Se veía
venir, supongo. El descalabro de COPE en los últimos datos del EGM, Estudio
General de Medios preparado expresamente para que la Cadena SER esté siempre en
primer lugar, han confirmado lo que cualquier asiduo a la radio daba por
sentado a principios de Julio de este año. La salida de Losantos, Herrero y
Vidal (además de un nutrido grupo de colaboradores a los que se suele omitir)
provocaría una espectacular caída en los índices de audiencia de los programas
que eran liderados hasta entonces por los citados comunicadores.
Quizás
COPE, más bien sus directivos y responsables, estaban convencidos de que su
audiencia era fiel a la propia cadena, antes que a sus comunicadores estrella.
Gran error. La historia de la radio ha demostrado muchas veces que el
comunicador, si ejerce suficiente carisma, es mucho más importante que la
cadena, como puede comprobarse también en el caso de Carlos Herrera y el gran
flujo de oyentes “fósforos” que le siguen desde hace tantos años, pasando por
diferentes radios.
Aunque
existan casos contrarios, como el del endiosado Luis del Olmo, que marchó hace
unos años a Punto Radio, seguro de que todo oyente de protagonistas le seguiría,
cosa que no sucedió porque Carlos Herrera apareció en su lugar y se quedó con
un buen número de seguidores de del Olmo, bien puede decirse que la marcha de
los primeras figuras de COPE y el espectacular crecimiento de esRadio en estos
pasados casi cuatro meses demuestran una realidad que la Conferencia Episcopal
y Coronel de Palma no supieron o quisieron apreciar.
Y es que,
sin quitar mérito alguno al papel social que COPE ha realizado todos estos años
(y, por extensión, la Iglesia Católica con sus obras sociales) muchos españoles
se hicieron oyentes fieles de la cadena siguiendo la estela de Antonio Herrero,
Luis Herrero, Losantos y otros muchos colaboradores que llegaron a las costas
de la cadena de radio tras el sabotaje felipista que hundió Antena 3 para
reflotarla casi inmediatamente ,domesticada y en manos de los amigos del último
gobierno socialista de los noventa. La gran beneficiada de aquel naufragio fue
COPE, que años después vería reforzado su equipo de estrellas con Cesar Vidal.
Los
responsables de COPE no calcularon, ni bien ni mal, cuánto oyente fiel tenían
los comunicadores de COPE. Además, como suele pasar con este tipo de locutores, el seguidor termina por identificarse mucho
más con la persona a la que oye, y mucho menos con la cadena que
sintoniza.
En fin.
Que, consideraciones aparte, el impactante crecimiento de esRadio es una muy buena noticia, a pesar de que los
datos ofrecidos al respecto por el EGM no se acerquen apenas a la realidad
porque esRadio tiene muchos más oyentes por TDT e internet que los que se
atribuyen a su emisión por FM en Madrid, además de copar los primeros puestos
en descargas de podcast de programas de radio en español.
Lo de
COPE es el punto opuesto. El mayor descalabro de la historia de la radiodifusión
española. Un terrible error de calculo y una tremenda consecuencia: los más que
posibles e inminentes despidos de personal dentro de la cadena.