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Hasta donde ha trascendido, solo el
partido Vox al completo y algún caso puntual de diputados de otros partidos
como Ciudadanos, han boicoteado con su ausencia la recepción de la delegación
oficial iraní en el Congreso de los Diputados. Congreso que, por unas horas, ha
vuelto a ser tan machista como aseguraban las fuerzas demagogas de izquierdas
que se empeñaron, hace un tiempo, en denominar a la cámara baja como “Congreso
de los Diputados y Diputadas”. Es muy revelador que, ante la presencia de
musulmanes, al movimiento progre y a todos sus satélites subvencionados se les
pasa la fiebre hembrista a la misma velocidad con la que un alcalde corrupto
coloca a sus familiares y amigos en un ayuntamiento.
Los activistas habituales de las redes
sociales a favor de Podemos y PSOE guardan un atronador y genuflexo silencio
sobre el asunto. Ninguno de ellos es independiente en criterio y obedecen
ciegamente a sus amos. Y sus amos callan reverencialmente ante el Islam, por
mucho que el Islam trate de imponer sus modos y métodos y por más cuerda que
gaste en ahorcar públicamente a homosexuales en las calles de Teherán.
Sin embargo, este capítulo de descrédito
ideológico de toda una izquierda hipócrita y una derecha indiferente y servil
no pasará de ser una anécdota más que caerá bien pronto en el olvido, como lo
demostrará la cantidad de mujeres y gays izquierdistas que votarán nuevamente
al PSOE y a Podemos en cuanto se presente la ocasión. Mientras tanto, y para
asegurar ese caladero de votos que la ideología de género presta generosamente
a esos partidos, los medios del sistema callan o desinforman sobre cómo el
Islam restringe en sus países esos mismos derechos que la ideología de género
reclama en occidente.
A mediados del pasado agosto en
Palestina, una de las tierras icono de la izquierda, la Autoridad Nacional
prohibió los actos de la comunidad LGBT, que pretendía organizar un desfile,
diversos actos y comunicados de prensa. El motivo para tal prohibición, de
haber sido adoptado en España por nuestros gobernantes, habría provocado
manifestaciones y llamadas a un mayor extremismo de género. Según la Autoridad
Nacional Palestina, los actos de la comunidad LGTB debían ser prohibidos por
“infringir los principios y valores de nuestra sociedad”
De hecho, las autoridades conminaron a
sus ciudadanos a denunciar cualquier tipo de acto de esa índole y calificaron a
los promotores del movimiento LGBT como “sediciosos”, advirtiendo de su posible
arresto si éstos insistían en seguir adelante con sus actividades.
¿Qué sucede en la izquierda homosexual
española cuando sus dos ideologías favoritas,
el Islam y la ideología de género, colisionan? ¿Qué sucede en la izquierda española
cuando su querido y respetado Islam reprime a los homosexuales y los mata? ¿Qué
sucede en la izquierda española, feminazi y hembrista fusila o corta la cabeza
a mujeres violadas que son acusadas de adulterio cuando ellas no pueden
presentar a cuatro testigos de su violación, como obliga su ley?
Nada. No sucede absolutamente nada.
Bueno, sí. Sucede que feminazis, gays,
hembristas y demás colectivos perturbado-subvencionados acuden a votar en masa
a la izquierda. Lo cual, más que una contradicción, es la demostración empírica
de que en cuestión de género y de feminismo, lo que menos importa es defender
supuestos derechos, porque lo principal es asegurarse el puesto, la subvención,
y sembrar el odio que facilite todo ello.
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