Puestos a decir tonterías, si
entendemos por tonterías los eufemismos que los políticos españoles aplican en
número creciente de ocasiones, alguien debería establecer un ranking mensual
con algún tipo de premio simbólico. Así, al menos podríamos premiar periódicamente
a quien despuntara en talento entre el la numerosa y populosa fauna pública de
políticos, trepas, advenedizos, famosotes, periodistas y comentaristas
teledirigidos…etc., sin coste para los dineros públicos que nos sacan a los
contribuyentes.
El premio simbólico me es
indiferente. Tanto me da una gorra con orejas de burro, un plato decorado en
sus bordes con una leyenda central en homenaje al absurdo del mes, o una
estatuilla representando al Pensador de Rodín sentado en el W.C. El único requisito
imprescindible sería que los miembros del jurado fuesen absolutamente
independientes – cosa complicada en España – para que los premios fuesen a
parar merecidamente al ganador, sin tener en cuenta posibles preferencias
políticas o de otra índole.
Este premio jamás quedaría
desierto. España tiene el potencial necesario para proporcionar numerosos candidatos
en cada convocatoria. Precisamente por eso, yo propondría que la frecuencia de
la entrega de premios fuese mensual. Si se celebrase cada seis meses o un año,
el periodo de eliminatorias para decidir el ganador resultaría interminable,
precisamente por la cantidad de comentarios, propuestas e iniciativas absurdas
y delirantes que los españoles escuchamos cada doce meses.
Algunos personajes patrios deberían
ser galardonados con premio honorífico y perpetuo. La planetaria Pajín y la Ser
Vivo Aído deberían figurar en el salón de la fama con los máximos
reconocimientos posibles. Solamente por encima de ellas estaría Rodríguez
Zapatero, con su foto rodeada por las frases para la historia que nos ha
ofrecido durante todos estos años, contando con un espacio extra para las que,
sin duda, llegarán a completar su currículum.
Posiblemente uno de los
candidatos para el mes en curso fuera Mariano Rajoy, quien, además de poseer un
talento poco común para hablar durante largos minutos sin comprometerse a nada,
se revela en ocasiones como un fino estratega de la palabra.
Su más reciente creación ha sido renombrar
el término “cadena perpetua” a “prisión permanente revisable”. El delirio de
cualquier progre, hecho realidad por un desesperado centrista.
La cadena perpetua de toda la
vida es un asunto incómodo de abordar para la derecha acomplejada española. No
se trata de que no la apruebe. Es que le avergüenza reconocer que hay
criminales que merecen entrar en prisión para no volver a salir jamás, en una
sociedad donde el delincuente suele gozar de más privilegios que la víctima.
Así que, del mismo modo en que los políticamente correctos dicen “operación de
reasignación de sexo” a la cirugía que mutila órganos sexuales para imitar
otros, Mariano Rajoy le cambia el nombre a la cadena perpetua de toda la vida
para presentarla como algo más suave; más progre. Y no se le ocurre mejor
momento que una reunión con los padres de la asesinada Marta
del Castillo, a quienes supongo que les importará un pimiento el nuevo
término.
Mariano Rajoy sería un candidato
casi imbatible para el premio del mes. Esto, mientras a Leire Pajín no se le
ocurra abrir la boca.
Eso le pasa por estar todo el día viendo Teledeporte.
ResponderEliminarMuy bueno.
ResponderEliminarNO SE PUEDE ESPERAR OTRA COSA DE GENTE MAS BIEN MEDIOCRE Y APOLTRANADA EN EL SISTEMA DE CASTA PARASITARIA Y FUNCIONARIAL, QUE ADEMAS NO TIENE CLARA SU IDENTIDAD SEXUAL POR LO VISTO... NO LLAMA A LAS COSAS POR SU NOMBRE, ES EL CANDIDATO PERFECTO PARA ACABAR DE HUNDIR AL PAIS, SI ES QUE GANA A ZP, A LA TERCERA!!
ResponderEliminarKAOSHISPANO.BLOGSPOT.COM
Yo le quitaría lo de "revisable".
ResponderEliminar- Alejandro, muchos creemos que para la mayoría de las cosas, tanto da uno que otro.
ResponderEliminar- Javi, hace tiempo que quería preguntarte algo: ¿Qué fue del erizo?
Saludos.
¿Te refieres al que tenía en el avatar, no? Me apetecía variar un poco y ponerme una foto humana, lo tengo guardado.
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