Sr. Juez, Señoría, o Sr. Pedraz. Francamente, no sé cómo dirigirme a usted, ni en calidad de qué pero, para la repercusión que pueda tener este escrito, debo reconocer que me da exactamente igual. Elija usted el tratamiento y adjudíqueselo. Yo voy a intentar, mientras escribo, guardarle el respeto que, a mi parecer, usted no merece.
Ante todo, quiero que quede bien patente que mi confianza en la justicia española es más bien escasa. Si tuviera que colocar dicha confianza en una escala de uno a diez, quizás la pondría en un dos o un tres, por seguir dándole un margen de confianza, aunque solo fuera nominal. Esto se debe a usted y a muchos otros como usted.
Quien esto escribe no es más que un ciudadano prácticamente anónimo que no alcanza a comprender cómo es posible que en España, bien entrado ya el siglo XXI, sigan sucediendo situaciones que, casi invariablemente, dejan indefenso al ciudadano decente frente a quienes odian, mutilan y matan.
Usted, en calidad de juez, permite que sean homenajeados quienes tratan de imponer sus ideas manchando sus propias manos con la sangre del prójimo. No puedo imaginar cuanta indignación e indefensión pueden sufrir aquellos que, además de haber perdido a su gente en algún atentado, se encuentran a diario con una realidad que les demuestra que no solo para los pro terroristas, también para quienes deberían aplicar justicia, los asesinos gozan de mayor consideración que las victimas en ciertas situaciones.
Su perfil, Sr. juez, se parece en cierto modo al de otros jueces que parecen buscar notoriedad antes que justicia. El extraño ímpetu que han demostrado unos cuantos como usted en instruir diligencias contra delitos cometidos en otros países, mientras hay tanto por hacer dentro de nuestras fronteras, no ha hecho más que añadir malestar entre quienes, con nuestros impuestos, esperamos ver defendidos nuestros derechos.
Hoy, un nuevo atentado de ETA podía haberse llevado por delante la vida de decenas de personas. Además del coraje y desesperación que me provoca tal situación, me desanima, me hacer perder un poco más de mi escasa fe en este país el pensar que si mañana fueran detenidos los mal nacidos que han intentado asesinar de nuevo y fueran posteriormente juzgados y hallados culpables, quizás usted, u otro juez como usted, permitiría que estos terroristas fuesen homenajeados por miles de anormales que piensan que solo a ellos se deben aplicar los principios democráticos, mientras que a los opositores no nacionalistas hay que exterminarlos.
Sr. Pedraz. No se haría usted idea de cuántas veces me he preguntado qué pasa por su mente y su conciencia, o por la de cualquiera de los que enjuician con sus mismos criterios, cuando firman una sentencia que permite exaltar a asesinos. No podría usted calcular cuantas veces he pensado para qué sirve el Consejo General del Poder Judicial, que no pone coto a semejantes desmanes y ofensas contra las víctimas, sus familiares y amigos y las personas de bien que forman esta sociedad. Y, seguramente, le importará bien poco, o nada, lo que pueda pensar un ciudadano del montón como yo, porque usted demuestra con sus hechos que tampoco parece que le importe demasiado lo que puedan sentir Toñi Santiago, cuya hija de seis años es una parte del altísimo precio que España está pagando, desde hace casi cincuenta años, por no inclinar la cabeza ante asesinos y delincuentes de la peor especie.
Si yo tuviera que elegir, le pediría, Sr. Pedraz, o Señor juez, o Señoría, o como sea que haya que dirigirse a usted, que siga usted buscando notoriedad en el extranjero. Dedíquese a ello a tiempo completo, si quiere. Pero déjenos en paz.
Suscribo todo lo dicho Hace unos dias ya le dedico Ussia un escrito
ResponderEliminares inconcebible que este magistrado en vez de impartir justicia se mofe de tantisima sangre derramada en ESPAÑA desde 1968 en que cayó la primera victima
Como se sentira este injusto Juez al enterarse de la hazaña de sus protegidos ?
Es indiganate que haya jueces asi pero y como no loretiran de la judicatura?
Lo de la justicia en España resulta sencillamente de traca, Mike. Muy buen artículo.
ResponderEliminarMike!!
ResponderEliminarYo lo firmo también!!
¿Sería posible que algún día el pueblo pudiera elegir también a sus jueces?. Este pijolín acabaría en un juzgado de paz en Lanzarote.