Seguramente, desde los años 70s, una
de las mayores y más efectivas campañas de desinformación y propaganda de
ámbito mundial ha sido y es la enorme y muy eficaz ingeniería social construida
alrededor del cambio climático y el calentamiento global. Una ingeniería social
sin escrúpulos que ha utilizado a personajes como una niña perturbada y un
empresario propietario de fábricas altamente contaminantes para convencer
a millones de crédulos de que la
humanidad lleva al planeta al desastre por causa de la contaminación y el
consumismo, sufriendo así las consecuencias de un supuesto calentamiento global
caído ya en descrédito pero muy oportunamente sustituido por un cambio
climático asimilado interesadamente por partidos políticos, diferentes
colectivos, instituciones, gobiernos y medios de comunicación, con la meta
común de convencer mediante el temor a gran parte de la población. El fruto de
todo ello es el cambio en los hábitos de consumo a favor de ciertos productos,
el expolio de dinero público en subvenciones y ayudas y lograr una brecha
generacional mediante una nueva ideología ecologista.
Michael Shellenberg, escritor y ex
activista de varios movimientos pro calentamiento global y cambio climático, pasó
por un momento concreto en el que comenzó a darse cuenta de que había batallado
a favor de una gran mentira a escala mundial y que las consecuencias de
semejante mentira eran fatales para nuestra civilización. El momento en el que
escuchó a la socialista Ocasio Cortez asegurar que el fin del mundo llegaría en
12 años si la humanidad no obedecía a la ideología del cambio climático. Desde
entonces, y como ya sucediera con algún líder de Green Peace, de Amnistía
Internacional y de otras organizaciones por el estilo en otras ocasiones, Michael
Shellenberg dedica su tiempo a combatir la gran farsa que él mismo ayudó a
crear.
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