Exceptuando algunos comentarios
del Presidente Zapatero y de sus ministros, las previsiones generales para el
nuevo año 2011 son tremendamente malas. En realidad, no hace falta ser un genio
de las finanzas ni de la alta política para darse cuenta de ello. Basta con
salir a la calle y moverse por la ciudad para percibir el clima de desesperanza
y escepticismo que se impone a diario entre empresarios, comerciantes y
empleados.
Yo comienzo 2011 haciendo una
pequeña declaración de intenciones para el día de hoy. No pienso ver ni medio
minuto de la entrevista que esta noche realizará Antena 3 al Presidente José
Luís Rodríguez Zapatero.
No lo haré, porque no creo que nadie,
y menos un político del nivel de ZP, cambie de ideas e intenciones en pocos
días. Y como escuché entera la entrevista que Carlos Herrera, en Onda Cero, le
hizo a Zapatero apenas hace una semana y media, estoy seguro que la aparición
de éste en Antena 3 esta noche será más de lo mismo: No reconocer ni un solo
error de los muchos cometidos durante su mandato, nuevas mentiras sobre el
final de la crisis y cargo de culpas de todo lo sucedido sobre los que son
oposición desde marzo de 2004. Me atrevo a decir, si que por ello nadie pueda
asegurar con razón que este comentario es una defensa del PP y de Mariano
Rajoy, que quien siga creyendo en las mentiras del Presidente del Gobierno y de
sus ministros y colaboradores es un mediocre, o un sectario, o tiene un severo problema
de apreciación de la realidad. Pero cada uno es libre de poner sus preferencias
a los pies de quien más guste.
Es con respecto a la libertad que
ha llamado mucho mi atención la polémica suscitada por la nueva normativa sobre
el consumo de tabaco en lugares públicos. Por supuesto, opino que hay asuntos
mucho más importantes y trascendentes que éste, pero no puedo dejar de escribir
mis impresiones, más por el objetivo de
compartirlas que de coincidir, o no, con las opiniones mayoritarias.
Creo firmemente que el mejor modo
de resolver un problema es buscar su origen. Cualquier otra cosa es parchear
los daños y permitir (en ocasiones, incluso fomentar) que el problema siga
existiendo. Así, considero que el principal problema del tabaco es el consumo
que se hace de él. Como ya defendí en otras ocasiones, me parece realmente
absurdo que tratemos de legislar sobre este producto, sin atrevernos
abiertamente a prohibirlo, tal como hacemos cuando detectamos propiedades
dañinas en alimentos, juguetes o cualquier otro artículo que aparece en el
mercado. Estoy convencido de que la costumbre de fumar tabaco, tan fomentada
por las empresas tabaqueras y por gobiernos y personajes públicos hace muchas
décadas, lo convirtieron, para beneficio de sus productores y de los propios
estados, en un producto común, socialmente aceptado y hasta aconsejado entre el
público. Ahora, y desde finales de los 80s, el tabaco ha ido perdiendo su
imagen glamurosa para convertirse en algo indeseable que, sin embargo, sigue
estando permitido, aunque cada vez más restringido.
Desde mis convicciones liberal
clásicas, respeto que cada uno sea libre de hacer con su vida lo que desee.
Pero, partiendo de esa premisa, me pregunto si es ético y moral respetar la
“libertad” de quien pretende lucrarse a costa de la salud del prójimo. En
cualquier caso, prácticas como el fumar pueden tomarse como un ejercicio de
libertad, pero solamente al principio. Luego se convierten en un hábito que
degenera en adicción. Y cualquier adicto sabe bien que no es libre para dejar
de consumir libremente.
Consideraciones particulares al
margen, reconozco que esta nueva ley / chapuza del partido socialista ha
generado polémicas que, ya en algún caso, resultan verdaderamente exageradas. Pero
esta ley también a resultado ser un agravio hacia muchos hosteleros, que se
vieron obligados, hace tan solo unos años, a modificar sus locales, invirtiendo
grandes cantidades de dinero, para acondicionar áreas de fumadores en sus
respectivos negocios. Ahora, aquellas inversiones se pierden, al quedar
prohibido fumar en cualquier sitio del interior de los establecimientos de
hostelería.
En resumen, y siempre bajo mi
punto de vista: Cada uno es libre de fumar, pero a mí me parece que esto es un
mal uso de la propia libertad bajo cualquier punto de vista. Pero, guste la
nueva normativa o no, los fumadores tendrán que cumplirla o atenerse a las
consecuencias. Ahora está por ver si a los propietarios de los bares y
restaurantes que se han publicitado gratis anunciándose como objetores y
rebeldes a la nueva ley les merece la pena arriesgarse a tener que hacer frente
a las posibles sanciones.
Hola Mike, ya veo que prohibiciones por allá y por aquí. Debes estar enterado que hasta una ley de Internet nos clavaron. Bueno, así vamos. Espero que a nivel personal tengas un gran 2011.
ResponderEliminarAprovecho de mencionarte sobre la campaña humanitaria por la salud de la juez Afiuni, ojalá nos apoyes.
Abrazos