
La imagen internacional de la justicia española es, cuando menos, chocante. A la opinión pública le importa bien poco que dicha justicia se declare competente para instruir en el extranjero. Los ciudadanos se preguntan si no hay bastante trabajo aquí, para tener que preocuparse de delitos y crímenes más allá de nuestras fronteras.
Quizás el problema radique en que ha cundido el ejemplo de Garzón y su caso contra Augusto Pinochet. Actualmente hay cuatro jueces – Baltasar Garzón, Ismael Moreno, Santiago Pedráz
Y Fernando Andreu – que tienen causas abiertas en lugares tan variados como Israel, Ruanda, Sahara, Guatemala, China, Chile y Argentina. ¿Tiene España tratado de extradición con todos estos países? No.
No me corresponde hacer un análisis experto de la ley española y sus posibles motivos. En este artículo de Libertad Digital está suficientemente explicado. Lo que me preocupa es que, de nuevo, quienes tienen más responsabilidades en España (los jueces de
No conozco a nadie de mi círculo habitual que esté de acuerdo con estas actuaciones. La sensación general es que bastantes problemas tenemos en España como para tener que ir a buscarlos fuera, invirtiendo tiempo y dinero que serían más necesarios aquí.
Los que no entendemos de leyes tampoco comprendemos cómo se pueden dedicar recursos a un caso del que lo más probable es no conseguir absolutamente nada. Además, las comparaciones son inevitables. Asuntos como el de Marta del Castillo, las desapariciones de tantos otros niños y adolescentes, el asesinato de Mari Luz por un canalla que debería haber ingresado mucho antes en prisión o la puesta en libertad de etarras que huyen inmediatamente al extranjero, nos llevan a preguntarnos qué es lo que falla en nuestras leyes.
La repercusión internacional de estas iniciativas tampoco es favorable. Desde diarios on line a blogs muy visitados, las opiniones son casi unánimemente desfavorables. Y esto no solamente sucede en los países implicados. La opinión general es deprimente.
En cualquier caso, mi opinión, como ciudadano de a pié, pasa del estupor al aburrimiento. No creo que sea delito asegurar que yo estoy convencido, absolutamente convencido, de que estas garzonadas mediáticas internacionales persiguen la notoriedad y la publicidad necesaria para poder luego impartir cursos y conferencias por medio mundo. Lo siento, pero no puedo ver estas iniciativas con un mínimo de benevolencia. ¿Cómo puede pretender un juez español imputar a varios dirigentes chinos, si no existe tratado de extradición entre España y China? ¿Qué pretende? ¿Instruir diligencias que después quedarán en nada? Posiblemente todo lo que resulte sea un empeoramiento de las relaciones entre ambos países, que acabarán pagando los empresarios españoles que tienen intereses en china.
Que cansancio… Hasta Conde Pumpido, el Fiscal General del Estado más elástico del que se tiene memoria, ha declarado que la justicia universal no puede tomarse como un juguete en manos de personas que buscan protagonismo.
Pues eso. Que los impuestos españoles dan para mucho, pero solo para unos cuantos. No es extraño que haya quien sufra mareos y fiebre cuando oye propuestas tales como bajar los impuestos. ¿De donde sacarían para promocionar sus carreras profesionales?
Actualizado. Parece que estas aventuras judiciales sí tienen sus consecuencias diplomáticas.