
Más o menos las 7:10 a.m., hora local en España. Estoy conectado por Skype con mi amigo Matt García, que me habla desde Boca Ratón, una pequeña ciudad al norte de Fort Lauderdale, Florida.
“¿Leíste lo que dijo tu presidente Zapatero en la interview para el N.Y. Times?”
Siempre que se refiere a Zapatero, lo califica como Mi presidente. Sabe que no hay modo mejor de amargarme hasta el medio día.
Cuando terminamos de conversar busco la entrevista en la edición on line del N.Y. Times.
Lo primero que llama mi atención es la brevedad del artículo. Me quedo con la duda de que sea un resumen para la edición digital de una entrevista más extensa e interesante en la edición de papel. No cuesta más de un minuto leerlo. Zapatero alaba la capacidad de comprensión y empatía de Obama para con el planeta entero:
“Creo que Obama es una persona que escucha. Creo que es lo bastante humilde para comprender, lo bastante humilde para comprender la diversidad y complejidad del mundo, sus culturas, sus modos de vida, sus religiones, las diferentes perspectivas del orden mundial”
Hasta ahí nada nuevo. Rodríguez Zapatero siempre ha preferido la diversidad, tal y como él entiende que se debe respetar, o permanecer callado, ante una diversidad más que otra. Las críticas y agravios de su partido hacia los creyentes cristianos o hacia las costumbres occidentales (suficiente diversidad existe en occidente para intentar comprenderla toda) no pueden compararse, por numerosas que hayan sido, con el respeto, silencio y cobardía que él muestra hacia la diversidad que impone, lapida, ahorca y mutila.
Al final de la entrevista, unas palabras que piden molde de oro sobre mármol. Esta vez no ha sido Leire Pajín, con su tono dramático y su expresión grave de representación de Hamlet. Ni Pepe Blanco lamentándose del pasado atentado de ETA y culpando del suceso a la estrechez de miras de la derechona de abrigo de visón. Ni siquiera la exministra de Fomento, Magdalena Álvarez, a la que algún desalmado decidió enviar a
En esta ocasión ha sido el propio Presidente del Gobierno quien, como diría Carlos Herrera, se ha cubierto con el poncho de colores y, rasgado la guitarra con expresión flower-power, ha declarado:
“No es tanto la cuestión de lo Obama puede hacer por nosotros, sino lo que nosotros podemos hacer por Obama.”
No sabría cómo calificar la frase. ¿Como una perífrasis, utilizando a Obama para demostrar admiración o culto por JFK y su imagen, sin referirse directamente a él? ¿Como una declaración de intenciones, poniéndose a los pies del Presidente norteamericano en cuya campaña electoral no quiso intervenir Pepe Blanco? ¿Se trata del lema del verano?
Tanto da. El caso es practicar la demagogia y el mensaje vacío mientras el electorado lo permita. La obsesión de los dirigentes del PSOE por asimilar la victoria de Obama con la nueva imagen de partido socialista, los mensajes electorales para las pasadas y perdidas Elecciones Europeas; todo parece tener un broche de oro parafraseando a Kennedy. En cualquier caso, harían bien los asesores de Zapatero en estudiar la imagen que el presidente español tiene entre los políticos y la ciudadanía de los nuevos, comprensivos y diversos Estados Unidos. Les aseguro que no encontrarían mucha diversidad de opiniones en cuanto a lo que piensan de nuestro “Primer Ministro”.