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Campaña de apoyo a las mujeres víctimas de malos tratos. Junta de Andalucía. |
Respecto a la última campaña contra la
violencia de género que el actual gobierno de coalición de centro-derecha en
Andalucía acaba de hacer pública, es posible que los socialistas andaluces no hayan
caído en un pequeño detalle; que todos
los descalificativos que, de forma tan absurda, han dirigido contra los
organizadores, bien pueden aplicarse a los anteriores gobiernos socialistas que
planificaron campañas idénticas.
O quizás sí es posible que los
socialistas hayan caído en ese detalle sin importancia y les dé absolutamente
igual que alguien pueda recordarles los hechos del pasado, porque saben que en
esta España envenenada y desquiciada son muy pocos los votantes que van a tirar
de hemeroteca y, sin embargo, a una gran mayoría de ellos les importa muy poco
que su partido caiga a menudo en la incoherencia más estúpida y en el mensaje fácil de descalificar a otros
por lo que su partido también ha hecho.
Campaña de apoyo a las mujeres víctimas de malos tratos. Gobierno de Aragón (PSOE). |
Sin embargo, no conviene pasar por alto
algo en lo que nadie parece haber reparado. Para las subvencionadas
organizaciones ultrafeministas y de ideología similar, siempre enfocadas en
criminalizar exclusivamente a la figura del hombre blanco y heterosexual, el
hecho de que una campaña a favor de las mujeres maltratadas no arrastre
explícitamente a la figura masculina es completamente inaceptable. Porque, en
estos movimientos que practican el linchamiento a diario, la ideología
principal se basa en tres premisas comunes y válidas para todos ellos:
.- La necesidad de crear una figura culpable al que satanizar y convertir en
blanco de las iras de las masas de esas ideologías.
.- El ejercicio continuado de victimismo
sobre las mujeres agredidas, que conduce incluso a excusar a las culpables y a
hundir social y económicamente a los inocentes.
.- Conseguir que el gobierno afín de
turno subvencione las dos premisas anteriores regando generosamente con dinero
público a toda una multitud de asociaciones que, si no recibieran el dinero de
los contribuyentes, tendrían una existencia tan efímera como insignificante.
Este
reciente caso de rechazo izquierdista a una iniciativa que en el pasado
también fue de izquierdas es mucho más insidioso de lo que a primera vista ha
advertido la mayoría.
El tremendo ridículo de la socialista Susana
Díaz al criticar descarnadamente ahora lo que su admirado líder Rodríguez
Zapatero también hizo en el pasado es casi anecdótico. Al fín y al cabo, es lo que
se puede esperar de una profesional de lo público que, si tuviera que
defenderse en el mercado laboral por sus propios méritos, acabaría viviendo en
un albergue. Pero más allá de haber quedado como una estúpida demagoga, la
verdadera importancia de lo sucedido es que al feminazismo no le interesa tanto
la imagen de una mujer agredida que se repone a fuerza de valentía, tesón y optimismo.
Lo que verdaderamente le importa al feminazismo es que esa imagen de mujer
agredida transmita que el agresor, el hombre blanco machista, heterosexual y
dominante, sea visto como un instrumento del mal que es necesario erradicar
pero que es muy útil para lograr el fin máximo de contaminar con ese mal
ejemplo a la figura masculina que, ya es una realidad, siempre es culpable
hasta que se demuestre lo contrario.
En este caso, el gobierno de coalición
andaluz se ha defendido convenientemente de los ataques enloquecidos de una
oposición de manipuladores que aún no acepta haber sido desalojada del poder.
Ciertamente, en campañas de concienciación similares, el ofrecer un mensaje de
esperanza también es positivo y ayuda a no saturar a un público harto de recibir
calamidades a diario. Y en esta campaña tan positiva y optimista, lo único
negativo ha sido el conjunto de reacciones desmedidas y demagógicas de una
izquierda que no duda en mostrar lo peor de sí misma cuando intenta hacerse con
el derecho exclusivo de apoyar a las mujeres víctimas de la violencia, aunque
esto suponga dejar en evidencia sus verdaderas y malsanas intenciones.
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