Algo Debe tener de temible la abstención para los políticos del corrupto sistema de partidos y sus entregados sirvientes cuando unos y otros, lejos de valorarla como opción de expresión del pueblo español, ponen un gran empeño en denostarla y en compararnos a los abstencionistas con enemigos de la democracia. Y tal y como están las cosas en España, hasta tiene lógica que los vividores a costa de nuestros impuestos y haciendas teman más que aun nublado la posibilidad de que algún día no lejano la abstención, como forma activa de protesta contra los mafiosos sin escrúpulos que gobiernan y se reparten nuestra nación, pueda llegar a ser mayoritaria, desbordando así la supuesta legitimidad que los partidos políticos y quienes les dirigen pretenden tener sobre nuestra secuestrada soberanía como ciudadanos.
Tras los resultados de las pasadas elecciones autonómicas gallegas del 12-J los medios de información, que en su práctica totalidad sirven de un modo u otro a los partidos y a los intereses que existen tras éstos, pusieron el foco de la noticia en los vencedores de los comicios y en las estrepitosas derrotas de alguna que otra formación. Así, el gran acontecimiento de la jornada para estos medios, meros altavoces de quien los alquila a base de contratos publicitarios, fue la victoria del Partido Popular y su candidato Núñez Feijoo, un troyano nacionalista incrustado en un partido que dejó de representar a la derecha durante el liderazgo nacional del infame Mariano Rajoy; y la anécdota jocosa fue el descalabro de un Podemos venido a menos en su demagogia y llevado al matadero por la incoherencia de sus líderes con su comunismo de chalet y piscina.
Sin embargo, la abstención del 41,12% (sin contar el voto emigrante y sin incluir el voto del Censo de Residentes Ausentes, CERA), una de las más altas de los últimos años en esta Galicia tradicionalmente puntera entre las regiones más abstencionistas, no pasó de ser una noticia menor citada en párrafos escondidos entre comentarios felices de los periodistas vendidos al PP y furiosas diatribas de los que sobreviven apoyando a la izquierda. Una actitud rastrera que define muy bien a quienes ponen su teclado a disposición de ideologías, haciéndose pasar por informadores, convirtiéndose así en colaboradores necesarios de la gran farsa que mueve a los españoles a votar para legitimar de este modo al corrupto estado de partidos.
En el mapa adjunto aparecen reflejados los datos oficiales de las capitales de provincia gallegas y de algunos de los muchos municipios que superaron el 40% de abstención. Es necesario incidir que en la práctica totalidad de las bases de datos de organismos públicos, de medios de información y de agencias de noticias la incidencia e importancia de la abstención es un aspecto electoral prácticamente proscrito del que apenas se preparan mapas interactivos. Por razones obvias la abstención se trata de pasada, restando importancia al significativo hecho de su crecimiento en los últimos comicios gallegos. Para el sistema, éste es un ejemplo que no debe cundir y por tal motivo tan solo inciden en los resultados más o menos satisfactorios de las formaciones políticas. Pero nosotros recalcamos los ejemplares resultados de aquellos municipios con alta abstención, en ocasiones cercana y hasta mayor al 50%
¿Es la abstención masiva un peligro para el corrupto sistema de partidos y castas privilegiadas? Definitivamente sí, aunque la mayoría de los españoles no acaben de comprenderlo todavía. Pero el reciente caso de Francia y sus últimas elecciones locales de junio, en las que la abstención ha llegado a un 59,5%, ha supuesto un duro golpe para el gobierno y no solo por haber perdido expectativas de voto frente a otros partidos; también porque una abstención prácticamente del 60% puede dejar sin legitimidad, a los ojos del pueblo, las actuaciones de una clase política que se escuda en la representación de sus votantes para conseguir sus objetivos. En la vecina Francia, gracias al espectacular incremento de la abstención, tanto el partido en el gobierno central como las distintas formaciones en los municipios se plantean cómo afrontar las crecientes críticas de los votantes. El argumento esgrimido por los políticos y los medios de comunicación que asegura que la abstención se ha debido al miedo al contagio en plena pandemia, fue dejando paso a un sentimiento compartido por muchos que plasma la la realidad de lo evidente. Con poca o escasa representación de la ciudadanía que se abstiene en mayoría, las iniciativas de los políticos tendrán mucho de estafa y poco de voluntad popular defendida por sus representantes.
Galicia puede ser el ejemplo de abstención que prenda la mecha en el resto de la nación. Algunos de los políticos gallegos han aprendido que una alta abstención les ha dejado fuera de su parlamento. Que les ha borrado del mapa. Que les ha dejado sin prebendas y sin medio de vida a costa del contribuyente.
Si un sentimiento similar al de muchos franceses calara en el ánimo de una mayoría de españoles, el corrupto sistema de partidos y castas privilegiadas se tambalearía. Si los españoles tuvieran el valor de quitarse la venda de los ojos, una venda que no es otra cosa que un prolongado y continuado aleccionamiento que les ha inducido profundamente la disparatada idea de que si no participan, si no votan, no tienen derecho a pedir responsabilidades a los políticos; si los españoles se atrevieran a reconocer que la abstención masiva es la abstención activa que obligaría a un replanteamiento total, a una renovación completa que no existió durante la transición, podría hacerse realidad un periodo constituyente dirigido hacia una República Constitucional con plena separación de poderes que pusiera fin a este estado fallido, corrupto e injusto en el que vivimos.
Galicia es la brecha de la abstención, con su 41,12% de abstención media, que puede hacer tambalear los altos muros de este nefasto estado de partidos y castas privilegiadas. Es hoy por hoy el ejemplo a seguir que puede verse fortalecido por el convulso futuro que se vislumbra para España a partir de Septiembre. El republicanismo cabal no debe perder la visión y el objetivo de la Generación Nacional, más que de una regeneración que es imposible en un ambiente en el que nada se puede regenerar. Ya hemos visto que la abstención es un arma poderosa. Ahora solo falta el valor para usarla al servicio de España.
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