Podemos exige en
el congreso regularizar inmediatamente a 600.000 inmigrantes. Para ello aduce a
la solidaridad y la causa humanitaria, pero lo que realmente subyace es la
necesidad acuciante de este partido de perturbados y manipuladores en incorporar
a su cantera una cantidad importante de futuros votantes, ante la previsible
debacle que este partido sufriría en unas elecciones generales en favor de un
PSOE que espera su oportunidad para culpar de todos los desastres sucedidos en
los pasados meses a su incómodo socio bolivariano.
El portavoz de
semejante idea ha sido el singular podemita Pablo Echenique, de quien lo mejor
que puede decirse es que, si bien no aporta nada de provecho a la maltrecha
política española, cumple a la perfección con su papel de agitador y sembrador
de odio.
Como todo buen
demagogo que se precie, el infame Echenique ha defendido esta iniciativa
ondeando la bandera de la pena. Se ha referido a los inmigrantes ilegales como
a aquellos a los que nadie nombra, los olvidados de las políticas públicas, los
“nadie”… y por si se da la posibilidad de que haya logrado provocar suficiente
lástima, apura el órdago y da el paso siguiente: la nacionalización inmediata
de todos aquellos ilegales cuyos trabajos esenciales hayan sido determinantes durante
la crisis del Covid 19.
No hace falta
ser un genio del análisis político ni un as de la economía para entender que en
un momento de crisis como el que vivimos, con un desempleo cercano al 16%, y
una economía en caída libre, la recepción oficial de 600.000 inmigrantes en las
estadísticas de las administraciones públicas no supondría otra cosa que añadir
un nuevo lastre a un barco que va a pique. Pero a gentes como Echenique u otros
políticos profesionales de la izquierda y la derecha eso les trae sin cuidado,
porque su verdadero interés es afianzar sus bases de votantes con las que acaparar
más parcelas de poder y asegurarse así sus propios medios de vida dentro de esa
gigantesca maquinaria que succiona los recursos de los españoles sin la menor
consideración por las consecuencias de este asalto continuo a la soberanía de
la nación.
Que nadie se
llame a engaño. La clase política se mueve en una dirección y con un solo propósito,
con muy escasas excepciones. Si ahora es el infame Echenique el que pretende
dar este nuevo giro de tuerca a uno de los ejes maestros de la agenda
globalista que es la inmigración ilegal y masiva, Vox ha sido el que con su
abstención ha dado también carta de garantía a la aprobación del Ingreso Mínimo
Vital, o como yo prefiero denominarlo, Ingreso de Manutención de Votantes.
¿Qué más necesitamos
los españoles, y más concretamente gallegos y vascos de aquí a una semana, para
dejar vacías las urnas con una abstención masiva que sí sería una aplastante
abstención activa contra los matones y los ladrones que nos exigen depositar
una papeleta con sus nombres, para que así les autoricemos a robarnos durante
cuatro años más?
Pablo Echenique
no es más que un triste personaje que está en la cúpula de Podemos y en el Congreso
de los Diputados no por lo que pueda aportar, porque no aporta más que
crispación. Está donde está por ser un demagogo y un discapacitado que a
Podemos le venía muy bien para dar una imagen de solidaridad que en realidad no
existe. Pero no dejemos de lado la realidad más amplia. Echenique es
simplemente uno más de los servidores de diferentes colores políticos que, con
nuestro dinero y nuestras vidas, hacen funcionar un régimen de expolio que
beneficia a las élites y satisface con limosnas a los que viven del
asistencialismo. No hay más que seguir las trayectorias de los diferentes
partidos y los resultados de sus acciones para descubrir que eso es
rigurosamente cierto. Pero lo que los españoles necesitan es romper el muro de
los prejuicios y los miedos que vienen desde arriba, y comenzar a pensar por sí
mismos en su futuro como nación y como sociedad civil.
Así, como no
contamos con ningún partido político suficientemente grande, decente y capaz de dar un vuelco a esta situación de
corrupción generalizada, la única opción posible es la abstención masiva,
repetida en todos y cada uno de los siguientes comicios, con la que forzar un
periodo constituyente para una República Constitucional como única garantía para
que los españoles puedan darse un gobierno digno y una efectiva separación de
poderes que proteja la defensa de la vida, libertad individual, la libertad de
conciencia, el derecho a la propiedad privada y la libertad de mercados como
únicos instrumentos para que España llegue a ser una nación prospera.
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