Cada vez que pienso en la
situación política actual de España, de la que resultan en buena parte las
situaciones social y económica que vivimos, más convencido estoy de que la
atomización del congreso y senado nacionales resulta más que perjudicial para
la nación, tanto más cuando el propio concepto de nación se halla gravemente
comprometido por intereses independentistas, que a su vez se sustentan,
generalmente, en otros intereses sinceramente más económicos que patrióticos o
ideológicos.
Prácticamente a diario debo poner
en un plato de la balanza mi preferencia sincera y profunda por el liberalismo
clásico, que me lleva a respetar la libertad de pensamiento de quienes no
coinciden con mis ideas, y tratar de equilibrarlo con el otro plato de balanza
en el que pesan tremendamente, y también con convicción firme, la opinión que
guardo sobre los nacionalismos que sufrimos en España, los partidos que
enarbolan dichos nacionalismos, y las consecuencias de la existencia y poder de
éstos mismos desde la transición.
Tal y como están las cosas, y tal
como se han ido desarrollando a lo largo de estas pasadas décadas, no puedo
evitar plantearme, cada vez más a menudo, qué sucedería si en España se diera un bipartidismo mayoritariamente
natural como sucede en otros países del mundo occidental.
Tal y como se ha desarrollado la
política territorial en España, con resultados tales como el derrochador e
insostenible estado de autonomías, el desmesurado privilegio de algunas de
estas autonomías sobre otras convertido en gran agravio comparativo de unos
sobre otros, la implantación de castas políticas y clientelares autonómicas
prácticamente indestructibles sin provocar cataclismos electorales y sociales….
¿qué hubiera sucedido si la nación se hubiera decantado, como tendencia
natural, hacia un bipartidismo mayoritario de derecha e izquierda, sin que los
nacionalismos hubiesen tenido el poder decisorio sobre los asuntos de un estado
al que parasitar sin medida?
Creo que el bipartidismo en
España es una utopía interesante de plantear; pero a menudo me pregunto si
sería esto viable, a tenor de incontrolado interés de partido que ha
prevalecido habitualmente sobre el interés
de estado en una política española que, con el paso del tiempo y sobre todo en
los últimos años, se ha especializado en la descalificación, el insulto, el
fomento del odio, en la politización de la justicia y, como casos extremos,
mucho más graves y no precisamente escasos, en terrorismo de estado y palmario
abuso de poder.
Bipartidismo como utopía porque debería
estar sustentado en la responsabilidad de políticos no profesionales y limitados
en sus tiempos de mandato, capacitados para las labores en las que fueran
electos; bipartidismo basado en una separación de poderes real e
inquebrantable, protegida por una constitución sin contradicciones internas, y
bipartidismo gobernado por un ejecutivo electo que tuviera que someterse a
controles similares a los que se enfrenta el partido gobernante en Estados
Unidos cada dos años después de iniciado su mandato, como es el caso de estos
días.
Esta reflexión acerca del
bipartidismo que, como ya apunté antes, comienza a convertirse en mí en una
“costumbre”, viene a cuento de las últimas encuestas publicadas por el Instituto
Noxa, en las que se reflejan estos interesantes (y para mí más que
preocupantes) datos basados en la opinión de los ciudadanos:
Como dato general, el PP está a
un escaño de conseguir la mayoría absoluta. Según las encuestas de otras
empresas ya sobrepasaría esa mayoría. El PSOE sufriría una debacle más profunda
que la de la candidatura de Almunia en 2000.
Pero algunas cifras más concretas,
como las publicadas recientemente por La Vanguardia, apuntan que:
Solo un 17% de los encuestados
confían en Mariano Rajoy, si éste llegase a la presidencia del gobierno. Es
decir, que un 83% no confían en él.
El PP sigue aventajando al PSOE
en casi 10 puntos, que se traducen en 175 escaños en el congreso. El PSOE pierde
casi 11 puntos y quedaría en 133 escaños.
El PNV subiría desde 6 a 9
escaños. CiU, desde 10 a 15 escaños. Izquierda Unida, desde 2 a 7 escaños. UPyD
llegaría hasta los 5 escaños.
Si el partido que gane las
elecciones generales de 2010 no consigue mayoría suficiente, ya sea para
acertar o errar en solitario, ¿podemos imaginar qué más beneficios tratarían de
obtener los partidos nacionalistas a cambio de su apoyo al partido electo?
Lo peor es pensar que aunque uno de los dos grandes partidos ganase por mayoría absoluta, ninguno de ellos cambiaría la ley electoral.
ResponderEliminarLo peor... entre otras muchas cosas, lamentablemente.
ResponderEliminarHay que partir de la base de que el régimen democrático español tiene ciertas particularidades que lo diferencian del resto de países de nuestro entorno para comprender por qué no se da un bipartidismo natural. Para empezar, el propio concepto de nación española se halla gravemente comprometido, no solo por los intereses independentistas, sino, lo que es más grave, por el propio presidente, por Zapatero, para quien la nación española "es un concepto discutido y discutible". Pero, sobre todo, hay un elemento distorsionador y causa de gran parte de los males que aquejan a nuestro país, como es el enorme poder de los partidos nacionalistas, que sin contar con una importante base electoral a nivel nacional, sólo en sus respectivas Comunidades Autónomas o Taifas, poseen una enorme y desproporcionada representación en las Cortes, merced a una ley electoral que les beneficia en demasía en perjuicio claramente de otros partidos nacionales. Aparte, naturalmente, de la corrupción política que el excesivo partidismo existente en España plantea, por encima, creo yo, de cualquier otro sistema democrático occidental, y el derroche que supone el actual Estado de las Autonomías, situación cada vez más insostenible, como bien dices en el artículo.
ResponderEliminarSi a todo esto le añadimos la falta de transparencia democrática que a diario vemos en las decisiones políticas de nuestros gobernantes, pues difícilmente saldremos del caos político, institucional, social y económico en que se halla sumida España por la nefasta política llevada a cabo por el gobierno de Zetapé.
Perdón por la extensión del comentario.
Fernando, extiéndase usted cuanto quiera. Para eso está el blog y los lectores seguramente agradecen leer opiniones respetables.
ResponderEliminarSaludos.