Foto propiedad de Alfredo García Francés |
ETA fue y es lo que se ve en la foto. Miseria,
sufrimiento, extorsión, tortura y muerte. ETA no es ni fue nunca diálogo, ni
libertad, ni convivencia.
Pero un buen número de ignorantes y un número mucho
mayor de mal nacidos pretenden presentarnos a la banda criminal ETA como los
otros que, aún empuñando las pistolas, sufrieron tanto como las víctimas de los
atentados durante el "conflicto" contra el "estado español".
Ideológicamente ETA es un raro aborto fruto de la
endogamia marxista-leninista protegida por la ultraderecha y supremacismo representado por el Partido Nacionalista Vasco. El monstruo nacido de ambos fue bendecido y
bienvenido por la iglesia católica vasca. Curas y obispos de aquella tierra recibieron a los terroristas con los brazos abiertos desde su primer
atentado. Y desde ese momento el Vaticano miró para otro lado.
ETA dice que se disuelve. En realidad ya no le hace falta matar. La clase política, que también puso muertos y
heridos, abandona definitivamente a las víctimas del terrorismo y los grandes
rebaños de voto lanar asisten domesticados y sumisos.
Más de ochocientos muertos, y un
número difícilmente cuantificable de heridos y afectados por los atentados, han
sido traicionados definitivamente. ETA está en las instituciones y una nueva
generación de batasunos domina las calles en sus pueblos y ciudades. En
Navarra, que era ya un reino organizado y con fueros cuando las provincias
vascas pertenecían a la Corona de Castilla, pesa más esa falsa identidad independentista
que se ha inoculado a las jóvenes generaciones a golpe de intoxicación y
eikastola, y se ignora la historia de uno de los reinos principales de la Península
Ibérica. Ahora la bandera independentista vasca ondea en muchos ayuntamientos
por encima de las propios símbolos navarros.
ETA ha ganado, y finge que
desaparece. Ha ganado la batalla mediática. Una vez más, la gran plataforma de
medios que trabaja para limitar la libertad de expresión y de información, que
es el Grupo PRISA con sus dos principales arietes a la cabeza (Cadena SER y
Diario El País) otorga en sus programas y artículos carta de naturaleza a la
gran farsa terrorista. Y a no tardar, todos los que nos opongamos a olvidar
seremos acusados de lo peor. El resto de los canales de TV y radio, junto a los
diarios de papel y digitales, todos ellos, con muy pocas excepciones, tratan el
asunto tal y como el plan establecido hace años tenía previsto. Hay muy pocas
excepciones que se atreven a llamar a las cosas por su nombre y proclamar,
profetas en el desierto, que ETA no
desaparece. Que se transforma y ocupa las instituciones, porque la etapa
de los asesinatos y el terror ha llegado a su fin. Matar ya no es necesario, y
las subvenciones con dinero público han sustituido al dinero de la extorsión.
ETA sí estuvo a punto de
desaparecer. La acertada política antiterrorista de los gobiernos de Aznar puso
a los criminales contra las cuerdas y a punto del KO. Pero en 2004 llegó el PSOE de Zapatero al
poder, no por méritos propios, sino por el miedo provocado por los atentaos del
11M. Y Zapatero dio aire a ETA y concedió a sus terroristas el apoyo que no
merecían. Lavó la cara de los asesinos. Les llamó “hombres de paz”. Los
subvencionó de nuevo. Rajoy los liberó por motivos humanitarios.
Zapatero, un indeseable que ya negociaba con la
banda criminal en 2000, mucho antes de ser presidente de gobierno, impulsó un
abyecto plan, que Rajoy no solo no corrigió sino que continuó, y que cumple hoy
una de sus planificadas etapas. Las siguientes, como el acercamiento y
posterior liberación de presos terroristas, anexión de Navarra a las
Vascongadas y la subsiguiente independencia de ese erupto mental e ideológico
llamado "Euskal Herría" se irán materializando durante las siguientes
dos o tres legislaturas.
Hoy ETA se lava la sangre con la
ayuda de los partidos políticos que vieron caer a muchos de los suyos en
atentados. Y como aún falta un año para las elecciones generales, el tiempo
habrá pasado, la sociedad sierva del poder habrá olvidado y el PPSOE obtendrá
nuevamente millones de votos. Y la maniobra de la que hoy hablamos caerá en el
olvido y la indiferencia, tal y como ha sucedido con otros oscuros y cenagosos
asuntos de las pasadas décadas.
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