
Paul Potts ha merecido ganar desde el mismo momento en que se presentó al casting de Britain’s Got Talent. Además de sobrarle facultades para cantar muy bien, ha tocado el corazón del público y del jurado.
Su humildad y amabilidad han conquistado el espíritu y las emociones de todos, pero hay algo más que, a ojos de los jueces, le ha diferenciado del resto de finalistas. Han visto en el a un nuevo mito y lo han declarado con palabras y después con sus miradas mientras al actuaba ya como ganador, durante el final de la última gala.
Creo que podemos aprender varias lecciones de todo esto, pero yo solo voy a compartir tres. Luego, que cada uno desarrolle sus propias conclusiones.
Primera: Talento, trabajo, humildad y perseverancia. Todo lo que contribuye a lograr cualquier meta lo tiene este muchacho. Más de una de estas cualidades le falta a muchos de esos que en este país viven encumbrados, sin que sepamos muy bien el porqué.
Segunda: He visto bastantes videos de este elegante concurso de la televisión británica. Muy bien realizado. Pero lo que mas me ha llamado la atención es que no he oído ni una sola palabra malsonante, como las que ya parecen ser obligatorias en cualquiera de los concursos de talentos en los canales españoles, como en aquella ocasión en
Y tercera: Poco tiene que ver la calidad de los participantes que se presentaron al casting en Gran Bretaña, con el montón de frikis que van de concurso en concurso y que aprovechan las productoras españolas para llenar los espacios de máxima audiencia con semejante colección de chalados.
Paul Potts ha conquistado también Norteamérica, y va camino de hacer lo mismo en México.
Absolutamente merecido.