Siempre se ha discutido sobre la
posibilidad de que los funcionarios de las administraciones publicas puedan ser
despedidos tal y como sucede en la empresa privada durante épocas de crisis.
Pero este asunto salta a la actualidad más aún en tiempos difíciles como los
que nos toca vivir.
A mi entender, es injusto tachar
a la generalidad del funcionariado como vagos de solemnidad, pero sí es bien
cierto que en el empleo público se da en mucha mayor medida el fenómeno del
trabajador “despistado” que aprovecha su situación de puesto de trabajo seguro
para tomarse libertades que en una empresa privada traerían como consecuencia
inmediata un despido fulminante.
El resultado de la encuesta es
determinante. Los visitantes de este blog opinan, por una mayoría de un 72%,
que los empleados públicos deberían poder ser despedidos. La pregunta planteada
era absolutamente general, pero estoy convencido de que la mayoría de quienes
votaron a favor de esta cuestión estaban pensando en esos casos de funcionario
público que parece no atender su trabajo con la diligencia necesaria.
El resultado final de la encuesta
queda tal como parece en el gráfico.