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El Foro de Davos (Foro Económico Mundial de
Davos) que se celebra estos días, un año más, en pueblo suizo del mismo nombre,
vuelve a ser un “más de lo mismo” con escasas diferencias respecto a los años
anteriores. En este recién iniciado 2020, el slogan del Foro es la “sostenibilidad”;
una palabra que me provoca escalofríos desde la primera vez que la escuché,
porque desde esa primera vez siempre la he asociado a impuestos, corrupción y
manipulación.
Dicen los que asisten a conferenciar y a
dejarse ver al Foro de Davos que lo que este año proponen (otra vez) es una
serie de soluciones a los problemas globales. Miren ustedes; en toda ocasión en
la que he escuchado o leído las propuestas de cualquier personaje, grupo o
asociación globalista, no he encontrado otra cosa que a unos impresentables diciéndome
cómo debo comer, gastar mi dinero, elegir mi auto, mi música, mi ropa y hasta
mi pareja si no estuviera ya casado, por qué debo pagar más impuestos y por qué
el progreso es malo y el progresismo es bueno. En definitiva, que los
promotores del Foro de Davos me están diciendo que no sé planificar mi vida,
pero que ellos, y sus políticos y funcionarios afines cuidarán de mi a cambio
de convertirme en oveja.
No es de extrañar que los escasos mandatarios
que osan enfrentarse al globalismo de Soros, al Foro de Davos o al ejército de
medios vendidos al globalismo en sus diferentes corrientes sean constantemente
atacados mediante constante desinformación y manipulación sobre sus políticas y
los resultados de éstas.
La intervención de Donald J. Trump en el Foro
de Davos 2020 ha sido de antología, cosa que ha reconocido incluso algún ferviente
partidario de fenómenos mediáticos del estilo de la niña trastornada Greta
Thunberg. Una intervención que ha sido de antología porque no solo ha podido
presumir de los méritos económicos logrados durante su primera legislatura;
también porque, fiel a su estilo, ha tenido los arrestos para decir lo que
piensa sin preocuparse si con ello temblaban las paredes del auditorio o si se
removían las tripas de ciertos asistentes. Así que Trump podrá caer bien o mal,
podrá ser reconocido como un gran presidente hasta ahora o no, pero de lo que
no tengo ninguna duda es que este discurso es absolutamente recomendable,
porque supone un soplo de aire fresco en un ambiente cargado y envenenado de globalismo
rampante y de corrección política estomagante.
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