Puede elegir voz o texto
La inquisición laica que forman los
progres cuando se unen en manada es inmisericorde incluso con sus iconos, si se
pone a ello.
La polémica surgida cuando una candidata de
Podemos ha criticado las cuantiosas donaciones de Amancio Ortega a la sanidad
pública ha agitado al rebaño morado, y sus más significados representantes, arropados
por sus incondicionales votantes lanares, han saltado a los medios y a las redes
sociales en estampida para reforzar lo dicho por esa tarada improductiva que
pretende ser presidente de la Comunidad de Madrid sin aportar un solo mérito
para ello.
En este tipo de partidos, más bien sectas
o tribus, el que se atreve a disentir es rápidamente defenestrado. Los únicos
que tienen carta blanca para hacer y decir lo que les viene en gana son los intocables
líderes. Pueden tener dinero en paraísos fiscales y criticar a otros que lo
hacen, pueden comprar casas de alto standing y sentirse molestos si otros las
compran, y pueden decir hoy una cosa y la próxima semana la contraria para
acusar después de incoherentes a quienes cambian de opinión. Pueden hacer todo
eso, y sus admiradores, indigentes mentales de manual, seguirán fieles a la
secta, justificando todas sus acciones.
Pero, amigo, si no eres de la élite que
dirige la tribu, ya puedes ser muy icono progre, muy icono gay o muy icono
artista, que como te signifiques mínimamente en contra de lo que declaran los
dueños del chiringuito, estarás expuesto a ese linchamiento social del que
tanto gustan las masas y al que tanto recurre la borregada para aliviar su
rabia y frustración.
El penúltimo linchamiento en la plaza
pública progre ha sido el de Miguel Bosé. A la masa lanar no le ha importado en
absoluto que Bosé sea abiertamente gay y de izquierdas, que se haya significado
como tal en no pocas ocasiones, que en el pasado diera todo su apoyo al
indecente Zapatero y su apesebrado clan de la ceja junto a un nutrido grupo de
artistas, o que unos pocos años más tarde se mostrase abiertamente a favor de
Podemos. “Es tiempo de los Pablos”, llegó a decir en 2014. A la turba progre
todo eso le importa muy poco. De vez en cuando semejante banda de caníbales
necesita carne que masticar y huesos que triturar. Y Miguel Bosé ha cometido el
gran error que un progre de la masa no perdonará nunca: tener un momento de
lucidez, hablar con coherencia y defender lo que es correcto.
Bosé ha mostrado en Twitter su apoyo a
Amancio Ortega y sus donaciones a la sanidad pública. Tan solo ha bastado eso;
comportarse como un ser humano con corazón y conciencia, para que el Podemismo
más rancio, cavernario y linchador se haya vuelto hacia el cantante con
intenciones de abrirle en canal. Bosé ya tenía un “aviso”. Ya estaba marcado,
por haber criticado a Nicolás Maduro y sus abusos contra el pueblo venezolano.
Pero esto ya es el colmo. No se puede salir en defensa de alguien inmensamente
rico que salva vidas donando millones. Eso no está bien, si no lo hace alguien
de izquierdas. Pero nadie de izquierdas lo hace.
El personaje de turno, Bosé hoy y mañana
cualquier otro que opine libre y coherentemente, acabará simbólicamente decapitado,
con su cabeza clavada en una pica y expuesta al público a extramuros del nuevo
vaticano podemita de Galapagar. Porque a un facha, es decir, a cualquiera que
no sea de Podemos, le habrían apalizado, escupido, y dejado libre para volver a
machacarlo un tiempo después por un motivo u otro. Es el deporte oficial en la
mafia morada. Pero para un Miguel Bosé beatificado durante el zapaterismo y
santificado posteriormente por Pablo Iglesias y su curia de peligrosos
perturbados, no puede haber ni rehabilitación ni perdón.
Al potro con él. Que actúen los
inquisidores y que el pueblo se reparta los despojos. Habemus mártir.
0 comments:
Publicar un comentario
Cualquiera es libre de opinar aquí. Pero quien opine será responsable de sus palabras.