Los políticos canadienses, con no demasiada oposición, pretenden dar otro paso más en su estrategia heredada de George Soros, consistente en desestructurar a la institución familiar y sexualizar a las nuevas generaciones hasta las mayores aberraciones posibles.
En otro
intento más de arrebatar la autoridad y responsabilidad de los padres sobre los
hijos, el gobierno canadiense, dirigido por un gay absolutamente partidario de
la agenda globalista de Soros, pretende sacar adelante un proyecto de ley
mediante el que los padres que pretendan ayudar a un hijo confuso para que
pueda reconocer su sexo biológico, y hasta los profesionales de la psicología y
la psiquiatría que pudieran ayudar a los padres, todos ellos podrían ser
considerados como delincuentes, lo que constituiría la excusa perfecta para que
el pervertido estado canadiense se hiciera con la custodia del menor. Ya ni
siquiera serían válidos los principios religiosos y morales de los padres para
justificar la defensa de sus propios hijos.
Lo que
hasta hace unas décadas era considerado como una tierra de libertades y
oportunidades ha llegado a convertirse en otro país donde la libertad está
realmente amenazada en todos los órdenes y la autoridad del estado se ha
convertido en otra más de las inquisiciones progresistas que tratan de afianzar
el poder de los lobbies gay por todo el mundo. Si este proyecto de ley se
aprueba, la familia, ese concepto al que tanto odian los progresistas de todo
pelaje, tendrá los años contados en lo que antaño fue la gran nación canadiense.
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