Este pasado fin de semana Regina
Otaola anunció que su intención de no presentarse a las próximas elecciones vascas
es definitiva. Además, añadió que tiene firme intención de marchar de su
tierra, porque es consciente de la práctica imposibilidad que tendrá de
encontrar un empleo.
Todo sería distinto si María
San Gil hubiese permanecido en su puesto. Hace ahora un par de años San Gil
marchó del Partido Popular cuando este estaba en plena hola de “cambio” hacia
un centro que, en realidad, nunca le perteneció del todo. Para lograr tal cosa,
Rajoy y la dirección del partido decidieron que hacerse más simpáticos ante
ciertos sectores sociales era motivo suficiente para renunciar a ciertas
posturas o principios.
Oyendo las palabras de Regina
Otaola en las entrevistas recientes que ha concedido, no parece que su decisión
sea discutible ni revocable. Regina se va de la política en cuanto termine su
mandato. Y la vida política Española pierde a otro valor necesario. Parece que
esta crisis económica y laboral, pero también absolutamente social, agrieta
hasta los cimientos del entramado social de la nación.
Hace pocas horas, El País publicó
un artículo
de Phil Bennett en el que el periodista retrata una España en crisis, de la
que no se explica cómo es posible que la ciudadanía no se haya levantado en una
protesta general contra un gobierno, responsable con sus mentiras e inacción,
de un 20% de desempleo. Después de leer el artículo de Bennett, yo llego a la
conclusión de que el único conflicto social que, por ahora, existe en España,
es el generado por la casta política, con el gobierno socialista y los
nacionalistas a la cabeza, que mantiene divididas hasta casi el odio a
posiciones encontradas con respecto al aborto, la eutanasia, la guerra civil,
el franquismo y la libertad religiosa. Con semejantes ingredientes, bien
dosificados a conveniencia del gobierno y secundados por tantos y tantos
comparsas, la ciudadanía española está tan suficientemente cabreada que es
realmente difícil ponerla de acuerdo en algo.
Hoy, los sindicatos; más
concretamente Comisiones Obreras en este caso, anuncian, aún sin fecha
concreta, la convocatoria de una huelga general. Una manifestación que debería
haberse dado hace mucho tiempo. Es lamentable que hagan esto cuando le ven las
orejas al lobo. Quiero decir, cuando ven peligrar su status de privilegiados,
ya sea por recortes económicos, ya sea porque muchos estamos realmente molestos
por tener que mantener, con nuestros impuestos, a cientos de miles de
“liberados” acostumbrados a vivir de la sopa boba.
Habrá que esperar la respuesta de
Zapatero, que sin apoyos de la izquierda tendrá que buscar los votos necesarios
en los nacionalistas para aplicar sus recortes. Y habrá que esperar también a
conformar esta amenaza de huelga general. El “ensayo” de la pasada huelga de
funcionarios no resultó bien para los sindicatos, quienes no tiene la más
minima autoridad moral para representar a los trabajadores, tras años de
abandono de éstos a su suerte.
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