La intervención del General de la Guardia
Civil Santiago Marín en la rueda de prensa del domingo 19 de abril ha provocado
una indignación seguramente mayor que muchas de las abundantes mentiras que el
gobierno PSOE-Podemos ha declarado a diario desde el principio de la emergencia
sanitaria del Covid19.
A nadie se le puede ocultar a esta alturas que
estamos gobernados por una banda de necios y malvados que se ha constituido
como la mayor fábrica de bulos del estado de excepción encubierto que estamos
viviendo; ni a nadie se le puede ocultar ya que, en paralelo a la política de
bulos, mentiras y manipulaciones, existe desde hace semanas una creciente
corriente de censura que emana del gobierno y que es alimentada por los medios
de comunicación vasallos del poder y que ocupan la mayoría de diarios, radios,
canales de TV y redes sociales, en las cuales ciertas empresas de comunicación
de titularidad de izquierdistas declarados aplican la tijera de la censura solo
en las ocasiones en las que se critica al gobierno socialcomunista.
Pero la declaración de José Manuel Santiago
Marín, promocionado a general por el socialista Sánchez y casi inmediatamente
después elegido por el detestable ministro Marlaska para formar parte de la
Sala de Mando de la Guardia Civil, han despejado cualquier duda que pudiese
existir respecto a las intenciones del gobierno de censurar específicamente las
redes sociales, ejerciendo además el triste papel de nuevo tribunal del santo
oficio, como si aún no tuviéramos bastantes tribunales de esta clase en España.
Pretender convertir al instituto armado en otro
elemento más a engrosar las filas de chivatos, ya bastante pobladas de
militantes y simpatizantes de PSOE y Podemos, ha sido la penúltima bajeza de un
gobierno felón que no merece otra cosa que ser llevado a los tribunales y
condenado a prisión, no solo por su manifiesta negligencia; también por su
comportamiento anticonstitucional y antidemocrático desde el inicio de la
crisis sanitaria.
Durante estos pasados días me he comunicado
con tres guardias civiles, de distinta graduación y destino. Todos han
coincidido en afirmar lo siguiente. Entre no pocos agentes existe la convicción
de que usar al benemérito cuerpo como chivato es solo uno de los objetivos, y
que la intención de semejante maniobra abarca también el interés de este
gobierno de ultraizquierda por deteriorar la buenísima imagen que la Guardia
Civil mantiene ante una inmensa mayoría de españoles. Por lo que me han
comentado estos tres agentes, el malestar es general entre sus compañeros. Un
mal estar ya bastante profundo anteriormente debido a las condiciones en las
que han tenido que trabajar durante la pandemia y la inevitable sensación, una
vez más, de que el gobierno de Sánchez los abandona a su suerte. En definitiva,
hay un amplio sector del cuerpo armado que no está por la labor de obedecer los
delirios de unos gobernantes sectarios y traidores a la nación.
Pero las palabras del general Santiago Marín,
fielmente leídas de un guion, tal y como se aprecia en el vídeo, y por tanto no
improvisadas ni debidas a un lapsus como aseguró posteriormente el infame
ministro Marlaska, han provocado una convulsión aún mayor que la sucedida entre
los miembros de la Guardia Civil y entre la población en general. En el
gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez han aprendido que el remedio al
descontento de los españoles ha sido peor que la enfermedad de la mentira
crónica que sufren los miembros del consejo de ministros. Pocas veces el
boomerang de la insidia le habrá estallado tan fuerte a nadie en la cara
después de haberlo lanzado. La misma ciudadanía que ha recibido la subrepticia
amenaza de censura y control por parte de un general de la Guardia Civil que no
ha estado a la altura del instituto armado ni de sus nobles valores, ni de la hoja
de servicios que el propio general tiene hasta el momento, esa misma ciudadanía
ha reaccionado masivamente en las redes sociales hasta el punto de que el
propio gobierno, por medio del Ministerio de Interior y su titular Marlaska, se
ha visto obligado a rectificar y anular la orden de espionaje a la ciudadanía.
En dos días, hemos pasado de la orden dada a
la Guardia Civil de “controlar los bulos que crean
desafección al gobierno” y “minimizar el
clima contrario a la gestión de crisis por parte del gobierno” a la
contraorden que reza literalmente “Queda nula la
remisión semanal de datos sobre actuaciones de ciberseguridad de la Guardia
Civil”, que ha sido recibida en todas las comandancias del cuerpo
armado. Tan solo en dos días.
Está aún por ver si ese último comunicado del
ministerio a todas las comandancias es tan solo un lavado de cara provocado por
la indignación general. Está por ver si este gobierno de incapaces y malvados
renuncia o sigue adelante con sus insanas intenciones de censura y control sobre
la población. Pero lo que sí ha quedado claro en estos dos días es que una
reacción suficiente de los españoles contra el abuso de poder de socialistas y
comunistas es posible. ¿Habremos aprendido la lección, o estos dos últimos días
quedarán en anécdota, como otras tantas movilizaciones que han caído en el
olvido?
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