En septiembre de 1999, un conductor negligente embistió el auto de mis padres. El tráfico estaba parado por una inundación en la autovía de Aragón, dirección Zaragoza, a la Altura de La Almunia. Ese conductor, del que nunca supe nada, ni recibí una sola comunicación de él o su familia, trajo la desgracia a mi familia a más de 100 kmts. por hora. Alcanzó por detrás el Alfa de mis padres, el último auto del atasco. Mi madre murió casi en el acto. Mi padre, inmovilizado en su asiento, atado por el cinturón de seguridad, con diversas hemorragias, lesiones internas y varias costillas rotas, estaba consciente y veía cómo se apagaba la vida de mi madre. Él murió un año después; en septiembre de 2000.
Uno de los recuerdos más vivos de aquél día que permanecen en mi memoria es el tiempo que pasé llamando a todos los hospitales de Zaragoza y otras poblaciones cercanas. Mi hermano y yo estábamos en el Hospital Clínico, esperando noticias sobre el estado de nuestro padre. Era un hombre de complexión fuerte, pero tenía 72 años. De modo que cualquiera de sus graves heridas podía acabar con él en las próximas horas.
Nadie, en ningún otro hospital, pudo darme noticias sobre nuestra madre. Confieso que después de comunicar con los hospitales más grandes, sin ningún resultado, el peor presentimiento que tuve desde el principio se materializaba. Desde que supe que mi padre estaba ingresado en el Hospital Clínico, pero nadie de ese centro sabía nada de mi madre, sentía esa sensación en mi estómago, como un nudo que hace daño. Un aviso de que lo peor estaba por llegar.
Completamente seguro de la noticia que iba a recibir, llamé a la Central de la Guardia Civil de Tráfico. El guardia que me atendió me preguntó en dos o tres ocasiones si yo era familiar de la mujer por la que estaba preguntando. Con un tono muy sereno y cuidadoso, me dijo:
"Es mi deber comunicarle que su madre no superó el accidente. Ella falleció instantáneamente, tras la colisión. Su cuerpo se halla en el depósito de La Almunia"
Nunca, hasta entonces, mi fe había sido puesta a prueba con tanta dureza. "Mamá murió en el accidente", le dije a mi hermano. El guardia que me atendía me dijo "Si usted quiere viajar hasta La Almunia, nosotros pondremos un coche a su disposición. No es recomendable que vaya usted conduciendo hasta allí en estas circunstancias..."
No había pasado ni media hora cuando el agente que me atendió por teléfono nos visitaba en el Hospital Clínico. No tenía obligación de hacerlo, pero ahí estaba, con otro agente más, para interesarse por nuestra situación. Ellos fueron quienes atendieron el accidente de mis padres horas antes.
Permanecieron casi una hora acompañándonos en el hospital, mostrando un respeto que solo da la experiencia de quienes han visto muchas desgracias. Y al despedirse, me recordaron que se ofrecían a acercarme hasta La Almunia para que yo no tuviera que conducir.
Este es mi homenaje a la Guardia Civil: Compartir con todos los visitantes de este sitio que aquellos agentes no se limitaron a cumplir con su deber. Que estuvieron a mi lado en uno de los momentos más amargos de mi vida. Que lo hicieron por afán de servicio, por compasión, por caridad.
Este tipo de deudas nunca se pueden pagar por completo.
Yo estoy en deuda con la Guardia Civil.
Siento mucho lo ocurrido Mike, aunque observo que por el tiempo transcurrido y por la entrega que pones en tu quehacer habitual, has superado aquella trágica circunstancia en la medida en que sea posible hacerlo.
ResponderEliminarLa Guardia Civil y otros cuerpos de seguridad del Estado (Español), tienen el san benito de que son franquistas, y es posible que sea cierto en gran medida por permanecer en sus trabajos mucha gente que comenzó su carrera en el anterior régimen, y es por este motivo que no es bien recibida en algunas comunidades, hasta el punto de haber sido literalmente expulsada.
Lo que ocurre es que este hecho; que no es más que consecuencia del libre pensamiento y la imposibilidad de practicar un filtrado ideológico en un cuerpo que nadie tiene potestad para hacer, y que al fin y a la postre lo único que importa es que estas fuerzas de seguridad hagan bien su trabajo y que estén al servicio de la ley, que ellos no hacen y que ha cambiado bastante respecto al anterior régimen; es la excusa utilizada de forma demagógica, populista y enaltecedora del odio a España, por algunos dirigentes de comunidades autónomas que la han sustituido por otra policía no necesariamente mejor, pero si a su servicio y que ha demostrado una violencia con transeúntes indefensos, verdaderamente deleznables, como hacía tiempo que no se conocía en España. Me estoy refiriendo a la policía autonómica de Cataluña en las manifestaciones de estudiantes en contra del Plan Bolonia.
Con esto se demuestra que la lucha no ha de ser contra las ideas, sino contra los abusos de poder, tengan el color que tengan y hablen la lengua que hablen.
Saludos cordiales.
Gracias.
ResponderEliminarPor decir tanto en tan poco.
Por valorar lo poco bueno de la situación vivida.
Lo dicho, gracias, porque comentarios de este tipo hacen que valga la pena salir a trabajar.
Un G.C.
El relato es una prueba de tu generosidad, Mike, al querer compartir esta vivencia tan personal.
ResponderEliminarLa ayuda "fuera del alcance de sus obligaciones" es -para mí tambien- una seña de identidad más de la Guardia Civil.
Gracias por tu entrada.
Cuantos msan benitos estupidos tieene la gusrdia civil, la gu8sdia civil no eds ni franqauista ni socialista ni aznarista, son personas y unos las hacen bien y otros regulares, unos tiene mas tablas y otros menos, pero todos tratan de hacerlo lo mejor posible, solo que a veces no tienen el meterial suficiente
ResponderEliminarGracias Mike por tu testimonio y siento tu amarga experiencia
Un abrazo
Tengo que reconocer que no he podido evitar que las lagrimas brotasen de mis ojos, a pesar de no conocerte, no he podido reprimir el ponerme en tu lugar, tanto como por la pérdida de tus padres, como por el agradecimiento que muestras a los agentes que tanto ayudaron en ese duro trance.
ResponderEliminarUn abrazo