
Que
Hay quien asegura, quizás desde la buena intención, la mala, o la ingenua, que de todo tenemos en este país, que dicha Ley existe para reivindicar a quienes fueron represaliados durante la guerra y la postguerra. Lo que sucede es que la intención de semejante invento se queda corta por intención y omisión. Es decir, que si es ley, debería ser ley para todos por igual. Pero no olvidemos que estamos en España, lo que ya es garantía de que muchas cosas se hacen contra el que piensa distinto antes que hacerlas pensando en el bien común. Esto, que puede sonar a exageración, podría tomarse también como evidencia de que Pérez Reverte tenía razón cuando aseguraba que “Caín era español, sin dudarlo”.
A estas alturas de siglo XXI, a nadie en su sano juicio se le ocurriría negar que hubiera represión durante el franquismo. Más feroz durante las dos primeras décadas, y paulatinamente, más desde la sombra en los sesenta y hasta el setenta y cinco. Tampoco se puede negar que el bando “nacional” cometió desmanes durante la guerra. Lo que no se debería haber pasado por alto, si realmente se buscara la objetividad, es reconocer las tropelías y los crímenes llevados a cabo por las izquierdas durante la 2ª República, la posterior guerra civil, y los más de diez años de lucha clandestina de los guerrilleros que se ocultaban en los montes y en Francia.
Hasta ahora,
A nosotros no nos reivindica un actor de ideales comunistas que ya no se despega de Hollywood ni con agua caliente, ni su madre, ni un director subvencionado, ni ningún clan de cejas. Pero es que tampoco nos defienden, ni mucho ni poco, los de derechas. Será porque en esta España de tanta incultura política e histórica, a muchos simpatizantes y militantes del PP lo de “república” aún les suena a “rojos” y a bandera tricolor.
A mí, que a Pilar Bardem le dediquen una calle en Sevilla me parece una solemne tontería digna de tontos mal intencionados. Le quitan la calle al General Merry, en aras de
El caso es que a la matriarca del No a
Pilar Bardem ha hecho tanto por Sevilla como Fidel Castro por Londres. Excepto la barba, pocas diferencias podríamos encontrar entre uno y otra, pero los favores se pagan de muchas formas. Y como la señora no pasará a la historia por alguna interpretación magistral, habrá que inmortalizarla en un callejero. Ella se muestra encantada, claro. La mayoría de izquierda en el ayuntamiento de Sevilla, también. Los vecinos de la calle Pilar Bardem, no.