
No sabría decir si duele más la muerte súbita de un buen amigo o su desaparición después de un final anunciado. Ni siquiera sé si es necesario comparar.
En todo caso, cuando inesperadamente se marcha alguien a quien aprecias aun sin conocerle personalmente, la sensación de vacío es difícil de explicar. Sientes como si se hubiera muerto algo dentro de ti. Es una triste sensación que además hiere.
Mi amigo Juan Antonio Cebrián, El Cebri, se fue este sábado por
Juan Antonio era, ante todo, bueno. Pero además, como acertadamente ha escrito Ángel Gonzalo, Juan Antonio era un renacentista que conquistó las ondas. No solo se preocupaba de transmitir cultura de la historia, de los enigmas, del cine, de la música; también insistía constantemente en que se debería hacer mucho más hincapié en las asignaturas de humanidades dentro de este sistema educativo español que parece caer en picado desde hace tantos años. Supo rodearse siempre de un magnifico equipo de colaboradores y, con ellos, tejía un inmenso lienzo de interés y atención en cada programa.
Sus dos programas emblemáticos están considerados de culto en toda la comunidad hispano hablante del mundo. Con aquel Turno de Noche y el actual La Rosa de los Vientos cautivó por su voz y su forma de contar
Gracias a Internet Juan Antonio Cebrián seguirá vivo en aquellas webs que almacenan sus programas para compartir. La radio a la que tanto amó le mantendrá presente en el corazón y en el recuerdo de muchos, y le dará a conocer al los nuevos apasionados por los enigmas y la historia del mundo. Sus libros cobran ahora un mayor valor humano. Quizás son aún más recomendables. Su biografía y anécdotas enriquecerán todavía a mucha gente. Y todos le echaremos de menos.
Cuánto le gustaba despedirse con aquellas palabras… “Fuerza y Honor”
Y como duelen algunos “hasta luego, amigo”
Fuerza y Honor, Juan Antonio. Y que Dios te bendiga a ti, a Silvia y a vuestro pequeño Alejandro.