Cartas dirigidas a Felipe VI, a Pedro
Sánchez, a Pablo Iglesias, a Juan Carlos I, a Catalina Luca de Tena, a Luis
María Anson, a Federico Jiménez Losantos, a Ignacio Aguado, a Susana Griso, a
Pilar Rahola…
El recién publicado libro de Enrique de Diego, titulado A LA CLASE POLÍTICA PEOR DEL MUNDO consta de una más que cumplida recopilación de cartas dirigidas a buena parte de los actores más destacados de este inmenso teatro de corrupción y esperpento en el que se ha convertido España. Recopilación que sigue el “género epistolar” caído ya en desuso en los medios escritos y radiados y que tan útil resulta para dirigirse directamente a quienes es muy posible que jamás estén disponibles si no es para escuchar loas y lisonjas. El titulo engaña un poco porque, aunque ciertamente una gran parte de dichas cartas están han sido dirigidas a políticos, otras muchas tienen a periodistas y comunicadores como destinatarios.
Cartas que durante años el autor ha dirigido desde el digital Rambla Libre a todos ellos. Personajes que ocupan lugares destacados en la vida pública y cuyas responsabilidades, en la mayoría de los casos, han sido incumplidas de un modo estrepitoso. Quienes detentan el poder político y económico lo han utilizado invariablemente para satisfacer sus propios intereses. Y aquellos que deberían usar la sagrada facultad de informar objetivamente no han sido otra cosas que colaboradores necesarios de los primeros en la tarea de intoxicar a la nación hasta convertirla en una mayoritaria amalgama de ciudadanos lanares siempre dispuestos a creer lo que les transmiten los medios de comunicación adeptos y adictos al poder económico y político.
Inés Arrimadas, Jorge Vestrynge, Pablo Echenique, Ana Vega, Ortega-Smith, Santiago Abascal, Pedro J. Ramírez, Carlos Herrera, Juan Manuel de Prada… Las cartas dirigidas, en su mayoría, a políticos y periodistas, nos recuerdan en qué manos estamos y en quienes muchos depositan su confianza a la hora de escuchar un programa de radio, ver un programa en televisión, leer un medio escrito, confiar en un programa electoral y depositar un voto en la urna. La relación de destinatarios de estas cartas escritas por Enrique de Diego es larga, y en ella se refleja la corrupta y baja realidad social de España.
Algún destinatario de las cartas de Enrique de Diego se salva de la quema. Una pequeña muestra que, por digna y ejemplar, no hace sino demostrar por comparación que el común de los personajes patrios que conforman el exclusivo, oscuro y opaco mundo empresarial de élite, el circo de la información devenida en entretenimiento para retardados y el ambiente de la política del trinque, el escaño, la concejalía y la mordida, no son más que embaucadores e indeseables que han vendido su alma a la codicia y a la fama, al narcisismo y a la cleptomanía, y a la estafa y a la traición a España en todos y cada uno de sus posibles significados.
A LA CLASE POLÍTICA PEOR DEL MUNDO no es solo un libro para descontentos. Es también un libro para aquellos a quienes hay que “descontentar”. Para aquellos a los que hay que abrir ojos y oídos para que comprendan definitivamente que viven en una matrix en la que los golfos y los criminales del poder les chulean y expolian al tiempo que les convencen de que viven en democracia. Es un libro que constituye un complemento ideal a la anterior obra de Enrique de Diego, REPÚBLICA CONSTITUCIONAL; obra que explica de un modo próximo y sencillo la gran corrupción del sistema en el que vivimos y la necesidad de comenzar desde cero como una República Constitucional en la que el pueblo español esté realmente representado y sea soberano de su propia nación.
A LA CLASE POLÍTICA PEOR DEL MUNDO es un libro que no dejará indiferentes por el camino. A quienes les gusta el estilo directo y bronco del autor les encantará el reparto de estopa a diestro y siniestro y la ausencia del nefasto lenguaje de corrección política. Para quienes se ofenden por cualquier cosa y pasan de puntillas por la vida esta recopilación de cartas les sentará como una patada en el hígado, posiblemente porque más de uno de ellos se verá retratado en el político mendaz, en el periodista sumiso o en el escritor rastrero. Y es precisamente por ese reparto de estopa en modo ametralladora y por la acidez de estómago que causará a no pocos tiernos de fácil enojo por lo que yo recomiendo personalmente el libro ALA CLASE POLÍTICA PEOR DEL MUNDO.
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