Puede escuchar el texto al final del artículo.
Desde hace un tiempo, cuando se habla de
orgullo gay y Ciudadanos, se me hace inevitable asociar a al partido naranja
con la mujer mal tratada que sigue enamorada de su hombre y no lo deja por nada
del mundo. Y como no soy partidario de ese tipo de relaciones, por mucho que a
una parte le guste dominar y a otra le guste o tolere ser sometida, no acabo de entender por qué este
tipo de aventuras siguen adelante y se dilatan en el tiempo.
Es como si a
Ciudadanos le hubieran impuesto el papel de sumiso y apaleado y lo aceptase con
gusto; porque no es la primera vez que los de Rivera, que siempre se han
mostrado partidarios sin reservas de la ideología de género para mayor gloria
de George Soros, se ven rechazados y escarnecidos por los mismos que hacen
pancarta de tal ideología y se adjudican para sí mismos la supremacía sobre la homosexualidad en todas sus formas y colores.
Hoy se ha repetido
lo sucedido durante los años anteriores y que, a buen seguro, se repetirá en el
futuro. A pesar de las advertencias de los responsables del desfile del orgullo,
varios representantes naranjas se han personado en el evento, con Inés
Arrimadas en primera fila de la delegación. Puestos a presumir, hay que hacerlo
a lo grande.
A los de Ciudadanos
ni les ha importado el boicot al que se les ha sometido, ni los insultos
recibidos. Supongo que eso debe ir en el sueldo. Y aún así, Begoña Villacís ha
declarado que “hoy es el día en que Madrid se siente orgullosa de su orgullo”.
Se puede ser más demagoga, pero difícilmente más cursi.
Ni recuerdo ya
cuánto tiempo hace que renuncié a entender cómo alguien pretende defender los
derechos de los homosexuales subiéndose a una carroza con un tanga de colores,
unas plumas en el pelo, y comportándose como un perturbado. Ni lo entiendo yo,
ni lo entienden algunos homosexuales avergonzados de que se les compare con
esos fenómenos de feria subidos a unas carrozas para exhibirse ante todos,
mostrando que lo que ellos entienden por homosexualidad equivale a comportarse
como payasos idiotizados. Y creo que también renuncio a encontrar una sola
pizca de cordura en el comportamiento de Ciudadanos. Si a sus líderes les gusta
que les insulten con banderas arcoíris, allá ellos.
Por cierto…, el PP
también ha destacado a sus líderes al desfile. No deja de ser curioso que otro
de los partidos tenidos por más homófobos por tantos colectivos LGTBI también
guste de recibir palos al igual que Ciudadanos. Será que en muchas cosas no son
tan distintos. Será que sarna con gusto no pica. O será también que, aunque
haya que aguantar humillaciones, Es necesario tener contentos a los poderosos
lobbies gay que han ido alcanzando posiciones de poder en la política, la banca
y la iglesia católica. Y aunque en la intimidad a no pocos militantes de
Ciudadanos y PP les disguste profundamente aparecer al lado de “locas vestidas
de payasas” (sic), hay que ganarse el
sueldo.
Porque como dijo un
impresentable pepero, al que conocí hace años y que bien vive de la política
sin el menor escrúpulo: “… es que fuera del partido hace mucho frío…”
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