Hoy día puedes expresar,
abiertamente y sin problemas, los más variados insultos al rey, a los
estamentos oficiales , a las instituciones y a las autoridades que peor le
caigan al mundo progre.
También puedes declararte y
percibirte como algo que jamás serás, por mucho que te pongas, te quites, te
inyectes y te cortes. Y podrás gritarlo a los cuatro vientos hasta quedarte
afónico.
Y no tendrás ningún
problema. Incluso serás alabado, defendido y hasta alentado por parte de una
sociedad que hace décadas perdió todo referente de justicia, de moral y de
ética. Y si lo haces siendo aún niño, mejor que mejor. Si tienes el suficiente
talento, te convertirán en un icono y te pasearán por el mundo hasta que te
hayan amortizado y te dejen de lado, o peor, te conviertan en mártir.
Pero ay de ti como se te
ocurra gritar o escribir "Viva España". Porque hasta siendo un niño
te van a censurar. Y si eres un niño enfermo de cáncer en estado avanzado que
quiere ser torero, no faltarán quienes te deseen la muerte.
Esta es buena parte de la
España de hoy. La España del odio, de la censura, de la imposición, de la
ignorancia y de la bajeza. Y no pocos se sienten felices viviendo en ella. Tanto
más felices cuando tales cosas son fomentadas y
ejercidas desde los medios de comunicación. España se transforma rápidamente en un
paraíso para quienes pretenden acabar con las libertades que no les agradan. Y
si la parte buena de la sociedad, la que aún conserva criterio propio, la que
se siente patriota, la que defiende la libertad... Si esa España no pone pie en
pared pronto, no tendremos que mirar fuera de nuestras fronteras para conocer
lo que significa vivir bajo una verdadera dictadura.
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