFE y apenas se habían molestado en desarrollarla. Si
bien Voz Pópuli ofrecía más detalles de los que aparecían en una simple nota de
agencia, parecía que el resto de diarios digitales que consulté publicaban la
noticia porque no había más remedio, dado que se había hecho público el auto de
imputación a tres entidades bancarias más en el curso de la investigación del
Caso Bandenia, que el juez José De La Mata instruye respecto a los cargos que
se mantienen contra un banco pantalla que podría estar relacionado con varias y
notorias entidades bancarias en presuntas operaciones de blanqueo de capitales
mediante el comercio internacional de divisas.
Y si bien esta noticia ha salido a la
luz, no es menos cierto que los medios la han reflejado casi de pasada y si profundizar
en el auto que el juez De La Mata ha emitido y que supone, aunque solo sea por
ahora por una presunta implicación de las entidades citadas en la noticia, un
verdadero escándalo que, mientras el sistema por encima del sistema pueda
evitarlo, no trascenderá a mayores porque las andanzas de ciertas empresas y
estamentos, curiosamente, siempre quedan opacadas en los medios de información
por otros oportunos sucesos de menos calado que cobran súbitamente un
protagonismo que mantiene distraída a la audiencia. Una audiencia que en un
inmenso porcentaje no quiere saber nada que exceda a sus mediocres expectativas
de información, que alcanzan poco más allá de lo que ofrecen los realities de
Telecirco y los informativos de La Secta y 13 TV
El trasfondo de lo que sucede con este
tipo de noticias es muy revelador, si uno se molesta en tratar de ver más allá
de las apariencias. Los medios de información rara vez muerden la mano que les
da de comer. Una mano que no es la de la audiencia, sino la de quien pone el
dinero para financiar a esos medios. Es el principio de obediencia al
patrocinador que convierte a la verdad en farsa y que supone el ejemplo
perfecto de lo que Conan Doyle quiso expresar cuando puso en boca de Sherlock
Holmes la siguiente sentencia: “el periodismo, Watson, es una institución muy
valiosa, si sabe cómo utilizarla”.
La inmensa mayoría de los medios de
comunicación están vendidos al poder. Al auténtico poder. Al sistema que hay
por encima del sistema. Muchos de ellos parecen servir solamente a tal o cual
tendencia política; pero ni uno solo de ellos renunciaría o comprometería una
desahogada cuenta de resultados en la que ciertos bancos, grandes almacenes u
otras grandes compañías, además de instituciones públicas, figuran como
principales anunciantes por defender a un partido político. Porque el dinero es
quien manda y hasta los partidos políticos se arrodillan ante los grandes
capitales que les condonan deudas, financian campañas y colocan a sus
principales políticos en sus consejos de administración para calentar un sillón
a cambio de 100.000 ó 200.000 € anuales.
La noticia que publica Voz Pópuli y los
demás diarios ha pasado prácticamente desapercibida. Aún menos canales de radio
y televisión han hecho alguna referencia destacable sobre el asunto. Todos
ellos siguen enfocados en la resaca post investidura fallida del falsario Pedro
Sánchez y en las reacciones de los diferentes líderes políticos; pero un juez
con agallas decide seguir adelante y no teme imputar a quien pueda aparecer
como sospechoso en esta intrincada trama de blanqueo. Ése es el otro aspecto de
la noticia que conviene hacer pasar inadvertido para un mejor servicio al
sistema que existe por encima del sistema, y que llena los bolsillos de quienes
le sirven. Que hay valientes, como en este caso el juez José De La Mata, que no
se arrodillan fácilmente. Uno de esos ejemplos de valentía que al poder no le
conviene que llegue a ser un referente para nadie.
El “panem et circenses” de Juvenal nunca ha
dejado de estar vigente, pero hoy lo vivimos con una especial intensidad. Y
como antaño, el poder; ese sistema que existe por encima del sistema, invierte
no poco del dinero que os roba de nuestros bolsillos en mantenernos distraídos
e ignorantes, mientras tantos casos de corrupción de los que ni siquiera
tenemos apenas noticias son archivados inmediatamente después de su instrucción
o, si llegan a juicio y salen a la luz, acaban paralizados o sobreseídos en
instancias superiores, haciendo que los culpables queden impunes una y otra
vez. Es parte del costoso precio que los españoles debemos pagar por no
organizarnos y por ignorar, a cambio de pan y circo, que la soberanía de
nuestra nación debería emanar de nosotros como pueblo y que una verdadera
defensa de nuestros derechos arrinconaría y pondría en un serio aprieto a una
élite desalmada y manipuladora que cada cierto tiempo nos vende la ilusión de
que elegimos a nuestros gobernantes para que resuelvan los problemas de nuestra
nación.
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