El universo COVID 19 es un universo de caos. Ni está claro el origen del virus, ni se conoce un número más o menos exacto de víctimas mortales reales, ni se conocen datos exactos del dinero público no pocas veces mal invertido en comprar material sanitario defectuoso o inútil para contener la epidemia… y ni siquiera podemos confiar en la eficacia de unas vacunas lanzadas por la Big Farma al mercado en tiempo record con la cláusula de los fabricantes de no hacerse responsables de los efectos secundarios que pudieran provocar… y que ciertamente han provocado. Vacunas que no te libran de posteriores tests PCR, como presunto infectado, cada vez que al poder le apetece molestarte y asustarte.
Al poder le conviene este caos. Los gobernantes y sus amos pescan en río revuelto mucho mejor que en aguas tranquilas y transparentes. Como en tantas otras situaciones que estamos viviendo, al poder le interesa sembrar el pánico, el desconcierto y la confrontación en el universo COVID 19. Porque el poder vence cuando divide y atemoriza.
Y mientras en occidente el poder trata de condicionar al ignorante y sufrido ciudadano de a pie para que acepte, de buen grado y por su bien, la dictadura globalista, restando importancia a los fallecidos que aceptaron vacunarse y convirtiendo en enemigos a quienes nos negamos a aceptar servilmente unas vacunas no suficientemente testadas que ya han costado muchas vidas, en Japón se abre otro frente de caos en el convulso universo COVID 19. Un frente que afecta directamente a la sanidad pública y privada del país y que enfrenta a una sociedad que, a falta de información precisa y veraz, se ve dividida y enfrentada. Cruz Roja de Japón publica desde hace unos días en su web oficial su negativa a aceptar donaciones de sangre de personas vacunadas contra el COVID 19. Un anuncio absolutamente coherente si nos atenemos a la realidad de unas vacunas desarrolladas apresuradamente en una quinta parte del tiempo que normalmente se requiere para poner en circulación una vacuna “fiable”. Sin embargo, lo que para Cruz Roja de Japón y para cualquier persona con criterio propio constituye un aviso razonable, para la misma organización con sede en otros países es poco menos que indiferente estar o no vacunado para ser donante de sangre y órganos. Pero que nadie se llame a engaño ni crea en las coincidencias. Allá donde las instituciones, los medios de información obedientes y las empresas anunciantes cómplices participan en la gran maniobra de aleccionamiento pro-vacuna COVID 19, allá también está Cruz Roja acudiendo en auxilio del vencedor. Porque no solo de inmigración ilegal viven las ONGs. Éstas, como buenas entidades omnívoras, parasitan donde surge la oportunidad. Que se lo digan a quienes malviven en países del tercer mundo viendo como una misma ONG puede llevar políticas muy diferentes dependiendo del lugar en donde se supone que llegan para ayudar. Poco importa que las muertes relacionadas con las vacunas COVID 19 en Europa y Estados Unidos alcancen ya las 12.000 víctimas. Al fin y al cabo, tampoco parece importar mucho que alguna patera se hunda en el mar ahogando a quienes son utilizados como carne de cañón en la guerra migratoria que afecta a la Europa Mediterranea. Se trata de sacar tajada como sea y donde sea. Lo de Cruz Roja de Japón ha sido la excepción. Será que allá la ONG tiene líderes honrados. Por estos lares la cosa es muy diferente. Aquí el papel de Cruz Roja no deja de ser un lamentable compadreo con el poder globalista para allanar el camino de la invasión africana en España.
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