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En una España dominada por la censura de
la corrección política es muy habitual que los medios no informen objetivamente
de ciertos sucesos. Sobre todo si están relacionados con delitos cometidos por
inmigrantes, mujeres, o miembros del colectivo LGTBI. La dictadura de género se
ha impuesto en las redacciones de los medios y éstos, siervos del poder y
lacayos de quien paga la publicidad que les alimenta, retuercen las noticias y
las orientan siempre a favor de una ley del silencio que, sin ningún disimulo, trata
de manipular a las audiencias y en no pocas ocasiones busca minimizar
escándalos utilizando el viejo pero efectivo método de advertir sobre un
posible mal mayor si la reacción
ciudadana no se modera.
En estos últimos días ha saltado a
titulares otro hecho ya común en España, que la prensa y los informativos han
tratado, en una enorme mayoría, de una forma verdaderamente curiosa. Otra
“manada” de inmigrantes, argelinos esta vez como tantas otras, ha violado a una
muchacha. Casi inmediatamente fueron detenidos los primeros sospechosos gracias
a ciertos detalles, revelados por la agredida, sobre los tatuajes de algunos
miembros de esa banda de degenerados.
Durante las primeras horas tras el hecho,
no pocos medios trataron de ocultar la procedencia de los todavía presuntos
violadores pero confirmados delincuentes habituales, en un claro intento de
proteger, una vez más, a la dictadura de la corrección política contra la
indignación popular. Pero hoy no deja de ser llamativo que, una vez esos mismos
medios han tenido que publicar la realidad
de que los acusados de violación vuelven a ser originarios de ciertos
países que nos envían a sus indeseables a millares, ahora se trata de advertir
a la población sobre la posibilidad de supuestos repuntes de xenofobia y
racismo que, todo hay que decirlo, serían absolutamente inconvenientes para las
políticas que la mayoría de los partidos están haciendo en favor de una
inmigración parasitaria que se convierte, gracias al dinero del contribuyente,
en caladeros de votantes subvencionados capaces de inclinar los resultados de
elecciones municipales y autonómicas a favor de ciertas formaciones políticas.
Tristemente, es en defensa de semejantes
estrategias que los medios sometidos al sistema convierten sus titulares en
vergonzosos ejemplos de connivencia con el poder. Medios a los que no les basta
con enfangarse en la ignominia de no querer publicar las estadísticas reales
que muestran cómo el incremento de delitos violentos se ha incrementado
exponencialmente y en innegable relación con el aumento de inmigrantes ilegales
provenientes de ciertos países, sino que, además, colaboran en la servil tarea
de intentar apaciguar a una ciudadanía, harta de tantos desmanes, empleando en
sus titulares las palabras mordaza que desarticulan cualquier argumento mediante
el uso de la ya referida corrección política que silencia a los cobardes y
aplaca a los críticos que, en realidad, no son tan críticos.
El titular de hoy en diariocrítico.com es
un claro ejemplo de todo lo anterior. El titular, y el desarrollo de la
noticia, que no incluiré ni enlazaré en este sitio para no colaborar en su
difusión. Un titular que llama la atención precisamente porque lo que transmite
es que el hecho de la violación a una joven pierde importancia frente al hecho
de que los acusados son magrebíes y eso puede provocar reacciones xenófobas.
Indignante. Pero, a estas alturas, y después de años de censura y manipulación
en prensa, radio y televisión, para una gran mayoría de consumidores de este
género de medios estas cosas ya pasan desapercibidas, porque a base de
insistencia, que es parte fundamental de cualquier aleccionamiento de masas, lo
que antes era terrible hoy es cosa normal, y lo que un día provocaba una
protesta general hoy no pasa de ser una anécdota en un telediario, o apenas
unas líneas en una portada de un periódico digital que en una posición más
visible ofrece la última hora de la boda de algún parásito famoso.
Pero, seguramente, lo más grave radica en
que a los medios de la repugnante cloaca progre, como diariocritico.com, les
preocupe más que Vox insista en la procedencia magrebí de los violadores que el
hecho del ataque y violación de una joven; y que ni un solo movimiento feminazi haya alzado la voz en
apoyo de la víctima.
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