
El gobierno español ha cometido tantas estupideces que no debería extrañar a nadie que hayan trascendido hasta cualquier parte del mundo.
Un amigo de Guatemala me envía un artículo muy esclarecedor al respecto. El Presidente de El Salvador, Elías Antonio Saca, le dice a Fernández de la Vega que en su país, donde ella estaba ayer de visita, no necesitan una ley de igualdad, porque las mujeres que ocupan puestos de responsabilidad en política – que son muchas – están muy bien preparadas.
Creo que la frase lo dice todo. El sistema de cuotas de género que se impuso desde el gobierno en la pasada legislatura ha resultado ser, a parte de un exitoso cultivo de votos feministas, un auténtico coladero para arribistas y amigas de escaso curriculum.
Si esto pasa en la empresa privada, es, en cierto modo, un mal menor, porque es la propia empresa quien pierde. Pero que suceda en las administraciones públicas implica que el daño lo pagamos todos los ciudadanos, al igual que los sueldos y los despachos de las enchufadas.
La aplicación de la ley de igualdad ha traído no pocas y absurdas complicaciones tales como que, en las últimas elecciones municipales y autonómicas, un partido político no pudo presentar su candidatura en una demarcación por no encontrar mujeres suficientes para completar la lista.
Creo que forzar ciertas pretensiones mediante el uso de leyes a medida rara vez da los resultados deseados por quienes las promulgan.
Hay comunidades autónomas que durante décadas han pretendido proscribir el uso del castellano, sin conseguirlo. El mismo gobierno ha buscado silenciar a colectivos incómodos, como es el caso de la AVT , creando o auspiciando otras asociaciones paralelas, a la vez que intoxicaba a la opinión pública filtrando a la sociedad la sensación de que dicha asociación se estaba radicalizando al obedecer los mandatos de la derecha. A pesar de semejante campaña de manipulación, no consiguió disgregar a la asociación de víctimas. El PNV y sus amistades proetarras tampoco han conseguido en treinta años incrementar el uso del euskera, en detrimento del castellano, hasta el porcentaje que pretendían. De hecho, tuvieron que reorientar la política lingüística de su televisión autonómica ante los fracasos reiterados de audiencia en el idioma de los, según ellos, “buenos vascos”.
¿Podemos pensar entonces que la estrategia de la ley de igualdad conseguirá el éxito que pretende Zapatero? Puede que en España sí, si tal estrategia pretende enfrentar a la opinión pública, o poder colocar a dedo a las personas necesarias para dar un empujón a la táctica del calentón mediático que tan buenos resultados le ha dado ha Zapatero desde que fue elegido candidato a la presidencia del gobierno.
De momento, ya podemos prepararnos para oír, a partir de los últimos días de Agosto, los mayores desvaríos de Bibiana Aído, Leire Pajín, o De La Vega , porque Rodríguez Zapatero necesitará de todas y cada una de las gansadas que puedan decir para distraer al respetable ante el inicio de mes que se avecina. Se prepara una dura ofensiva de los medios afines a La Ceja para conseguir, sea como sea, frenar el desastre que va a suponer la reentrada en la vida cotidiana, en las facturas sin pagar, los gastos de los colegios, los despidos y la subida de los precios. No faltarán las ingeniosas frases de Pepe Blanco, recargadas las baterías en su ilegal vivienda de verano, que aliviarán la inquietud de su rebaño a base de culpar de todos los males a la oposición. Y tampoco faltarán las declaraciones de las nuevas portavoces de dicha oposición, que transmiten menos ímpetu que un perezoso de peluche.
Así que el Presidente del Salvador ha dado en el clavo. No hace falta ley de igualdad para conseguir que la mujer se integre al lugar que le corresponde y que merece. Y de paso que acierta, se lleva casi veinte millones de Euros que De La Vega le regala y que, por lo que parece, no nos hacen falta aquí.