Por ANTONIO MARIA
DELGADO
adelgado@elnuevoherald.com
En medio de la risa cruel de sus secuestradores, David Viana
lloraba atormentado y rogaba que no lo mataran.
Los delincuentes no habían mostrado sus pistolas cuando
interceptaron al joven venezolano a inicios de septiembre, mientras caminaba
por las inmediaciones de la Plaza Francia, en Caracas, usando sólo amenazas
para obligarle a abordar un pequeño automóvil.
Pero una vez adentro, los secuestradores sacaron dos
pistolas y con una de ellas iniciaron un perverso juego. Le apuntaban, y tras
tensos instantes le gritaban: ‘‘¡Pum!'', soltando carcajadas ante el espanto
que se acrecentaba en el joven.
"Me colocaban la pistola en la cabeza, en la boca, por
todas partes y hacían el sonido de disparo con sus voces'', relató Viana a El
Nuevo Herald. "En mi mente, sólo pedía perdón porque pensé que me
matarían''.
Viana fue una de varias decenas de personas raptadas ese día
en Venezuela, país donde la corrupción, la indiferencia oficial y la debilidad
del sistema penal han convertido este tipo de delito en una actividad casi
libre de riesgos para el delincuente y a la nación petrolera en la nueva
capital del secuestro de América Latina.
Expertos consultados tienen diferentes proyecciones sobre el
número de casos que se están produciendo en Venezuela anualmente, pero
coincidieron en que el arrollador ritmo con que se han multiplicado coloca al
país por encima de México y Colombia, los antiguos epicentros regionales de
este tipo de delito.
"El secuestro es la actividad delictiva que más ha
crecido en los últimos 10 años'', afirmó Fermín Mármol García, profesor de
Criminalística en la Universidad Santa María de Caracas. "Es una actividad
que realmente ha sufrido un empuje vertiginoso en el complejo mundo del delito''.
Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de
la Seguridad Ciudadana realizada por el estatal Instituto Nacional de
Estadísticas (INE), unas 16,917 personas fueron secuestradas entre julio del
2008 y julio del 2009, cifra sin precedente en el país, que equivale a más de
46 secuestros diarios.
Pero ese número --que incluye el secuestro express al igual
que el más tradicional secuestro prolongado-- es sólo parcial, aseguró Roberto
Briceño León, director del Observatorio Venezolano de la Violencia, con sede en
Caracas.
Al proyectar la cifra para incluir a toda la población en el
país, el número de secuestros en ese período sube a 26,873, más de 73 diarios,
o 94.4 por cada 100,000 habitantes, dijo.
Estos números, basados en una encuesta efectuada por los
representantes del INE que visitaron más de 16,000 hogares, contrastan con los
537 casos del 2008 y los 795 del 2009 registrados en el Ministerio de
Relaciones Interiores y Justicia.
Los expertos, sin embargo, tienen una explicación para esta
discrepancia.
"En materia de secuestro las cifras negras [no
reportadas] son muy altas'', declaró Mármol. "La gente no denuncia porque
está consciente de que el aparato policial no puede dar respuesta y la familia
quiere a su familiar sano y salvo lo más pronto posible''.
Las personas también se abstienen de realizar la denuncia
por temor a represalias, bien porque temen que los victimarios sean rápidamente
puestos en libertad o que agentes de la propia policía estén involucrados.
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