Esto es más de lo mismo. Es lo de
siempre. Si viviéramos gobernados por Rajoy, y éste hubiese contemplado la
posibilidad de reunirse con un sangriento dictador africano, los socialistas
estarían atacando desde sus medios serviles a la voz de los directores de
propaganda Pepe Blanco y Leire Pajín. Los actores y demás marionetas de La Ceja
estarían clamando por la libertad del pueblo africano y acusarían al PP de ser
corresponsable en los crímenes perpetrados por tal anormal.
En lugar de eso, lo que ha sucedido
hoy es que Zapatero, habiendo estado dispuesto a entrevistarse con Kagame,
presidente de Ruanda imputado por genocidio, ha decidido disimular el evento,
ante el clamor que se ha alzado desde algunos medios digitales y blogs
particulares, comisionando a Moratinos, ministro de exteriores, para reunirse
con el criminal en un lujoso hotel de Madrid.
Más de lo mismo. Los disidentes
políticos cubanos que han llegado a España lo han hecho en calidad de
inmigrantes. Como tales, el ministerio de Asuntos exteriores les ha alojado en
un albergue de transeúntes, instalación que puede ser muy digna, pero que no es
la más indicada para confortar a unos héroes que han puesto sus vidas en juego,
padeciendo torturas y privaciones, contra el régimen castrista, liberticida y
criminal, que tantos defensores tiene entre militantes y simpatizantes de la
izquierda española.
¿Qué habría sucedido si estos
exiliados provinieran, por ejemplo, de alguna dictadura como la de Pinochet,
contra la que tanto se llenaron la boca los mismos que callan sobre Cuba y
defienden a Castro? Hubieran sido recibidos a bombo y platillo, paseados por La
Moncloa y La Zarzuela, y posteriormente alojados en el Hilton.
La España de Zapatero es, más que
nunca, la España de las paradojas y los contrastes. Es la España que cuenta con
un presidente de gobierno que pretende reunirse con un genocida, mientras resta
importancia a unos refugiados políticos a los que no se les quiere conceder
dicho status para no desairar al régimen comunista de Cuba, porque ello
supondría el reconocimiento tácito del gobierno socialista sobre la realidad de
la dictadura de Cuba.
Pero Zapatero no está solo. Tiene
a su PSOE, con sus figuras expertas en demagogia al frente de sus filas. Y por
extensión, el PSOE tampoco está solo. Cuenta con la silenciosa ayuda del
domesticado PP, que acepta la alianza de civilizaciones inventada por Irán e
introducida en Europa por Turquía. Esa parte domesticada del PP que presume en
público de liberal-conservadora pero que entra en el juego de “respetar” a
dictadores de la calaña de Kagame, tal y como ha declarado Gustavo de
Arístegui.
Los exiliados cubanos tienen un
largo repertorio de atrocidades sufridas para contar. Además, necesitan poner
en claro cuál es su situación legal en España, cosa que no debería suceder en
cualquier país mínimamente normal y democrático. ¿Cómo terminará este asunto?
Hay muchas probabilidades de que lo haga como la entrevista entre el gobierno
español y el dictador Kagame. Con discreción y a escondidas. Que Fidel no se
enfade.
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