La convocatoria de la asociación
“Voces contra el Terrorismo”, presidida por Francisco José Alcaraz, en la Plaza
de Colón de Madrid el pasado sábado a las 6 de la tarde ha pasado prácticamente
inadvertida para la práctica totalidad de los diarios españoles. Incluyamos
también en esa totalidad a las cadenas de radio y televisión.
En paralelo a esta falta de
información, el Partido Popular ha añadido también su ausencia. La única
formación política que debería tener algo que decir al respecto, si no contamos
con las demás que, a veces mucho y a veces poco, se dedican a compadrear con el
PSOE, se ha puesto de perfil y ha preferido no mojarse en estas turbias aguas
de la defensa de la dignidad y el recuerdo de las víctimas del terrorismo.
Mayor Oreja, Esperanza Aguirre y
María San Gil, además de algún otro caso puntual, han mostrado su apoyo
incondicional a esta causa y a esta nueva concentración en Madrid. El resto de
la derecha oficial, o el centro-derecha, si se quiere, ha preferido guardar
silencio y distancia. Pero si hay un silencio más clamoroso aún, por la carga
que conlleva de sumisión al poder socialista y a la connivencia del resto de
los partidos, es el de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, de donde tuvo
que marchar no hace mucho Alcaraz, ante las presiones de sectores que, una vez
pasado el calentón y la indignación causados por ciertos atentados, prefirieron
estar a buenas con el partido socialista en general y con Zapatero, Blanco y
Rubalcaba en particular.
Para quienes vivimos fuera de Madrid,
esRadio y Libertad Digital – y en menor medida Intereconomía – han sido los
únicos canales de información puntual. Según estas informaciones, la asistencia
a la concentración contra la negociación entre ETA y el gobierno socialista
puede calificarse de éxito. La Plaza de Colón y sus inmediaciones se
desbordaron de público hasta el punto de provocar cortes en Castellana. El
dispositivo policial, realmente insignificante, no pudo organizar
convenientemente una afluencia de gente que acudía al acto en cantidades
inesperadas. Como consecuencia de todo esto, la policía pidió a Alcaraz que
diese por terminada la concentración y le anunció posibles sanciones de hasta
350.000 €.
El resultado, no por ignorado por
la mayoría de los medios españoles, deja de ser importante. La trascendencia de
la voluntad de decenas de miles de personas asistentes va puede ir más allá de
las cifras y trascender al código de silencio y a la descalificación que cae
sobre este acto multitudinario. El resultado, si la iniciativa no cae en el
abandono en los próximos días, puede ser un buen antecedente de esa rebelión
cívica que cada vez está en boca de más ciudadanos. Una rebelión cívica que, a
mi entender, es absolutamente necesaria no solamente para tratar de impedir que
ETA vuelva a sacar partido de sus negociaciones y treguas-trampa. Una rebelión
cívica que ponga a los políticos españoles contra las cuerdas y les obligue de
una vez por todas a trabajar por el bien de nuestra sociedad en lugar de esforzarse
solamente por proteger sus propios intereses.
Decididamente, creo que es en
ocasiones como esta que hemos vivido el sábado cuando se conocen las
intenciones de cada uno. La actitud de los socialistas no puede sorprender a
nadie, la de Rajoy y su equipo sorprenden cada vez a menos votantes, y los
líderes de los partidos minoritarios dejan claro en cada ocasión para qué están
en política.
Esperaban que los asistentes cupieran en un taxi y se han quedado helados.
ResponderEliminarA la próxima acudirán Rajoy y Rosa Díez.