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Es innegable que hablar de la historia de
la Iglesia Católica en España es hablar de buena parte de la historia de la
propia España; una nación que, a día de hoy, muchos siguen definiendo como
esencialmente católica, aunque solo sea ya por tradición y no por creencia
sincera en su mayor parte, y por costumbre adquirida desde la cuna incluso para
las nuevas y descreídas generaciones cuyos vástagos, en un número no menor,
siguen pasando por la pila bautismal siendo recién nacidos, por la primera
comunión a tierna edad, por la confirmación al inicio de la adolescencia, y por
el matrimonio ante el altar para cumplir con una costumbre heredada de sus
mayores y que, en palabras de muchos españoles de hoy y de las últimas cuatro
décadas, “hay que hacer para no disgustar a la familia”
Se dice que España ha progresado mucho, y
se podría estar de acuerdo siempre y cuando definiéramos primero qué es “progreso”.
Para unos, el progreso es el crecimiento económico, para otros, la liberación
social respecto a ciertas costumbres, tabúes o prácticas ancestrales; para
ciertas tendencias políticas, el progreso se define al autorizar la masacre
anual del aborto y la ampliación de los supuestos admitidos para la eutanasia
al mismo tiempo que se defiende el “derecho” de los homosexuales al
“matrimonio” y se pretende que el Estado pueda tener más autoridad sobre los
niños que sus propios padres, con el objetivo de adoctrinarlos y sexualizarlos.
Y para casi nadie, el progreso es el éxito ético y moral, económico y social
necesario para convertir a una nación en una sociedad estable, rica, culta y
defensora de los valores más elementales.
¿Podríamos decir que la Iglesia Católica ha
sido responsable, si quiera en parte, del progreso de nuestra nación? Es
evidente que la respuesta sería afirmativa desde un punto de vista católico.
Sin embargo, creo que tal afirmación sería, como mínimo, exagerada y
pretenciosa; aunque en mi experiencia, hablar del asunto con católicos
practicantes es similar a debatir sobre cualquier cosa con una piedra. Porque,
por lo general, hablar con un católico practicante sobre la historia de su
propia iglesia le lleva invariablemente a pretender que España sigue siendo
católica porque siempre lo fue y, bajo ningún concepto, quien esté fuera de la
iglesia de Roma puede tener un mínimo de razón en cualquier asunto de este
tipo. Hay quien defiende que esta forma de “razonar” es típicamente española.
No lo creo. Tal forma de razonar es, más bien, típicamente católica, y por eso
la encontramos no solo en España, sino también en el resto de la Europa
mediterránea de la misma tradición y en los países luso e hispano católicos de
las Américas.
Si
hay un libro que despeja dudas y aclara conceptos sobre la historia de España y su estrecha relación con
la iglesia católica es el publicado en
2014 por César Vidal y titulado La historia secreta de la Iglesia Católica en España. Una completísima obra
que desgrana con detalle el recorrido de esta iglesia en el devenir de España
desde un punto de vista muy objetivo que se atiene a la historia ya lo que de
ella hay documentado. Y aunque hay quien acusa a César Vidal de escribir al
dictado de un anticatolicismo exacerbado por ser el autor seguidor de la fe
cristiana evangélica, yo no he podido encontrar en este libro una sola línea que
me lleve a pensar que tal cosa sea cierta.
La
minuciosidad con la que el autor enumera los hechos, sustentada por una extensa
bibliografía, no solo presenta un extenso cuadro en el que el lector puede
contemplar, desde el remoto pasado hasta la actualidad, cual ha sido en cada
momento la posición de la institución católica y sus actores en periodos y
momentos históricos claves para nuestra nación. También traza un relato
verídico que se aleja de autores católicos faltos del más sencillo ejercicio de
objetividad, así como de otros que, a fuer de ser, ellos sí, anticatólicos
furibundos, han deformado con sus publicaciones una serie de hechos
convirtiéndolos en mentiras tan interesadas y nefastas como puedan serlo
aquellas defendidas por los autores católicos que también caen en la falsedad,
la mentira y la omisión para proteger a la iglesia de Roma y a la imagen
piadosa que ésta siempre ha pretendido ofrecer.
Con
todo, en mi opinión, y ateniéndome a lo leído en La historia secreta de la Iglesia Católica en España, no puede decirse con
objetividad que el balance del catolicismo en la historia de nuestra nación sea
mínimamente favorable, sino todo lo contrario. Porque, reconociendo que el
catolicismo ha sido la religión que más influencia ha ejercido en España
durante toda su historia, no es menos cierto que dicha influencia, sustentada
por un inmenso poder, ha sido ejercida
casi invariablemente en detrimento de las libertades más elementales y ha
provocado las mayores y más sangrientas injusticias.
Este
libro está estructurado en ocho partes bien definidas, además de la
introducción, la conclusión, la bibliografía y las notas. Desde la primera de
esas partes -De la conversión en
religión estatal a la “solución final” del problema judío- en la
que se inicia con la llegada del cristianismo a nuestras tierras (descartando
leyendas y tradiciones que no tienen rigor histórico alguno pero que han
servido para sustentar supersticiones y tradiciones oficiales) y su posterior
mutación al catolicismo impuesto desde Roma que poco tenía que ver con los
fundamentos cristianos de la época en que vivió Jesucristo y los siglos
anteriores, pasando por las partes siguientes que describen y analizan seis
periodos de nuestra historia que es necesario conocer y comprender correctamente,
y que están tituladas como:
.-
Segunda parte. De Religión sometida a religión sometedora.
.-
Tercera parte. La España de la contrarreforma.
.-
Cuarta parte. De la represión de la ilustración a la oposición del estado
liberal.
.-
Quinta parte. El régimen de la Restauración.
.-
Sexta parte. De la Segunda República a la guerra civil.
.-
Séptima parte. De la victoria al distanciamiento del franquismo.
.-
Y Octava parte. De la transición a la era ZP.
Conforme
la lectura discurre por las citadas partes, el lector conocerá que la iglesia
de Roma y sus fieles pasaron por un
periodo de penurias y sometimiento para convertirse posteriormente en la
religión dominante y oficial de los reinos que conformarían España.
Posteriormente, y sirviéndose de su omnímodo poder, la iglesia papista fue
parte activa y necesaria en la terrible persecución contra los judíos y su
posterior expulsión, como sucedería más adelante con los moriscos. Ya desde sus
primeros siglos de dominio, el catolicismo impondría su particular ambiente
dominante y opresivo sobre todos los aspectos de la vida de los españoles. Un
ambiente opresivo que continuaría hasta la muerte del franquismo. La lectura de
las siguientes partes nos llevará, como en un viaje a un tiempo que ojalá no
hubiera sucedido, a la represión sangrienta contra los protestantes que se
prolongaría hasta bien entrado el siglo XIX.
Asistiremos
también a las maniobras católicas contra la ilustración y el apoyo del clero a
la invasión francesa hasta que los soldados de Napoleón comenzaron a saquear y
arrasar iglesias y monasterios, y conoceremos cómo la iglesia católica se opuso
férreamente al floreciente liberalismo que pretendía convertir a España en una
nación de libres e iguales ante la ley, lo que hubiera podido acabar con el
régimen feudal del que el catolicismo se aprovechaba a manos llenas. Una
oposición a la libertad que promovió en buena parte el enfrentamiento entre
españoles durante las guerras carlistas y el posterior apadrinamiento de los
incipientes, xenófobos y criminales nacionalismos catalán y vasco. Un periodo
que podríamos calificar como otro enorme error histórico que nos descabalgó del
progreso que iniciaban otras naciones, tal y como sucedió cuando la España
católica abrazó la Contrarreforma beligerante ante la Reforma protestante que
aventajaría a no pocos países europeos frente a las naciones mediterráneas
católicas, entre las que España fue referente de papismo hasta el punto de
arruinarse peleando las guerras del Vaticano que tanta sangre y oro costaron a
nuestra nación.
En
la sexta, séptima y octava parte, el análisis del periodo histórico más
reciente, que abarca desde la Segunda República, la guerra civil y la posterior
dictadura, hasta la transición y las sucesivas legislaturas hasta el final del
mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, Cesar Vidal nos plantea de principio
el desmentido de varias falacias que no pocos autores han propagado respecto al
papel que la institución católica jugó durante el periodo de preguerra, durante
el enfrentamiento civil y la dictadura. Sin negar en absoluto lo que los
creyentes y el clero católicos sufrieron, puntualiza sobre ciertas situaciones
de aquellos años que han quedado relegadas al olvido durante décadas y que son
de vital importancia para observar, desde una perspectiva amplia, el papel que
la iglesia pretendía jugar frente a los partidos políticos, la pujante
masonería, y la oleada anticlerical que ganaba en violencia conforme las
fuerzas obreristas afianzaban su poder. Y cuando el autor finaliza el funesto
periodo de la Segunda República y la guerra civil, llega a la conclusión,
imposible de rebatir, de que la iglesia católica fue una de los vencedores de
la guerra, tomando parte activa en la represión y la censura que se instalarían
por décadas en la vida de los españoles.
Particularmente,
una de las revelaciones del autor que más me impactaron sobre este periodo y que yo desconocía por completo es la que se
refiere a la negativa de las autoridades eclesiásticas a recibir las ayudas del
plan Marshall proveniente de los Estados Unidos
- el plan de ayuda norteamericano para la reconstrucción de varios
países europeos tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial - porque una de las condiciones imprescindibles
de dicho plan es que Franco (y por tanto, la iglesia) aceptasen para España el
principio de libertad religiosa que debe regir en cualquier país civilizado.
Todos conocemos el resto. España no se benefició del Plan Marshall y demoró su
recuperación respecto a otros países europeos en más de diez años. La jerarquía
católica presionó a Franco para que este negase la posibilidad de establecer la
libertad religiosa en España, y el dinero americano pasó de largo.
Ya
en el último periodo descrito en el libro aparecen gobernantes claves de
nuestra historia reciente como Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar
y Rodríguez Zapatero. Creo que las relaciones de cada uno de estos
expresidentes y sus colaboradores con la
jerarquía católica darían para un libro dedicado a cada uno de ellos, a tenor
de lo que cuente el autor. Solo adelantaré que para más de un lector que
desconozca hasta qué punto la iglesia católica y su conferencia episcopal se han
comportado no como una institución de índole espiritual, sino como una
verdadera potencia económica y política, las explicaciones sobre este periodo
de nuestra historia supondrán a buen seguro una tremenda decepción respecto a
sus iconizados políticos y sus santificados jerarcas católicos. No desvelaré
más.
La historia secreta de la Iglesia Católica en España de César
Vidal es un libro esencial para los amantes y estudiosos de la historia de
nuestra nación. Un libro que viene a cubrir un abismo de demagogia y falsedades
con un arduo y detallado trabajo apoyado en documentación y bibliografía
suficientes para acallar a quienes niegan lo que es innegable y no ven
precisamente lo que no se puede ocultar. Existen demasiadas publicaciones
escoradas a izquierda y derecha que han procurado contar la historia de España
como conviene a unos u otros. El fiel de la balanza es este libro, que centra
en la objetividad lo que otros han torcido durante años. Una obra necesaria que
nos ayudará a comprender mejor nuestra historia como nación y la realidad que
vivimos actualmente.
Presentación del libro en Periodista Digital el 2 de junio de 2014
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