Puede escuchar el texto al final del artículo
La gran farsa del
cambio climático se ha convertido definitivamente en una religión mundialmente
aceptada y defendida incluso por gobiernos, organismos internacionales, y hasta
por el propio Vaticano. Una religión que apenas hace 15 años venía revestida de
una doctrina algo diferente. Entonces, sus defensores e impulsores, además de
la sociedad internacional de coeficiente lanar que la admitía sin reservas, la
llamaban “calentamiento global”. Y habrá que reconocer que, al menos en los
primeros años de preponderancia del término “calentamiento global” en los
canales de televisión y de radio, en los periódicos y hasta en no pocos
discursos de ciertos partidos políticos, semejante doctrina climática tenía a
una enorme mayoría convencida, en la que se entremezclaban los crédulos, los
asustados, los activistas, y los que de un modo u otro esperaban sacar
beneficio de aquella nueva moda global.
El punto álgido de
la doctrina calentóloga se vivió durante el verano de 2003. Cierto es que aquél
verano fue anormalmente caluroso y largo en España, lo que le vino de perlas al
falsario lobby climático. Recuerdo muy bien que a mitad de mayo, en muchos
lugares de la península se alcanzaban los 35 grados la mayoría de los días, y
que aún en la primera semana de octubre en esos mismos lugares las máximas
diarias no bajaban de los 30 grados. Hasta tal punto llegó el convencimiento
general de que a partir de ese año todos los veranos serian ya similares,
porque lo había comunicado así una de las principales organizaciones internacionales
al servicio del calentamiento global, que los meteorólogos que aseguraban que
aquél verano era un fenómeno puntual idéntico a los que se habían vivido en algunos
de los 30 años anteriores fueron criticados ferozmente como si de herejes
contra la nueva religión se trataran. Al año siguiente, por el contrario, en
muchos de aquellos lugares donde el verano de 2003 había sido inusitadamente
caluroso, las temperaturas medias desde mayo hasta septiembre fueron más
frescas de lo habitual, hasta el punto de que muchos negocios de hostelería al
aire libre sufrieron sensibles pérdidas si comparaban sus
resultados con la
media de los obtenidos en temporadas anteriores. Y lo mismo fue sucediendo
durante algunos de los siguientes veranos. Como suele pasar, ni uno solo del os
alarmistas que machacaron a conciencia a los meteorólogos “rebeldes” y sus
reputaciones ofreció una sola disculpa. En lugar de ello, advirtiendo que una
parte de la sociedad iba dejando de creer en el calentamiento global, el lobby
de la calentología decidió reconvertir su doctrina en lo que en los últimos
diez años conocemos como cambio climático, y que en el presente 2019 ha dado un
paso más en su estrategia de propaganda y dominación global presentándonos a un
nuevo icono fabricado expresamente para las masas. El fenómeno Greta Thunberg.
La niña victimista que parece vivir en un estado combinado de perpetuo cabreo y
doliente preocupación por una situación climática mundial que solo existe en su
perturbada mente y en el laboratorio demagógico de la agenda globalista.
¿Es la nueva
religión de la calentología realmente una estafa? Lo es. Se puede asegurar sin
margen de error. No importa que buena parte de la sociedad tenga la mente
abducida por políticos, periodistas y
comunicadores a sueldo de los grandes intereses que se hallan detrás de la
agenda globalista. No importa que la inmensa mayoría de los medios repitan como
cotorras las consignas planificadas desde esos intereses. Pero,
desgraciadamente, al gran público tampoco le importa que los hechos desmientan,
una vez tras otra, este gran timo, y pongan en evidencia a sus gurús y
comparsas. Como dijo Mark Twain en cierta ocasión: “es más fácil engañar a alguien
que convencerle de que ha sido engañado”. Y tal cosa es absolutamente cierta.
Es muy difícil convencer a toda una sociedad de que está siendo engañada y
manipulada.
La perspectiva del
tiempo de la que podemos disfrutar en nuestra tecnológica generación es una herramienta
muy fiable para poder validar o descartar la veracidad de los resultados de tal
o cual ideología. Los hechos, una vez comprobados, son incontestables, por
mucho que los partidarios de los timos a gran escala pretendan alterar y hasta
justificar el resultado de sus acciones. De hecho, el Competitive Enterprise
Institute (CEI) ha elaborado una muy interesante recopilación de titulares y
noticias, en su mayoría de diarios estadounidenses, pero también de alguno
británico y francés, en la que el desfile de noticias apocalípticas es
verdaderamente llamativo. Un desfile formado por tal retahíla de calamidades
pretendidamente fundamentadas que no puede llevarnos a otra conclusión, de
nuevo, de que la gran obra mediática del calentamiento global devenido a cambio
climático es una gran farsa que se aprovecha de la ingenuidad y el escaso
criterio de millones de personas que prefieren ser engañadas antes de realizar
un mínimo esfuerzo por comprobar si lo que se les está contando es real o si
constituye un cuento de dimensiones colosales.
Obviamente, los
titulares y noticias fotocopiadas de los originales están en inglés, pero añado
un link de descarga para quien tenga curiosidad por examinar el documento
completo recopilado por el C.E.I. Yo añado aquí un listado de titulares
traducidos al español para que el lector que no comprenda el inglés pueda
hacerse una idea de lo que contiene
dicha recopilación publicada en septiembre del presente año 2019.
1967: Grave
hambruna para 1975. The Salt Lake Tribune.
1969: Todos
desaparecerán en una nube de vapor azul
para 1989. New York Times.
1970. Edad de hielo
para el año 2000. Boston Glove.
1970. America
sometida a racionamiento de agua para 1974 y racionamiento de alimentos para
1980. Daily Redlands, California.
1971. Viene la edad
de hielo. Washington Post.
1972. Nueva edad de
hielo para 2070. Brown University, Department of Geological Sciences.
1974. Nueva edad de
hielo vendrá rápidamente. The Guardian.
1974. ¿Nueva edad
de hielo? Time.
1974. Agotamiento
del ozono, un “gran peligro para la vida”. NASA
1976. El
enfriamiento. The New York Times Book Review.
1980. Lluvia ácida
mata la vida en los lagos. Noblesville Ledger…. Pero 10 años después un estudio
del Gobierno de los US concluyó que la lluvia ácida no interviene en la crisis
medioambiental. Associated Press.
1978. No hay final
a la vista en la tendencia de enfriamiento de los próximos 30 años. New York
Times.
1988. James Hansen
pronostica aumento de la sequía regional en la década de los 90s. The Miami
News. (Pero el año último año realmente seco en el medio oeste fue 1988, y los
años recientes batieron records de condiciones húmedas. Fuente Realclimatesicence.com)
1988. Prepárense
para largos y cálidos veranos. Lansing State Journal. (Pero el número de días
calurosos tuvo su pico en 1911, y ha ido declinando desde entonces. Fuente
Realclimatesicence.com)
1988. Las Maldivas
completamente sumergidas en 30 años. The Camberra Times.
1989. el aumento de
los mares destruirá naciones en el año 2000. Associated Press.
1989. La autovía
del West Side de New York sumergida para 2019. Salon.com
2000. Los niños no
sabrán qué es la nieve. The Independent.
2002. Hambruna en
10 años. Por qué los veganos tenían siempre razón. The Guardian.
2004. Gran Bretaña
tendrá clima siberiano en 2020. The Guardian.
2008. El ártico no
tendrá hielo en 2018. The Arguss Press, Michigan.
2008. Al Gore
advierte que el Ártico no tendrá hielo para 2013.
2009. El Príncipe
Carlos dice que solo quedan 8 años para salvar el planeta. The Independent.
2009. Gordon Brown:
Tenemos menos de 50 días para salvar al planeta de la catástrofe. The
Independent.
2009. La capa de
hielo polar puede desaparecer en mayo de 2014. USA Today.
2013. el Ártico sin
hielo en 2015. The Guardian.
2013. La Marina de
los Estados Unidos predice verano ártico sin hielo en 2016. The Guardian.
2014. Solo 50 días
antes del caos climático según ministerio de exteriores francés. Washington
Examiner.
Link de descarga de
la recopilación de artículos originales aquí.
0 comments:
Publicar un comentario
Cualquiera es libre de opinar aquí. Pero quien opine será responsable de sus palabras.