Puede escuchar el texto al final del artículo
En Europa, y concretamente en España, la
izquierda está muy mal acostumbrada. Se comporta como una niña malcriada a la
que le han consentido todo y cuando sufre un revés, aunque sea simbólico, se
comporta como una perturbada, echando espuma por la boca, reclamando esa
superioridad moral de la que siempre
hace gala, con la misma desfachatez con la que un bancario trata de vender un
producto ruinoso a un matrimonio de jubilados. Y cuando me refiero a la
izquierda, entiéndase que hablo del amplio abanico que abarca desde los
políticos a los medios, pasando por educadores, funcionarios, subsidiados y
todo el elenco social que desde la transición se ha trabajado el inmenso
chiringuito del que vive y en el que expolia a los ciudadanos.
Por eso; porque la izquierda se cree
superior a todo y la derecha cobarde, que en los últimos 15 años ha ido
asimilándose a la izquierda en su mayoría, las reacciones izquierdistas cuando
alguien le quita la careta suelen ser desaforadas, y en ocasiones propias de
dementes.
La Unión Europea ha condenado oficialmente
los crímenes del comunismo. Lo que cualquier persona razonable se preguntaría inmediatamente
es por qué esto no había sucedido antes.
En 2005 escribí un artículo para una
modesta publicación digital, ya desaparecida, en el que mostraba mi asombro
respecto a la cobarde actitud de las autoridades europeas en una celebración en
memoria de las víctimas del Holocausto. A aquella celebración, que también era
un homenaje a las víctimas y héroes de la segunda gran guerra, esas cobardes y
cómplices autoridades europeas habían invitado a representantes rusos, en
recordatorio de que la Unión Soviética había sido una de las fuerzas
determinantes para la derrota de la Alemania de Hitler. Yo no habría tenido
nada que objetar si ese homenaje hubiera sido dirigido a los vencedores de la
guerra. Pero el hecho de que la memoria de la Unión Soviética estuviera
representada en un homenaje a las víctimas del Holocausto me pareció
verdaderamente insultante.
En aquel artículo incidí especialmente en
la aberración que suponía el hecho de que los comunistas, que en su intenso y
prolongado ejercicio de persecución y asesinatos de disidentes no hicieron
ascos a la represión y matanza de judíos en las repúblicas que la URRS iba anexionándose,
estuvieran presentes en ese homenaje condenando al nazismo y sus atrocidades. Ni
que decir tiene que las críticas de lectores izquierdistas hacia mis palabras
fueron desde acusaciones hacia mi persona de ser prosionista, hasta sugerir mi
internamiento en algún centro psiquiátrico. Tal es la ecuanimidad con la que la
izquierda española acepta la realidad histórica. Es el mismo sectarismo con que
los nostálgicos de Franco llegan a negar le represión de la posguerra, o la
misma elasticidad de conciencia con la que los independentistas vascos disculpaban
los asesinatos de ETA.
Hoy, ante la noticia de esta tardía y simbólica
condena de la Unión Europea contra los crímenes del comunismo, he leído el
mismo estilo de críticas izquierdistas. Desde la manipulación pretendidamente académica
de algún tarado que prácticamente niega la existencia de los gulags, hasta los
titulares de un comunicador a sueldo zurdo que tilda a esta iniciativa como
atentado contra la memoria histórica, no he encontrado en uno solo de los diez
o doce artículos que he repasado una sola mención a la ruina y el terror que el
comunismo ha implantado a sangre y fuego en cada nación que ha gobernado.
Así, y por poner solo tres ejemplos, publico.es
titula lo siguiente.
Iniciativa Debate, en un delirio
procomunista difícil de clasificar, asegura:
Nuevatribuna.es entra en trance defendiendo
la memoria histórica que ensalza al comunismo. Imagen 003.
Y en comunidades como meneame.net los
comentarios de la mayoría de los usuarios provocan tanta vergüenza que no
pienso reproducirlos aquí. Baste decir que están indignados por la comparación
entre nazismo y comunismo, algunos de ellos asegurando que el comunismo hace lo
que hace cargado de buenas intenciones.
Para mí, lo más interesante ahora es saber
si los ayuntamientos españoles se darán la misma celeridad en retirar nombres
de criminales y mobiliario urbano en
homenaje a los mismos como lo han hecho en borra de la memoria nombres de
personajes la época franquista, y por completa ignorancia otros que nada tenían
que ver con Franco pero que a la izquierda le parecía que sí.
Es verdaderamente triste, pero este tipo de
reacciones son la constatación de que vivimos en una sociedad ignorante y
malvada. Ignorante, porque tiene poca o ninguna idea de la historia. Y malvada,
porque no pocos alientan y justifican a sistemas totalitarios y criminales
cuyos resultados igualan, o superan a aquellos otros que los mismos critican
ferozmente. Y ante ellos, que son mayoría por acción y por omisión, la libertad
pierde, y la prosperidad desaparece, cediendo ambas su sitio a la miseria y el
terror.
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