En política todo tiene un precio, porque todo
está a la venta para el mejor postor. Más aún si hablamos de política en un país
profundamente corrupto como España, donde la clase dirigente adolece de
personas preparadas y dignas y está completamente contaminada por profesionales
de los partidos políticos cuya facilidad para cambiar de principios y hasta para
carecer de ellos es realmente digna de estudio.
A principios de mayo el impresentable
presidente Pedro Sánchez necesitaba apoyos para prolongar sus tácticas de
confinamiento de la población como herramienta decisiva para seguir imponiendo
la agenda globalista de su dueño y señor George Soros. Los independentistas
catalanes y vascos andaban enrrabietados como niños caprichosos y en esa
ocasión querían demostrar a Sánchez que lo tenían agarrado por donde más duele.
De modo que el socialista acudió a otro de los siervos del globalismo. Llamó a
la puerta de Inés Arrimadas y consiguió que los escasos diputados que
afortunadamente le quedan a Ciudadanos
votasen a favor de los planes de Sánchez. ¿A cambio de qué?
No fuimos pocos los que apuntamos entonces que
el apoyo de Arrimadas no sería gratis. Y aunque semanas después la propia
presidente de Ciudadanos declaró a un medio digital que “se sentía traicionada
por Pedro Sánchez”, en los mentideros de Madrid cobra fuerza y crece la
sospecha de que los votos de Ciudadanos a favor del gobierno
socialista-comunista facilitarían posteriormente una posible moción de censura
contra la Presidente Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid. Moción en la que Ignacio
Aguado, portavoz de Cs en la Asamblea de Madrid, personaje que cuenta con la
simpatía política y personal de prácticamente nadie, jugaría un papel principal
a la hora de arrebatar la presidencia a Ayuso y al PP en favor del PSOE y del
propio Ciudadanos, contando con los votos ultraizquierdistas de Más Madrid.
¿Realidad o ficción?
Quizás salgamos de dudas antes de 2021.
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