
Joaquín Costa clamó en varias ocasiones por la erradicación de uno de los lastres del carácter aragonés que mas daño había hecho hasta entonces y que, un siglo después, no parece haber desaparecido. Me refiero a ese fatalismo que se manifiesta constantemente al abordar nuestros problemas.
No quiero transmitir la idea de que estoy confundiendo crítica con fatalismo. Nada más lejos de mi modo de pensar. La crítica es tan necesaria – incluso cuando las cosas se hacen bien – que sin ella tendemos a acomodarnos, dejando de avanzar hacia donde deberíamos.
Me refiero al fatalismo que ejercemos tan bien en este país, y en particular en nuestra comunidad autónoma, a la hora de unir esfuerzos para una tarea común.
Me han preguntado ya muchas veces cual es mi posición en cuanto a
Por otra parte, no creo que sea ahora el momento de abrir aquí un foro de discusión sobre la conveniencia de la celebración o no de
No creo ni por un momento que, finalizada
No voy a ser yo quien se sume a esa corriente pesimista con respecto a esta Expo aragonesa. No es lo que necesitamos ahora. No nos viene bien que tanta gente siga casi deseando que la apertura y posterior funcionamiento de este evento sean un fracaso, para que, de este modo, algunos puedan satisfacer su ego, demostrando al resto del género humano que este súper certamen no debería haberse celebrado nunca.
Se celebrará. Abrirá sus puertas. Y será inevitable que algún político-esponja (de esos que arderían durante veinte días si les incineraran), junto con algún presidente de comunidad autónoma de esos que no tiene palabra, porque incumple las bravuconadas de mítines pasados, o algún especulador urbanístico de los que compran por diez lo que luego venden por diez mil, se concederán así mismos el mérito absoluto del éxito de
Desgraciadamente eso será parte del coste que habrá que pagar posteriormente. Pero, ya que tiene que llegar, deseo quedarme con la parte positiva; que la hay. Y quiero poner mi granito de arena para que eso ocurra. A mi casa vendrán amigos desde Florida, Utah, North Carolina, Barcelona y puede que desde Canarias. Y no pienso ponerme cerril ante ellos y despotricar de lo que esta mal hecho. Quiero vender una buena imagen, porque luego ellos llevarán esa imagen a sus casas. Además, sin pecar de ingenuo, quiero ser positivo. Es una lección que me dio hace unos años un amigo de Barcelona al que fui a buscar, en un mes de Enero, a esa gigantesca nevera con goteras que nos han puesto por estación ínter modal. Cuando Joan llegó al hall de la estación, me dijo asombrado:
“¡¡¡Vaya pedazo de estación que tenéis montada!!! Cuando esté acabada, ponéis unas cafeterías, unos cines y cosas por el estilo y a sacar pasta”
Y yo pensaba “Mira, igual que aquí; que nos dicen que fulanito ha montado un negocio nuevo y casi todos contestan… ya caerá, ya…”
Es ese pesimismo que no cambia. Que no nos hace ningún bien. Es un aspecto de los muchos que deberíamos cambiar para que, de una vez, nos creamos grandes y capaces.