El pasado 24 de febrero fue
aprobada la nueva ley del aborto en el Senado.
El nombre oficial de esta nueva ley, de la que solo falta la firma del
rey Juan Carlos I para su entrada en vigor, será: “Ley de Salud Sexual y
Reproductiva e interrupción Voluntaria del Embarazo”. Once palabras para evitar
el término aborto.
La sociedad española,
representada en este caso por sus gobernantes, políticos, medios de
comunicación afines al gobierno y votantes y simpatizantes, ha traspasado otro
límite, dejando atrás la moral y la ética más elementales para dirigirse hacia
la deshumanización que se pretende inocular en la ciudadanía. Un paso adelante
más en la agresión del estado intervencionista contra la familia, mediante la
desautorización de los padres ante las niñas y adolescentes que elijan abortar.
Ahí esta la novedad de esta ley.
No se trata tanto de ampliar los supuestos legales de aborto, cosa que ya esta
conseguida hasta que decidan dar otro paso más, sino de sembrar otra semilla de
cizaña en la institución familiar.
Desde que a Bibiana Aído propuso
que las adolescentes pudieran abortar sin el consentimiento, y ni siquiera
conocimiento, de sus padres, he preguntado a mucha gente cual sobre su opinión
al respecto. Absolutamente nadie me contestó a favor. Nadie me dijo que le
pareciera bien, ni regular, el que una menor de edad pudiera acudir a abortar
sin ponerlo en conocimiento de sus progenitores. De hecho, tampoco nadie me
dijo que le pareciera bien el prolongar el periodo en el que se puede llevar a
cabo el aborto.
Existen iniciativas para luchas
contra el afán pro abortista del gobierno Zapatero. Son la punta de lanza de un
clamor social que reivindica el derecho del no nacido a la vida, la protección
de la mujer gestante y la integridad familiar frente a la cultura de la muerte
y ausencia de principios de los socialistas españoles. Entre estos socialistas,
paradójicamente, se cuentan muchos que se definen como cristianos creyentes,
que sin embargo sostienen a su partido y le votan invariablemente, aún sabiendo
que en cada ocasión que ha gobernado, como en la actualidad, ha tenido entre
sus principales objetivos la ampliación de la ley del aborto, además de otras
iniciativas que chocan frontalmente contra las creencias cristianas.
Recién aprobada la nueva “Ley de
Salud Sexual y Reproductiva e interrupción Voluntaria del Embarazo”, la
decisión final, o la firma definitiva para su curso, depende del rey de España.
Mientras tanto, socialistas como Leire Pajín declara satisfecha que esta nueva
ley acaba con una deuda pendiente que había en la sociedad española. No es
cierto. No había demanda para tal aberración, ni clamor social, ni nada
parecido. Pero el objetivo de la izquierda se ha cumplido.