Puede escuchar el texto al final del artículo.
Me pregunto si las mujeres que aparecen en
los vídeos de “Almas Veganas” son simplemente unas perturbadas que viven
apartadas de la realidad en su infantil mundo de unicornios y arcoíris
permanentemente acosado por machos depredadores de toda especie, o si son unas
verdaderas caraduras que, conscientes de que no reúnen más méritos que su
extremismo anti-“todo”, han ideado una cuidada estrategia para ganar fama, y
quien sabe qué más, a base de pasar por eco-idiotas candidatas a un ingreso
psiquiátrico prolongado.
Sus absurdos vídeos de gallinas víctimas y
gallos violadores, y de concienciación global anti-pesca, pronto se hicieron
virales; porque en este mundo que consume contenidos multimedia con la misma
rapidez con la que Pedro Sánchez queda como un tonto ante un micrófono, lo
histriónico gusta al público de un modo tan especial, que hasta algún vídeo de
lo más extraño ha pasado a ser parte de esos recuerdos recurrentes que uno no
olvida por más que pasen los años.
Afortunadamente, frente a semejante batería
de anormales que pueblan las redes sociales y los contenidos multimedia, surgen
de vez en cuando figuras que ponen las cosas en su sitio con las únicas
herramientas que se necesitan para ello: un móvil, un razonamiento correcto, y
una visión de la realidad como la que ha dejado a esas veganas enloquecidas y
de pasado carnívoro a la altura mental de una ameba. Así que igual de viral ha
sido en estos días el vídeo de un avicultor que explica de un modo
absolutamente gráfico, porque lo hace precisamente desde su granja, los
“errores” en los que caen estas veganas que, a base de exageración estúpida e
infantil y argumentos absolutamente delirantes, han logrado una fama que ha
traspasado fronteras y con la que han cosechado el mayor de los ridículos por
todo el mundo hispanohablante.
Menos mal, menos mal, menos mal, que el
avicultor, con sus clarificadoras explicaciones, ha contrarrestado lo que nos
pueda haber salpicado a los españoles del ridículo de las tonto-veganas. Menos
mal, porque el vídeo del avicultor ha sido igualmente viral, y los medios
hispanoamericanos que han publicado “el vídeo de las veganas españolas” también
han enlazado inmediatamente el del avicultor “cabreadillo” (como él mismo dice)
por las afirmaciones de ellas.
Lo que pueda tener de hilarante y grotesco
este caso de eco-taradas pro-gallináceas no puede hacernos perder la visión de
la realidad respecto a lo que está sucediendo hoy prácticamente a diario. No
debemos obviar que estas mujeres, sus ideas y acciones son el fruto de una continua
degeneración de nuestro sistema de valores, cuya degradación se aceleró, no
casualmente, hace ya 15 años.
No es casualidad que por un lado aparezcan
activistas como ellas, ya sean veganas, feminazis, o abiertamente beligerantes
contra todo lo que define a nuestra civilización occidental. No es casualidad
que en los últimos años hayan salido “de la nada” nuevas fuerzas políticas cuyo
único objetivo es derribar nuestro sistema de valores. No es en absoluto
casualidad que el desembarco de la ideología de género, durante la última
década, se haya producido como una aplastante invasión mientras otra, la
invasión islámica que comienza a colapsar Europa, se extiende exponencialmente
desde las calles y comienza a infiltrarse en
las instituciones. Nada de esto es casualidad, porque se ha ido
preparando ante nuestros ojos durante años, hasta que se presentó el momento
oportuno de dar rienda suelta y dejar crecer al monstruo.
No perdamos de vista lo verdaderamente
importante. Almas Veganas no pasa de ser un chiste. Una situación esperpéntica
que ni el gran Pedro Reyes hubiera podido superar. Lo verdaderamente importante
es lo que sucede en paralelo, a todas horas y en todos los órdenes, y que nos lleva a la
miseria más amplia si no ocurre un milagro.
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