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Según comentarios de algún miembro de
Ciudadanos próximo a la cúpula, la crisis que se vive en la dirección del
partido puede ser bastante más profunda de lo que pueda parecer tras las
recientes dimisiones de algunos personajes influyentes de la formación.
Como ya he comentado en alguna ocasión en
El Republicano Digital, el verdadero carácter de liderazgo de Rivera se mediría
en el momento en que Ciudadanos tuviera la posibilidad real de apoyar a los
socialistas para la formación de un gobierno nacional, o apoyar en el mismo
caso a la derecha. Pero, aunque la situación actual se parece mucho a dicho
planteamiento, la segunda variable es distinta: No se trata de apoyar al PP
para un gobierno nacional, pero sí para la formación de varios gobiernos
autonómicos y municipales.
Y aunque muchos
comentaristas políticos no sepan o quieran verlo, creo que la principal
debilidad de Ciudadanos, independientemente del número de concejales o
diputados que haya conseguido en tal o cual ciudad, región, o en el propio
parlamento, radica en que, como partido de aluvión en su salto a la política
nacional, el partido se convirtió en un puerto al que arribaron por miles una
cantidad ingente de pretendidos políticos de otras formaciones, y muchos de
ellos con el único afán de encontrar un nuevo acomodo donde pudieran conseguir
lo que hasta el momento no habían logrado: acomodarse, hacerse con sueldos y
escalar puestos llegada la ocasión. Con semejantes mimbres para hacer un cesto,
un partido así no aguantará fácilmente el embate ideológico interno inevitable
con la situación que ahora vive la formación naranja.
Porque, hay que
reconocerlo, el debate interno del que hablo transcurre en dos líneas
paralelas: Una, la más visible, transcurre sobre el ideario político. Han
dimitido miembros de renombre más afines a un centro izquierda o a una
izquierda del estilo del PSOE y el motivo no es otro que un supuesto giro a la
derecha para apoyar al PP y a Vox en diversos pactos por toda España.
La segunda línea,
paralela a la anterior pero en un nivel inferior y no a la vista, es la
mantenida por los miembros de Ciudadanos que se sienten más cómodos gobernando
con el PP -y secretamente también con
Vox- Y que la forman los derechistas que
se subieron al carro de Ciudadanos cuando a Albert Rivera le corría verdadera
prisa formar listas electorales para las elecciones municipales y autonómicas
de 2015. Hasta ahora ambos sectores internos de Ciudadanos, los más proclives a
la izquierda y los más favorables a la derecha, han mantenido hasta ahora una
relación falsamente cordial basada en el interés mutuo, bien sea por medrar,
bien por crecer como partido. Pero aquí y ahora comienza a abrirse la primera
grieta importante dentro de una formación que, pese a lo que dicen muchos de
sus fans, tiene más de disidencia controlada para captar ambos votos centristas
de izquierda y derecha que de un verdadero partido con aspiraciones realmente
ideológicas.
El momento es
delicado. Si la brecha profundiza un poco más, asomará el fantasma de la
escisión, y a tenor de lo que ha estado sucediendo durante el último año y
medio, es una situación que tenía que llegar tarde o temprano. Algunos lo
comentamos en su momento como una de las posibilidades más probables, dado el
curioso bagaje ideológico de muchos de sus miembros:
1 de
junio de 2019. “A partir de ahora, si esta incipiente crisis no se soluciona
satisfactoriamente para todos en el partido, podrían darse dos interesantes
situaciones. Que Ciudadanos llegue a pactos globales o casi completos con el
socialismo, lo que ya advertimos no pocos observadores conociendo los
antecedentes ideológicos de Rivera, y que parece la situación más posible. Dado
el caso, esto podría resultar en una posterior desbandada, por un lado, de los
más cercanos al supuesto ideario del PP, que ya parece haber absorbido en las
autonómicas parte del voto perdido de Vox, y por otro de antiguos votantes del
PSOE que puedan darse cuenta que siempre es mejor votar al original que al
sucedáneo.
O
bien, que Rivera decida desobedecer a Soros (hay un pequeño precedente y es su
reciente enemistad con el fracasado masón Valls impuesto desde Europa), y que
decida apoyar una alianza de “centro-derecha” que no pocos veríamos como un
teatro por su parte para esperar acontecimientos mientras Pedro Sánchez
emprende el camino del desastre con los etarras y los independentistas, con lo
que Rivera podría quedar como el chico guapo y bueno que no quiso formar parte
de una coalición que puede llevar a España al desastre en un tiempo récord.”
Artículo completo del
1 de junio aquí.
Así las cosas, ¿Qué
posibilidades hay de que Ciudadanos acabe pactando con el PSOE de Sánchez para
apoyar un gobierno socialista, o de que vote en contra para que el PSOE deba
buscar otras opciones?
Puede suceder
cualquier cosa. Incluso que PP por un lado, Ciudadanos por otro, Podemos desde
su posición y los indepes removiendo la basura, que es lo único que saben hacer
realmente bien, acaben por forzar la convocatoria de una elecciones en las que,
a día de hoy, los principales perjudicados podrían ser Vox y Podemos. Toca
esperar a que los partidos terminen con sus respectivas comedias.
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