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Ciudadanos se enfrentará esta semana a su primera crisis interna desde
las elecciones generales. Una crisis que, de no aplacarse o resolverse, bien
podría terminar en una escisión protagonizada por un sector del partido al que
no le hace ninguna ilusión que Albert Rivera se abandone en brazos del PSOE.
El gran problema estructural de Ciudadanos es ideológico. O, afinando un
poco más, es el variado origen ideológico de muchos de sus militantes y
responsables. En Aragón, por ejemplo, no pocos de los cargos de C’s provienen
del PAR; el Partido Aragonés, que antes se dio en llamar Partido Aragonés
Regionalista, y que se quitó el “Regionalista” para dar una imagen un tanto
“indepe” pero sin acabar de parecerlo. El PAR se ha distinguido en las últimas
décadas por ser un partido bisagra que tan pronto daba el gobierno aragonés al
PSOE como al PP, dependiendo de cual fuese la mejor oferta. Pero entiéndase
bien el asunto: según fuese la mejor oferta para el PAR, no para el interés de
Aragón. Y, de hecho, en Aragón ya comienzan a soplar vientos de pactos entre
PSOE y PAR, para renovar en la presidencia de la comunidad al socialista y
demagógico (valga la redundancia) Fco. Javier Lambán. Dicho posible pacto no es
visto con malos ojos por la gente de Ciudadanos que antes estaba en las filas
aragonesistas. Pero me consta que hay una parte de ése mismo ciudadanos, más
proclive hacia una alianza de centro derecha entre PP, Vox, C’s y PAR, que
verían como una traición no solo que el PAR dé el sillón a los socialistas en
la DGA y que un pacto global entre Pedro Sánchez y Rivera cimentara el poder
socialista en España en las circunscripciones donde podría haber un cambio de
dirección hacia la derecha.
En el ámbito nacional, es el más que posible pacto global PSOE – C’s el
que tiene expectantes a los centro-derechistas de Rivera. Pero ni uno solo de
ellos, ni todos en conjunto, pesan tanto como el izquierdista y adorador del
nefasto Soros y disfrazado de liberal Luis Garicano, que defiende los pactos
con el PSOE por encima de todo y de todos. Al fin y al cabo, tiene que ser así,
si el partido piensa seguir las directrices que el magnate George Soros y el
resto de impulsores de la agenda globalista llevan marcando a Albert Rivera
desde hace años. Garicano no quiere pactos con el resto de la derecha bajo
ningún concepto porque Vox no está por seguir dicha agenda globalista ni sus
corrientes paralelas de feminazismo e ideología de género que Ciudadanos
ampara, auque de un modo más soslayado que el PSOE, Podemos y cualquier otro
partido de la tarada izquierda que puebla estas tierras.
Pero aunque Garicano tenga suficiente peso por él mismo, cuanta con el
apoyo incondicional del sector centro-izquierdista del partido, y también con
el grupo abiertamente izquierdista que en su momento desertó de la debacle del
PSOE liderado por el nefasto Rubalcaba y que sabe que tiene las puertas
cerradas si quisiera regresar. Todos ellos forman un frente mayoritario que
supera a los ingenuos centro-derechistas que alguna vez pensaron - y siguen
en ello - que Ciudadanos era un
partido de centro-derecha que había decidido ser liberal.
A partir de ahora, si esta incipiente crisis no se soluciona
satisfactoriamente para todos en el partido, podrían darse dos interesantes
situaciones. Que Ciudadanos llegue a pactos globales o casi completos con el
socialismo, lo que ya advertimos no pocos observadores conociendo los
antecedentes ideológicos de Rivera, y que parece la situación más posible. Dado
el caso, esto podría resultar en una posterior desbandada, por un lado, de los
más cercanos al supuesto ideario del PP, que ya parece haber absorbido en las
autonómicas parte del voto perdido de Vox, y por otro de antiguos votantes del
PSOE que puedan darse cuenta que siempre es mejor votar al original que al
sucedáneo.
O bien, que Rivera decida desobedecer a Soros (hay un pequeño precedente
y es su reciente enemistad con el fracasado masón Valls impuesto desde Europa),
y que decida apoyar una alianza de “centro-derecha” que no pocos veríamos como
un teatro por su parte para esperar acontecimientos mientrasl Pedro Sánchez
emprende el camino del desastre con los etarras y los independentistas, con lo
que Rivera podría quedar como el chico guapo y bueno que no quiso formar parte
de una coalición que puede llevar a España al desastre en un tiempo récord.
El odio que muestra C’s hacia Vox tiene profundas raíces. Raíces que
pueden parecer ideológicas, pero que, en realidad, van más allá que simples
diferencias políticas. El partido naranja desprecia a Vox porque éste no se
comporta de momento como un partido más del sistema, dispuesto a abrazar y
patrocinar ciertas ideologías y tendencias antisociales y liberticidas. Sin
embargo, ese empecinamiento de Rivera, alimentado por Soros, no es tan extremo,
ni mucho menos, a la hora de valorar los posibles pactos con un partido
socialista que no duda en ir de la mano con independentistas delincuentes o con
defensores de asesinos etarras.
Desde este lunes hasta que el trilero Pedro Sánchez forme gobierno puede
que tengamos que presenciar un intenso periodo de declaraciones, ataques, y desmentidos,
que más parecerá un avispero que cualquier otra cosa. Pero mi opinión y la de
otros se reafirma. Y aunque puede que nos equivoquemos, apostamos porque Rivera
obedecerá la voz de su amo y pactará con el PSOE, quizás aduciendo que de este
modo evitará que los independentistas accedan a puestos de gobierno en
coalición. Al fin y al cabo, en la política española todo el mundo tiene un
dueño a quien seguir. Y Albert Rivera nunca ha sido la excepción.
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