Algo más de seis años y medio ha
estado Fernández de la Vega al frente de la vicepresidencia del gobierno. Años
de servicio impagable a la causa ideológica del gabinete de Rodríguez Zapatero.
Durante este año, los rumores
apuntaban hacia un distanciamiento cada vez mayor entre el presidente y la
vicepresidenta, pero esto no ha sido óbice para que ella haya ejercido su
autoridad, dentro del gobierno y del partido, para despejar los obstáculos que
pudieran entorpecer los planes de su jefe.
Hoy se ha despedido oficialmente,
dirigiendo elogios y recuerdos a compañeros ministros, al presidente, a las
mujeres que abrieron camino antes que ella (no podía faltar alguna referencia
al feminismo) e incluso a los periodistas que han acudido durante años a las
ruedas de prensa posteriores a los consejos de ministros. Se ha despedido de
todos, pero no ha pronunciado una sola palabra de bienvenida a su sucesor
Rubalcaba.
En el recuerdo de su gestión, y
como muestras de su talante, quedarán anécdotas tales como el aleccionamiento a
unos escolares, en una visita a un colegio, enseñándoles sobre las bondades de
la izquierda y las maldades de la derecha,
O la bronca, sorprendida por una
cámara, que esta particular demócrata estaba dando en pleno acto público a la
presidenta del Tribunal Constitucional.
De la Vega marcha de la
vicepresidencia si haber aclarado suficientemente otras cuestiones que quedaron
pendientes, como su empadronamiento fuera de plazo, y por lo tanto irregular,
en la Comunidad Valenciana antes de las últimas elecciones municipales y
autonómicas, tratando posteriormente de silenciar, desde su posición de poder,
al diputado que la denunció por tales hechos.
La extraña disposición de
Rodríguez Zapatero para llamar a sus gobiernos a personajes con pasados
políticos no del todo transparentes se materializó también en su elección de Mª
Teresa Fernández de la Vega como Vicepresidenta 1ª del gobierno, a principio de
la legislatura que se inició en 2004. De la Vega es parte de ese pequeño grupo
de elegidos por ZP que cuentan en su haber con méritos tales como haber sido un
calamitoso ministro de economía durante la última era de Felipe González (Solbes),
o haber negado en su tiempo la evidente realidad de la existencia de los GAL
incluso habiendo sido descubierta y publicada la gran trama de terrorismo de
estado (Rubalcaba) que acabaría con ministro y secretario de estado en la
cárcel. La sombra de De la Vega planeó por el asunto de los papeles de Laos y
la extraña fuga y posterior captura del exdirector de la Guardia Civil José
Luís Roldán, siendo ella la colaboradora principal y más próxima del entonces ministro
de Justicia, Juan Antonio Belloch.
De la Vega se va. Y para
cualquiera que defienda la democracia y la libertad sin estar marcado por el
hierro de algún partido político, la ex vicepresidenta no dejará buen recuerdo
ni ejemplo de gestión impecablemente demócrata. Pero si De la Vega nos ha parecido
una política sectaria de sus ideas y su partido, preparémonos para lo que nos depare su sucesor. Porque lo
de ella nos habrá parecido una broma cuando lo comparemos con lo que está por
comenzar.
Comparada con RuGALcaba, ésta es una demócrata de toda la vida.
ResponderEliminarSí. Nos esperan "grandes momentos".
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