
A base de terror, destrucción y muerte, los asesinos despejaron las dudas que aun pudiera tener buena parte de la clase política y votantes afines.
En el momento que escribo estas líneas han pasado ya un par de semanas desde el atentado. No he querido escribir acerca de este asunto sin dejar pasar un tiempo prudencial que me diera una mínima perspectiva. Necesitaba hacerlo así porque quería comprobar una vez mas cuales serian las tomas de posición de diferentes partidos políticos, asociaciones, colectivos, etc. Tambien quería pulsar yo mismo la opinión general del circulo de gente en el que me muevo habitualmente.
Realmente me importa muy poco si en esta ocasión alguno de los que leen mis opiniones se sienten ofendidos. Me importa poco porque voy a hablar de hechos, no de mi parecer acerca de algún político, partido o idea. Los hechos son incontestables. Han ocurrido y no se pueden negar. Sólo citaré unos pocos, a modo de resumen. Es mi modo de dejar clara mi postura.
Es un hecho que durante el año anterior a las ultimas elecciones generales, ETA estaba prácticamente ahogada, con muy escasa capacidad operativa y dividida en su dirección. Varios de los presos “históricos” escribieron a HB y periódicos afines pidiendo el fin de la violencia, convencidos de que la guerra estaba perdida. Habían perdido el apoyo económico de la clase industrial vasca (extorsionada o no) y la unidad de miras hacia esos supuestos derechos históricos de independencia. El asesinato de Miguel Ángel Blanco produjo contra ellos un efecto rebote que les privó a corto plazo de parte del apoyo ambiguo y cobarde de un sector político que condenaba la violencia con la boca pequeña y que intentó recoger desde entonces los restos ultra nacionalistas del entorno terrorista ilegalizado poco tiempo después. La tenaza contra los asesinos y cómplices se cerraba un poco mas, con eficacia, a base de lucha legal y policial complementada con un pacto antiterrorista firmado entre los partidos políticos del parlamento nacional.
Es un hecho un año después de la victoria del PSOE en las urnas, Zapatero admitió haber mantenido negociaciones secretas con el entorno de HB desde dos años antes. Es decir: negociaron con ETA antes de las generales, traicionando el pacto antiterrorista firmado. La cuestión mas importante que cabria preguntarse es “¿por qué?”. ¿Por qué dar aire a una banda casi derrotada?
Es un hecho que, desde entonces, ETA recuperó protagonismo en los medios y en la vida política del país. El colectivo de presos rehizo su frente común contra jueces y fiscales y Herri Batasuna, ilegalizada gracias al pacto antiterrorista, comenzó a mover su estrategia para resurgir de la clandestinidad.
Es un hecho que las negociaciones del gobierno socialista con ETA comenzaron sin existir las condiciones deseables de abandono de la violencia y la extorsión. Los asesinos jamás renunciaron a sus pretensiones independentistas y anexionistas.
Es un hecho que el gobierno ha ocultado información a los medios y a la ciudadanía en cuanto a la situación real de ETA, que ha aprovechado este paréntesis para reorganizarse y rearmarse. Mientras tanto, tristemente, El señor Rodríguez Zapatero y sus adláteres se han dedicado a dividir al país como nunca antes había sucedido en la historia de la democracia en España. Han dirigido todo su esfuerzo y empeño en aislar al principal partido de la oposición; en apartarlo de la participación política y social de España, en asimilarlo a tiempos pasados de derechona y fascismo. Para ello no han tenido reparos en colaborar en el progreso de ideas nacionalistas con las que coaligarse y gobernar aún en contra del interés general del estado al que deberían defender.
Zapatero está perdido en su sueño roto de pacificador para la historia. Sus últimas declaraciones han sido frases tópicas y vacías de contenido (eso tambien es un hecho), al igual que las de la vicepresidenta. En estas dos ultimas semanas el único que ha sacado un poco los dientes ha sido el ministro Rubalcaba, que ha sido desautorizado constantemente por el tierno y suave guión de su presidente.
Es un hecho que Ibarretxe se preguntaba, veinticuatro horas después del atentado, en que nos habíamos equivocado los demócratas para que esto hubiera ocurrido. Impresionante, modo de dejar claro de parte de quien está.
ETA anuncia que esta dispuesta a retomar el proceso de paz si el gobierno recapacita en sus errores y muestra verdadera intención de dialogo. O sea, que Ibarretxe no deja de tener razón. Somos los demócratas los que estamos equivocados.
A ver como se lo explicamos a las familias de los dos muertos. Cómo les decimos que esos dos jóvenes eran culpables de su desgracia, por no ser pro independentistas etarras.
Y mientras tanto, que alguien me explique que pretendían las autoridades presentes en la despedida del primer fallecido que volaba a su país, queriendo prohibir que un sacerdote le dedicara una oración acompañado de familiares y amigos. Eso tambien es un hecho. Laicismo fascista que no respeta la libertad de credo.
Durante estas dos tristes semanas se ha afianzado definitivamente en mi el convencimiento que estamos gobernados por un inepto populista apoyado por un gabinete de oportunistas. Desde que están al frente de la nación han demostrado su capacidad de hacer daño y de desunir, de resucitar fantasmas del pasado. Ha reaccionado mal ante las situaciones de emergencia y cuando lo han hecho, parecían mas empeñados en mover sus medios de comunicación afines para culpar a la oposición, que en reparar el daño sufrido por la sociedad. Han caído en sus propias trampas políticas. Han cometido los mismos errores que echaban en cara a “los de enfrente”. Han incumplido prácticamente todas las absurdas promesas de su programa electoral. Han creado problemas donde no los había.
¿Sabrá reaccionar la oposición o seguirá entrando al trapo?