Puede escuchar el texto al final del artículo.
Realmente ignoro si Jiménez Losantos aún sigue
creyéndose el GPS del liberalismo en España. A estas alturas, buscar un resto
de ideología liberal entre ciertos elementos escribientes y hablantes de
Libertad Digital – EsRadio es tarea complicada en unos tiempos en los que la
libertad es un concepto en franco peligro de extinción y muchos de los que
dicen defenderla son verdaderos caraduras o auténticos sinvergüenzas.
Últimamente, leer los editoriales
dominicales del gran gurú de LD y escuchar sus charlas mañaneras en EsRadio suponen un verdadero ejercicio de desmemoria
para el lector y el oyente. Losantos está completamente convencido de lo que
dice. Cree sus propios argumentos, aunque éstos sean a veces camaleónicos y
contradictorios. Pero es que Federico es uno de esos comunicadores que poseen
una cualidad muy necesaria para que un medio logre una audiencia absolutamente
cautiva en lo ideológico y lanar en lo psicológico: Federico miente, pero lo
hace con toda sinceridad. Y en eso, viendo la cosa fríamente, en poco se
diferencia de políticos como Rajoy y Zapatero, y de comunicadores como Iñaki
Gabilondo o Ferreras, a los que tanto detesta.
Hay un pequeño
detalle en el que sus oyentes no han caído y quizás es por eso que la gran
mayoría de ellos le creen sin reservas. Losantos no es un informador. Y como
entrevistador, más parece un agobiante vendedor de aspiradoras que coloca el
producto a su víctima más por hartazgo de ésta que por méritos del comercial. En
sus entrevistas diarias habla sin interrupción e inmisericordemente hasta el
punto de que en ocasiones solo se calla la boca para dar paso a publicidad,
mientras el entrevistado le mira pasmado con expresión de estar pensando “pues
menos mal que me ibas a entrevistar; que no me dejas encadenar cuatro frases
seguidas”.
Federico no
informa. Federico opina; que es muy distinto, aunque para la mayoría de su
audiencia ambas cosas lleguen a ser lo mismo y le crean a pie juntillas. Lo que
él dice tiene que ser necesariamente cierto, porque “lo dice Federico”. Y es
este tipo de audiencia la que le conviene a sus intereses. Él habla para
convencidos mientras les vende la gran idea de hacerse socios del Club LD,
regalándoles los oídos con lemas como “con tu ayuda hay más libertad". Y
con semejantes soflamas mañaneras, acompañadas de espacios promotores de
realities de Mediaset, mantiene contenta a una audiencia que no se pregunta
cómo es posible que su amado líder microfónico pase de un amor casi lascivo al
odio más africano respecto a no pocos líderes políticos y sus respectivos
partidos.
En los años de COPE
-el paraíso radiofónico de los obispos
del que Losantos fue expulsado irremisiblemente- sus críticas hacia
comunicadores rivales fueron continuas y no sin razón en muchas ocasiones. Los
ataques contra Iñaki Gabilondo fueron constantes, y justificados. El que fuera
bien pagado gran locutor de la SER durante muchos años demostró pleitesía a su
empresa acudiendo al llamado de Rubalcaba para, a la voz de su amo, agitar a
las masas contra un gobierno al que había que derribar y un partido que cobardemente
se dejó cercar en su sede. En las grandes ocasiones, sean terribles o
fabulosas, es cuando se ve el verdadero fondo de las personas. Y Gabilondo
demostró que el fondo que él había mostrado durante tantos años de servicio a
la SER, a PRISA y al mal, era el que realmente habitaba en su corazón de
locutor vendido al poder socialista del felipismo rampante, del socialismo
doliente de Almunia en la oposición, y posteriormente del zapaterismo en las
dos primeras legislaturas de esta era de la vergüenza en la que estamos
instalados desde la masacre del 11-M.
Pero Gabilondo, al
menos, fue siempre coherente en su maldad y reincidente en su bajeza. Ni buscó
nuevo amo, ni cambió el que tenía. Y ni siquiera esto se puede decir de
Losantos. En los últimos años hemos podido asistir a un absurdo y sonrojante trayecto
pendular de adulaciones a la ida y puñaladas a la vuelta que causaría vértigos
a un trapecista experimentado.
A su audiencia no
le cayó mal que Federico se arrojase en brazos del emergente Ciudadanos y de
sus recién bruñidos líderes. En palabras de Losantos, Rivera olía a recién
duchado y Arrimadas era guapa como una niña mona en un vestido de primera
comunión. Y al público ese cambio le pareció fenomenal, Porque Rajoy estaba
demostrando ser un canalla, y UPyD, embarrancado entre la soberbia de su
lideresa y las intrigas externas al partido destinadas a disolverlo, ya no le
caía bien al de Orihuela del Tremedal. De modo que el idilio con Ciudadanos era
como el momento nube del adolescente alelado que queda prendado de su primer amor
de secundaria. Todo en C’s era perfecto y ejemplar, y el noviazgo además estaba
bendecido por Pedro J. Ramírez, quien aún no conocía a su nueva parienta pero ya estaba inmerso en
su etapa naranja de apoyo incondicional y recaudatorio a la ideología de género.
Pero el amor entre
inconstantes dura poco, y los bandazos de Ciudadanos no parecían augurar que Rivera
fuera de cheque fácil ni prebenda agradecida para Losantos una vez tocados
poder y cargos públicos. Además, eran tiempos en los que el PP estaba bajo la
lupa mediática, y las finanzas del grupo LD – EsRadio se hallaban bajo la
extensa sombra de sospecha por ciertos presuntos favores concedidos por
Esperanza Aguirre y Luis Bárcenas, y esas oscuras amistades entre locutor y políticos tan liberales con lo
público y conservadores con lo propio no convenían a la imagen de un partido
naranja que venía a limpiar y regenerar. Y aunque Ramírez siguió cortejando a
Rivera entre El Español y la baba, Losantos decidió que el amor por lo verde
tampoco estaba tan mal, que Abascal estaba tan cachas como Rivera, que un nuevo
noviazgo podía dar buenos resultados, y que su audiencia, lanar en su mayoría y
nacional-católica en su corazón, vería con buenos ojos el apoyo a un partido
que paseaba sin temor la bandera de España por sus mítines cada día más
multitudinarios.
De modo que Losantos
tiró descaradamente los tejos a un Vox que iba de patriota desacomplejado y que
se atrevía a plantar cara al sistema en aquéllas áreas en las que casi ningún
medio se atrevía ya a levantar la voz. Y a esa audiencia le pareció fenomenal
el cambio de color de su Federico. No hacía falta coherencia política, ni era
necesario justificar el permanente choque de principios de una programación
diaria que lo mismo defendía por la mañana la tradicional Semana Santa de Cádiz
que el Kichi quería borrar del mapa, que ofrecía en horario nocturno a una Ayanta Barili que
hablaba de sexo con la misma fluidez que una operadora de línea caliente. El
cambio era bueno para EsRadio y para España porque lo decía Federico.
El tiempo pasó, Y
Vox triunfó en Andalucía, lo que forzosamente significaba que arrasaría en el
resto de España según se desprendía de las tertulias mañaneras en las que Losantos
concedía derecho de palabra a sus colaboradores el tiempo necesario para remojarse
el gaznate y volver a la carga con otra arenga plena de repetitivos argumentos.
Pero ni la adulación a Vox y su “previsible” campanazo en las generales, ni el
abrazo al nuevo PP de un Pablo Casado que hablaba con Aznar como el chamán
habla con los antepasados muertos, ni el quiero y no quiero a un Ciudadanos que
podía desbancar a los Populares como primer partido de la oposición
consiguieron lo que albergaban las verdaderas intenciones de Losantos, que no
eran otras que dejarse querer por algún partido que pudiera llegar al poder y
desde allí favoreciera a LD – EsRadio con contratos publicitarios suficientes
para reflotar la maltrecha economía de la empresa.
Ahora, mientras
Losantos se complace en poner a parir a los líderes de Vox, lo que a no pocos
militantes les confirma que “Federico está gagá y necesita unas vacaciones”, en
los pasillos de LD - EsRadio nadie habla ya de defender principios. De hecho,
uno de los pocos que mantenía su coherencia y su integridad por encima de
cualquier otra cosa fue “invitado” a marcharse definitivamente en 2013. En los
pasillos se habla abiertamente de lo mismo que en otros muchos medios. Se trata
de encontrar un amo con bolsillos repletos y talonario fácil. Así, en el grupo
de comunicación que se complacía en enarbolar el estandarte de la defensa de
España, de la libertad individual, del derecho a la propiedad privada y del
liberalismo económico, lo que realmente prima en estos momentos es el triste destino
contra el que Cayo Salustio Crispo ya nos avisaba unos años antes de nuestra
era y que mostraba la cruda realidad: “Solo
unos pocos prefieren la Libertad. La mayoría de los hombres no busca más que
buenos amos”.
Quizás Jiménez
Losantos siga creyéndose el GPS del liberalismo en España, y entidades como el
Club de los Viernes se empeñen en hacérnoslo creer a todos; pero en realidad hace
ya mucho tiempo que Losantos no pasa de ser como la brújula loca del capitán Sparrow,
y alguien de su confianza, si tal persona existe, debería hacerle ver que su
maltrecho barco navega demasiado próximo al arrecife de la quiebra.
Que a sus
incondicionales oyentes y lectores les parezca fantástico que la línea
editorial de ese medio vaya desde el apoyo a UPyD a la querencia por un PP sin “desrajoyizar”
del todo, pasando por un tórrido idilio con Ciudadanos y un devaneo con bronca de
ida y vuelta con Vox, no significa otra cosa que esa audiencia se ha mimetizado
con su comunicador, que es exactamente lo que desde LD - EsRadio siempre se ha
echado en cara a los oyentes de SER y COPE. Una audiencia que, como en otros
medios, conecta para leer, escuchar y asimilar lo que el gran gurú proclama
desde su pedestal de razón absoluta y su poltrona de visión preclara. Y
como esta audiencia cautiva no percibe
que un mensaje que defiende a la vez conceptos que chocan entre sí frontalmente
no puede ser un mensaje coherente, tampoco se da cuenta de que Losantos se apeó
del tren de la información auténtica hace mucho tiempo y les arrastró a todos
ellos al andén en el que solo se encuentra crónica rosa, servilismo a la banca,
a El Corte Inglés y otras grandes corporaciones por el estilo.
Quizás sea por eso
que el contenido de su radio y su diario digital concedan tanta importancia a
desinformar sobre política, a no informar sobre lo que no conviene y a informar
a diario sobre Supervivientes y la Pantoja. Al fin y al cabo, tal continuidad
en lo mediocre es lo que parece satisfacer a muchos de los que se apuntan a su
club y su teletienda. Pero en el mundo de la comunicación, el que no se renueva
no permanece, a no ser que, más allá de audiencias, disponga de apoyos del
poder que como sucede con SER y COPE, supongan un seguro colchón para tiempos
difíciles. LD - EsRadio no dispone de esos apoyos. Y no será porque no trata de
agarrarse a ellos; pero en este mundo de falacias y servidumbres, hasta para
ser garrapata hay que tener un cierto talento.
Publicado originalmente en Rambla Libre el 4 de julio de 2019
0 comments:
Publicar un comentario
Cualquiera es libre de opinar aquí. Pero quien opine será responsable de sus palabras.